Lydia Lozano (59 años) es una de las colaboradoras de televisión que más a raya ha sabido mantener su vida personal de la profesional. En concreto, son contadas las ocasiones en que habla de su marido Carlos García-San Miguel y Rodríguez de Partearroyo, más conocido como Charly, con el que lleva casada 30 años, el hombre discreto que la espera en casa para consolarla cuando lo pasa mal en el programa. El pilar en que se apoya. Siempre ha sostenido que a él no le gusta aparecer en televisión ni en ningún medio de comunicación. Por eso evita nombrarlo y exponerlo. No obstante, no siempre lo consigue. De hecho, hace unos días Lydia Lozano se rompía en directo y se dirigía a su marido.
Lo hacía después de que su pasado más doloroso volviese a ser actualidad. Y es que, el espacio Sálvame ha desempolvado un supuesto polígrafo "secreto y blindado" que la cadena le hizo a Lozano en 2005 sobre el caso Ylenia Carrisi. El episodio más cruento de su carrera profesional volvía el pasado lunes y Lozano ha vivido una de sus peores semanas. Por eso, deshecha en lágrimas, homenajeaba a su marido, ese hombre a la sombra que siempre ha sabido insuflarle ánimos para seguir confiando en sí misma. Le daba su lugar.
Respetuoso con la profesión de su mujer, Charly ha hecho su vida en paralelo a la de su mujer. Tan solo en diciembre de 2018 apareció por sorpresa por primera y única vez en un plató de televisión. Como es lógico, fue en Sálvame. Charly decidió que era un buen día, y una buena causa, porque su mujer celebraba su cumpleaños. Con la ayuda de los compañeros de Lydia, que ejercieron de cómplices, Charly se presentó con un ramo de flores y una tarta. Hasta ahí duró su debut en televisión.
Pero, ¿quién es él? Es un arquitecto que vive completamente ajeno al barullo mediático de su mujer. "Charly es todo, con él me ha tocado la lotería", ha llegado a asegurar Lydia en más de una ocasión. Siempre que su profesión se lo permite, el único hombre en la vida de Lydia se ocupa de la intendencia del hogar mientras ella trabaja en televisión. Saca al perro que tienen en común, arregla los desperfectos de la casa y espera la llegada de su esposa.
Lydia Lozano y su marido se casaron en junio de 1990. Ambos se conocieron mientras Lydia mantenía una relación con un amigo del que luego sería el amor de su vida. "Yo salía con un amigo suyo, pero la relación no estaba bien. Fuimos a cenar a casa de la familia de Charly y él abrió la puerta, con unos pantalones y unas zapatillas verdes. Me llamó al día siguiente para quedar... y hasta hoy", contó en una ocasión.
La pareja no tiene hijos por decisión propia, algo que la periodista ha defendido en un sinfín de ocasiones. A sus 59 años, son muchos los que a lo largo de estos últimos treinta años se han preguntado mucho el porqué la colaboradora no ha querido tener hijos. En la actualidad, se sigue manteniendo firme y orgullosa de su decisión.
Así lo defendía hace un tiempo en JALEOS: "No hay cosa mas bonita que decidir con tu pareja si quieres o no quieres tener hijos. Las mujeres ahora van de que quieren ser madres solteras. Yo decidí hace muchos años que no, aunque podría echarlo de menos. Siempre tuve más opciones y lo hubiera tenido fácil, pero decidí que no. Ahora que veo tanto machismo, feminismo... Lo que me molesta es que me digan que me calle porque no tengo hijos. Estoy orgullosa de haber tomado en su día esa decisión y de de no haberme arrepentido nunca".
En junio de 2015 celebraron sus bodas de plata en un espectacular enclave de ensueño. Lydia y Charly bloquearon la terraza de un exótico y exclusivo restaurante de Madrid. En él ambientaron y simularon el destino al que el matrimonio se escapa siempre que puede: Bali. Forman una de las parejas sentimentales más sólidas de la televisión y siempre se han apoyado el uno sobre el otro en los buenos, pero, sobre todo, en los malos momentos. Como cuando en febrero de 2019 Charly tuvo que ser operado de una hernia lumbar. "Charly está bien y le he dicho de todo. Un besito y no te muevas mucho. Yo soy periodista, y hacer una cura me parece una prueba de amor", aseguraba en su programa, emocionada. Él y su madre son su mayor ocupación y preocupación.
La periodista no se movió de la vera de su esposo salvo para lo estrictamente necesario. Esos días se la pudo ver entrando y saliendo del centro médico para cumplir con sus compromisos profesionales. El resto del tiempo lo ha pasado junto a él. Tan ha sido el celo que siempre ha tenido Lydia por preservar la intimidad de su marido que incluso fue acusada de "engañar" a la prensa que estaba a las puertas del hospital acerca del día en que recibiría el alta.
Ambos hacen una vida muy casera. De hecho, populares son ya las fiestas que Lydia ha organizado en su casa con amigos, festejos que se alargan, cuentan, hasta bien entrada la madrugada. Esta residencia es uno de los importantes bienes que atesora el matrimonio. La vivienda, un edificio de tres alturas rehabilitada tiene una superficie de 236 metros cuadrados, una pequeña piscina y un jardín de menos de 30 metros cuadrados.
Se encuentra en colonia Ciudad Jardín Alfonso XIII, una de las pocas zonas residenciales de chalets que hay en el interior de la M-30 madrileña, lo que se denomina el corazón de la capital, de ahí que su valor supera el millón de euros con creces. Según viviendas similares en la zona, podría alcanzar 1,5 millones de euros al disponer de piscina privada. Todo un oasis para este matrimonio que, tras sus muros, vive su historia de amor sin cámaras ni prensa.
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