"Quejarse es una pérdida de tiempo. Si vienen los problemas, ya buscaremos la solución. Soy muy optimista", ha asegurado María Casado (42 años) durante su entrevista con JALEOS. Ese parece ser su lema de vida y se nota que lo pone en práctica diariamente, que no son frases vacuas: no es alguien que se regodee en la pena ni en la nostalgia del cambio. La vida, como dice Casado, son etapas y al final del camino lo interesante es contar con varias en la mochila. "Yo soy del mundo", sostiene. Ni que lo diga.
Hace unas semanas estaba presentando en Madrid el programa La mañana en TVE y hoy se encuentra en Málaga -"con lo puesto" porque no le ha dado tiempo a mudarse aún- como directora audiovisual de SohoTV, la nueva productora que ha puesto en pie Antonio Banderas (59) en su teatro. En semanas no solo ha cambiado de trabajo, sino de residencia. "Ahora soy de Málaga, a ver si se me pega el acento", bromea.
Los mandamases de TVE un día decidieron reunirla en un despacho para despedirla de cara a una nueva temporada en la que ella no tenía cabida. Pero no le dio tiempo a lamentarse, ya que a los pocos días una llamada de Banderas cambió su suerte. En la entrevista con este periódico no existe ni un solo ápice de rencor en Casado. Todo lo contrario. Le desea lo mejor a su sustituta Mónica López (45) y llevará en su corazón a TVE, casa que la vio crecer profesionalmente durante 20 años. A lo sumo, se permite una queja contra la politización de las cadenas públicas y aboga por un periodismo y por unos profesionales libres para ejercerlo. Recuerda con cariño y emoción esa última mañana en que se despidió de su público con un "hasta siempre" y relata cómo fueron esas duras semanas desde esa reunión hasta que se fue para no volver.
¿Cómo surge la idea de trabajar con Antonio?
Surge como la vida a veces, que te lleva... Se dieron las circunstancias de mi situación en TVE y después de pensarlo mucho tomé la determinación de cogerme la excedencia y la vida, fíjate, tiene esos giros de guion, nunca mejor dicho. Y sonó el teléfono. Como en su día sonó también cuando estaba en Barcelona.
Banderas y usted son amigos, ¿no?
Antonio es un gran amigo mío desde hace unos cuantos años y, como todo amigo, lo primero que te pregunta es 'cómo estás', 'qué ha pasado' y luego me dijo 'dame cinco minutos que creo que te puedo ofrecer algo'. Colgó y a los cinco minutos me llamó con esta propuesta de venirme a Málaga y ponernos aquí con toda la familia del Soho a construir esta división audiovisual de teatro.
¿Ya está instalada?
Estoy aquí en Málaga, pero aún no estoy instalada. Fíjate que me tuve que venir con un salvoconducto, tuve que trasladarme a Málaga por tema laboral y vine casi con lo puesto. Ni hice maletas porque no sabía si me iba o venía o me quedaba. Enseguida, en breve, tendré que cerrar el piso de Madrid. ¡Y a la aventura malagueña!
Y trabajando mucho, en reuniones...
Estamos de reuniones. Haciendo el aterrizaje, montando equipos, porque tenemos muchas cosas que hacer ya. Tenemos unos proyectos muy bonitos encima de la mesa y el día a día es de reunión en reunión, hablando y negociando. Buscando esos puntos de encuentro para poner en marcha esos proyectos con piel.
Pasa de presentadora a 'estar detrás'
Son registros diferentes. Yo creo que si tienes un poco de inquietud en cualquier trabajo... En mi caso, la vida me ha llevado mucho. Y me ha tenido un montón de años en redacciones, luego dando la cara en la televisión, pero siempre he tenido la inquietud de darle la vuelta. Yo valoro mucho todo el trabajo de equipo de la televisión y siempre me llamó mucho la atención la parte de la dirección. Lo que no no se ve y son los que realmente le dan la personalidad al programa.
Con Antonio va a crecer aún más
El proyecto de Antonio va mucho más allá. Me abre la posibilidad de construir desde abajo lo que es una estructura de una productora, de crear los proyectos de montar los equipos, dado el caso dirigir, dado el caso, por qué no, presentar. Lo bueno de nuestro oficio es que es como si fuera un piano y cuantas más piezas sepas tocar, pues mejor. A mí me gusta mucho sentirme nueva bastante a menudo. Me apetece aprender todo el rato.
¿Cómo lleva vivir en Málaga?
Yo soy del mundo. Al final lo bueno es que vas dejando amigos por todos sitios. Me niego a elegir. Yo soy de Barcelona, tengo allí mis afectos, mi familia, todos los amigos de mi infancia. En Madrid he dejado 15 años de mi familia hecha por mí, una parte importante de mi vida. Y ahora me espera Málaga. Lo importante es sumar.
A TVE le debe mucho. Ha sido su casa. Dejar 'La mañana' no tuvo que ser fácil
En televisión todo son etapas. Si echas la vista atrás, estuve como seis años en telediarios, cinco en Los desayunos y al final todo, el trabajo, la vida, son etapas. La clave está en disfrutarlo a tope. Para mí, la etapa de La mañana ha sido muy bonita. Yo no había hecho un magazine con esa responsabilidad. Es un gran nivel de exigencia. Yo, que venía de un formato estricto como el telediario, que te permite poco juego, y en un magazine eres tú. A mí me ha dado tiempo de todo, de reír, de llorar...
Ha creado una familia
Hemos sido una familia. Al final, si vas a la redacción, pasas más tiempo con ellos que con la familia. Es compartir esos ratos, son muchas horas... Compartes cosas muy buenas, cosas muy malas, y haces amistad. Tengo amigos que ya son parte de mi familia. Saben lo que me pasa y cuando estoy triste, y al revés también.
Esa mañana del adiós fue complicada, ¿no?
Sí, fue complicada. Mi idea era terminar temporada, pero no me veía con fuerza, ni yo me veía con fuerza ni ese runrún le hubiera venido bien a mi equipo. Por respeto a ellos, creo que se merecían acabar tranquilos la temporada. Eso se lo dije a ellos esa mañana cuando subí a la redacción, les dije que tuviesen tiempo para preparar temporada sin ese ruido. Decidí ese paso y me alegro.
¿Cómo se gestó? ¿Alguien lo sabía?
A los jefes les dije que iba a pedir la excedencia y les pedí que hasta el último día me guardasen el secreto. Que no se lo dijeran a nadie. De hecho, absolutamente nadie del equipo sabía nada. Porque si yo hubiese sabido que los demás lo saben, hubiera sido incapaz, me hubiese emocionado todo el rato. Entonces, lo disfruté mucho porque los veía a ellos relajados. Yo no quería irme con la sensación de que les iba a condicionar a ellos ese día.
"Me avisan de un cambio de caras"
¿Cómo fue ese despido?
A mí se me llama a un despacho y se me comunica que estaban trabajando en un proyecto nuevo de La mañana, cosa que yo agradezco. Me avisan que hay un cambio de proyecto y de caras. Es lícito y habitual. Tengo que decir que nada tuvo que ver mi entrevista con Isabel Díaz Ayuso (41), como se ha dicho. No tuvo nada que ver, a mí ya se me había comunicado.
¿Qué le desea a Mónica López, su sustituta?
A Mónica no puedo desearle otra cosa que lo mejor. Van a hacer un buen trabajo, en ese equipo hay gente maravillosa. Sé que van a remar. A mi equipo, cuando me despedí, les dije que gracias por su trabajo, porque gracias a él el mío parecía mejor todos los días. Yo me he sentido muy arropada por mi equipo. Ha sido mutuo.
¿Ha sentido alguna vez la presión política en TVE?
Yo no. Jamás he tenido esa sensación y llevo muchos años. Es verdad que siempre he tratado de trabajar con la mayor honestidad. Me habré equivocado millones de veces. El error forma parte de mi trabajo. Si yo me equivocaba, pedía disculpas, como he hecho siempre delante de una cámara. He sido consciente en estos años de que era responsable de lo que preguntaba o decía, pero también de lo que callaba.
Para usted, ¿cómo sería una televisión pública ideal?
Llevo mucho tiempo defendiendo en entrevistas que en las radios y televisiones públicas los profesionales deben serlo y deben tener esa independencia y esa libertad para trabajar con criterio única y exclusivamente periodístico. Desgraciadamente, no ha sido así, no han permitido a los profesionales de la información hacer su trabajo con esa libertad. ¿Por qué? Porque las televisiones públicas han sido el juguete político de unos y de otros. Creo que hay que poner el valor, el criterio y la profesionalidad de todos los trabajadores que día a día se dejan la piel por ese servicio público que yo llevo en el ADN, dentro de mí. Ojalá cambie.
¿Se ha puesto en contacto con usted Mariló Montero, su antecesora?
Nos hemos cruzado mensajes. Sigo teniendo contacto con Mariló, es una de las personas más generosas que conozco en esta profesión, a la que quiero muchísimo. Ella fue una de las primeras que me felicitó.
A usted el coronavirus le pilló trabajando... Y no ha parado.
Pues sí, me siento una privilegiada. Yo no me he quejado ningún día, ¡con todo lo mal que lo está pasando buena parte del país! Ahora viene la lucha por tener un trabajo después de esta pandemia y yo me siento una afortunada. Soy poco de quejarme, me parece una pérdida de tiempo. Al final eso te enreda y te mete en un círculo que no te lleva a ningún sitio. Si vienen los problemas, ya buscaremos la solución. Soy muy optimista.
Por último, ¿cómo está a nivel sentimental?
La familia bien, gracias. (Risas)
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