El 3 de julio de 2018, las vidas de Pablo Iglesias (41 años) e Irene Montero (32) cambiaron para siempre. Aquella abrasadora mañana de verano llegaron al mundo sus dos primeros hijos, los mellizos Leo y Manuel Iglesias Montero, que este viernes cumplen ya dos años. Los pequeños, como sus propios padres indicaron, nacieron "mucho antes de lo esperado". En concreto, a los seis meses de gestación y con tan solo 27 semanas.
"Esperamos que salgan adelante. Están en las mejores manos. Nos enorgullece la calidad y la dignidad de los profesionales que se encargan del más importante servicio público; cuidar", añadió en un comunicado el entonces secretario general de Unidas Podemos. Tan solo tres días después, el 6 de julio, JALEOS informó en primicia de que Irene Montero había sido dada de alta del Hospital Materno Infantil Gregorio Marañón donde se había convertido en madre primeriza.
Ahí empezaba la verdadera lucha de Pablo e Irene, que pasaron de ser noticia día tras día por su posición de líderes de un partido político a quitarse la capa de lo público para convertirse exclusivamente en padres. Manuel y Leo permanecieron durante tres meses, casi 100 días, en el citado centro médico siendo observados por sus doctores a la vez que sus progenitores empleaban el Método Mamá Canguro (MMC). Esto es, una técnica completamente natural con la que los bebés prematuros están en contacto físico, piel con piel, con sus progenitores
El 8 de octubre fueron dados de alta hospitalaria, pero no de alta médica. Este periódico averiguó que los bebés debían seguir acudiendo a la consulta de neonatos y, en el caso de necesitarlo, también a atención temprana. Estas revisiones fueron cruciales para su salud. En el caso de niños que han nacido de manera prematura sirven para evaluar tanto su estado físico como psicológico.
Pero el destino les tenía preparada otra sorpresa a Iglesias y Montero. Cuando los mellizos contaban con tan solo seis meses de vida, la actual ministra de Igualdad volvía a quedarse embaraza. Esta vez, de una niña a la que pusieron de nombre Aitana y que "como es costumbre en la familia", también llegó prematura. "Hoy ha nacido Aitana", escribió Pablo Iglesias el 2 de agosto del año pasado. "Ha llegado antes de tiempo como es costumbre en la familia, pero por suerte, y gracias a la vigilancia sanitaria, ha sido mucho menos impuntual que sus hermanos. Está perfectamente y pronto vendrá a casa", concluía.
Si bien es cierto, en este tiempo completo en el que Irene Montero y Pablo Iglesias han sido padres de tres hijos, también sus caminos laborales han dado un viraje brutal. Mientras que antes eran simplemente líderes de un partido político -él, secretario general de Unidas Podemos y ella, portavoz de la misma formación en el Congreso de los Diputados- desde el pasado mes de enero él es el vicepresidente tercero del Gobierno y ella, también su pareja sentimental, es la ministra de Igualdad.
Ni siquiera por su encontrarse en la primera línea de fuego político, Irene y Pablo han sido vistos disfrutando de un paseo con sus mellizos. La sobreprotección con sus dos pequeños es incansable, infatigable, extrema. Los vástagos mayores de Iglesias y Montero viven tras del muros del chalé que la pareja posee en el municipio madrileño de Galapagar y han sido bastante más invisibles que su hermana pequeña, Aitana.
Desde su también prematuro nacimiento, Aitana -nombre elegido por "el lugar en el que María Teresa de León y Rafael Alberti se despidieron de su patria: un homenaje al exilio español y a la América Latina que abrazó a aquellas mujeres y hombres"- se ha acostumbrado a ir con sus padres casi cada día al Congreso de los Diputados, a diferentes reuniones parlamentarias o incluso a manifestaciones.
"Está enorme. Ella está bien, tía", comentaba Montero sobre su hija en una entrevista tipo reality que hizo con el periodista Julen Hernández para su canal de YouTube. Otro de los momentos llamativos de esta original conversación con el comunicador vasco es cuando Aitana se queja, llora, y su madre; sin parar de atender a sus responsabilidades políticas, la toma en sus brazos para cambiarle de pañal. Minutos después, Aitana vuelve a reclamar la atención Irene. Y esta, mientras debate con los miembros de su equipo y da el pecho, espeta: "Yo con tres hijos no me paro y pienso".
A mediados del mes de abril, en pleno confinamiento por la pandemia, Irene Montero, que había dado positivo en coronavirus, intervenía en el programa Sálvame y desvelaba cómo estaba viviendo su propia cuarentena aislada en su habitación. No solo como ministra de Igualdad o esposa del vicepresidente sino como madre.
Al estar apartada de su núcleo familiar, Montero confesaba que echaba de menos hacer la compra "porque teniendo tres hijos no puedo salir mucho". También reconocía entonces que le encantaría "comerse a besos" a sus tres pequeños una vez terminada la reclusión, pero "ya son mayores y ellos quieren menos besos y más jugar".
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