El 13 de julio de 2019, tras días de fuertes rumores de crisis, Alejandro Sanz (51 años) y Raquel Perera (45) confirmaron su separación tras 12 años de amor incondicional. Lo hacían a través de una publicación en sus redes sociales con una fotografía en la que ambos posaban con sus dos hijos en común, Alma (6) y Dylan (9), y un texto muy emotivo: "Un amor puro y comprometido. Somos una familia y siempre lo seremos. Decidimos amarnos para siempre y así será. Lo eterno tiene la complejidad y la ventaja de transformar las maneras de amarse en otras direcciones, sin destruir el cariño, la lealtad y la responsabilidad conjunta sobre nuestros hijos. Nuestra familia está por encima de cualquier cosa... es diversa y bella, como la vida y así permanecerá. El mundo cambia, nosotros también, siempre amorosamente". Unas palabras que parecían mostrar una ruptura cordial, pero solo un año después ha estallado la guerra entre la expareja.
Raquel presentaba el pasado 12 de junio la demanda de divorcio de Alejandro Sanz en la que ha dejado detalladas sus solicitudes monetarias y reparto de bienes. Según la información de ABC, la exrepresentante del artista pide, entre otras cosas, 40.000 euros mensuales de pensión alimenticia y su parte del dinero amasado durante el periodo de su matrimonio, ya que, según alega ella, se dedicó por completo a gestionar la carrera de su entonces marido mientras se quedaba también al cuidado de sus hijos menores.
Esta alta cifra económica que exige al mes Perera está basada en que no quiere prescindir de la educación y el estatus que han llevado hasta ahora sus vástagos en Miami. Por ello, desea poder seguir llevando a sus hijos a la escuela privada y no negarles los servicios médicos, educativos, ni extraescolares u ociosos como campamentos de los que han disfrutado desde que nacieron.
Al mismo tiempo, en su petición de divorcio también alude al hecho de pasar más tiempo con sus pequeños, pues alega que mientras ella reside en la capital de Florida con ellos, el padre, Alejandro Sanz, no para de viajar por su trabajo y porque cuando tiene vacaciones prefiere pasarlo en España con su familia y sus negocios. Todo esto según argumenta la propia Perera.
Por su parte, Sanz ha contestado con rotundidad a la petición de su expareja. Cuando el cantante recibió la demanda no dudó en hacer una contraoferta que pudiera satisfacer las solicitudes de Perera, y le ofreció bajar la manutención mensual de 40.000 a 15.000 euros, a pesar de que solo el alquiler de la casa donde vive ella cuesta 18.000 euros al mes. Por todo ello, fue rechazada de forma inmediata por su ex.
Raquel se ha implicado de lleno en defender su parte de beneficio tras el divorcio, y por ello el pasado jueves solicitó una moción de urgencia en la Corte de Familia de Miami para pedir oficialmente protección legal temporal. De esta forma, Perera intenta evitar que su exmarido malgaste los bienes matrimoniales antes de que se ratifique el divorcio.
El documento está repleto de puntualizaciones e información directa para Alejandro Sanz en lo que respecta a la gestión de su economía. Según detalla el citado medio, Perera redacta que el cantante no puede sacar, transferir o hacer otro tipo de transacción de las cuentas comunes que tienen en entidades bancarias como el Banco Sabadell y Morgan Stanley en Florida. Esta es una de las peticiones más contundentes, pues Sanz es el único que tiene firma y poder sobre esas cuentas.
Pero la demanda de Raquel desvela algo más. La exmánager del autor de Corazón partío asegura haber recibido WhatsApp amenazantes del cantante unos días después de recibir la controvertida demanda de divorcio. Perera asegura que el artista le dijo que le quitaría toda ayuda económica y que, de hecho, le ha cancelado las tarjetas de crédito. En el mismo escrito señala que Sanz no ha abonado las mensualidades escolares de los niños y la obliga a abandonar la casa de Miami.
El deseo del cantante, sin embargo y a pesar de estos polémicos obstáculos, es llegar a un acuerdo favorable que proteja a sus hijos, pues es su mayor preocupación, tal y como ha demostrado en el pasado con la pensión y las necesidades que han requerido Alexander y Manuela, sus hijos mayores.
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