En el corazón de la capital, en el paseo de Pintor Rosales, se halla la casa de uno de los directores españoles más aclamados y galardonados del mundo. Le gusta ir al cine a la primera sesión de los lunes, cuando menos gente hay; y se suele perder por el Parque del Oeste, cerca de su domicilio, donde encuentra la inspiración o busca la soledad ruidosa que tanto le fascina.
Esa es la rutina de uno de los genios nacionales más queridos y que más alegría ha dado a la cultura de este país. Pero, como el resto de sus vecinos, desde hace casi tres semanas está confinado en su casa. Sin salir. Algo que a él le suele gustar, pero no bajo esta presión y protocolo. Sin embargo, cada día a las ocho de la tarde sale a su gran balcón a aplaudir a los sanitarios.