Carolina Monje Vicario llegó a la vida de Álex Lequio en el momento más duro. Se conocieron a finales de 2018, cuando el joven acababa de aterrizar de Nueva York, donde durante más de seis meses recibió tratamiento para su cáncer en uno de los centros de salud más prestigiosos del mundo. El empresario estaba en plena lucha, pero ya instalado en España, en su hogar, rodeado de los suyos, y entonces apareció Carola -como la llaman en su entorno- para hacerle el día a día más feliz y convertir su presente en lo más importante.
"Mi niño bonito, mi bebé de bebé, mi amor, mi luz, mi Puchum, mi TODO. Para mí siempre habrás ganado la batalla al más fuerte y al más luchador". Fueron las palabras de amor con las que Monje se despidió públicamente de su novio el pasado jueves. Cumplieron cerca de 600 días juntos cuando la vida de Álex se apagó para siempre. Muy cerca de su época favorita del año, el verano. Etapa de la que más recuerdos guarda la joven. Y es que las primeras fotografías que salieron a la luz y desvelaron el noviazgo entre ellos se situaban en el periodo estival de 2019 y en la Costa Brava, donde disfrutaron de una jornada en la playa junto a unos amigos.
Barcelona unió a Álex y Carola. Ella es natural de la Ciudad Condal y forma parte de una familia de buena posición social y económica. Su madre es Virginia Vicario, una de las doctoras de medicina estética más reputadas y famosas de la capital catalana, y su padre es Pedro Monje, un acreditado empresario hostelero, que cuenta con varios hoteles tanto en la Costa Brava como en la isla de Ibiza. Carolina también tiene un hermano que hace varios unos años intentó labrarse un futuro como piloto de aviación.
Este estatus de posibles le dio la oportunidad de crecer en los mejores colegios de la capital catalana. Siempre se educó de forma exquisita y prueba de ello es que habla cinco idiomas y estudió en la Universidad de Derby, en Inglaterra. Se licenció en Dirección y Gestión de Empresas y posee un MBA en Administración y Gestión Hotelera.
En su currículum laboral ha tocado varios sectores de negocio. Ha trabajado en el lujoso hotel ibicenco de cinco estrellas La Torre del Canónigo; y desde hace dos meses está inmersa en el mundo de la moda. Fue el pasado mes de marzo, coincidiendo con el decreto de estado de alarma, cuando decidió lanzar su propia empresa de ropa, bajo el nombre de Carola Monje, con diseños inspirados en los aires bohemios, la calma del yoga y la brisa marina.
Ya disfruta de una cartera de clientes fijos entre los denominados miembros de la nueva burguesía catalana, así como entre influencers y artistas. Además, el valor añadido que aporta este proyecto de Monje es muy solidario, ya que invierte el 3 por ciento de cada venta que realiza a través de su página web a una ONG. Una faceta altruista y de conciencia sobre los más necesitados que compartía con Álex.
La superación y la implicación en todo lo que se proponían eran otras de las virtudes que tenían en común como pareja. Se conocieron en un momento vital muy complicado para el joven Lequio y por eso no dudaron en disfrutar de cada instante juntos. Viajaron, rieron, lucharon y se amaron durante la veintena de meses que compartieron. Hasta el último aliento de Álex en la clínica Quirón de Barcelona, donde la joven estuvo acompañando a su pareja de principio a fin.
La discreción siempre fue su máxima en la relación de Carolina y Álex. Tanto que tras la muerte del hijo de Ana Obregón, la joven ha privatizado su cuenta de Instagram. Aunque horas antes de hacerlo compartía una serie de fotografías junto a su novio y una extensa dedicatoria al hombre con el que compartió los dos últimos años de su vida y al que vio apagarse poco a poco: "Gracias de todo corazón por estos casi dos años contigo, los mejores años de mi vida. Doy millones de gracias a la vida y a ti por haberme brindado la oportunidad de conocerte y compartir cada instante desde entonces. Nuestros amaneceres en Vivood, los paseos en Santorini, los baños helados en Laponia y nuestros atardeceres en Es Vedra. Tengo tantísimos recuerdos juntos y todos me hacen llorar de risa o de felicidad. Nuestra manera de hablar como niños pequeños, de cuidarnos, de querernos, de amarnos incondicionalmente y apoyarnos en todo".
Este mensaje y sus ojos vidriosos este sábado en el entierro de Álex no pueden ocultar el verdadero amor que existía entre ellos.
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