Si hay algo que no se le puede negar a Kiko Rivera (37 años) es la capacidad que tiene para reinventarse. Al menos, para hacer incursiones en diferentes campos y tratar de cumplir el objetivo que lleva persiguiendo años: acabar con los problemas económicos que llevan mucho (demasiado) tiempo ahogándole. El hijo de Isabel Pantoja (64) ha puesto a la venta su parte de Cantora. Y no, por el momento no la ha vendido, como se dijo a finales de la semana pasada y él mismo no tardó en desmentir.
El artista necesita dinero. Y aunque no parece que con ello vaya a poder tapar los agujeros a los que se ha referido desde hace meses, Twitch (abrió la cuenta en marzo de 2020 y su primer vídeo data del 1 de mayo de ese mismo año), donde ahora se ha lanzado a hacer entrevistas a personajes punteros de la actualidad televisiva nacional, podría ser un pequeño alivio para su día a día. Cabe recordar que, en mitad de lo más crudo de la pandemia y con todas las actuaciones canceladas por las restricciones derivadas de la misma, confesó que estaban viviendo gracias a una ayuda de 700 euros proporcionada por la Junta de Andalucía.
Pero ¿qué ingresos puede darle esta plataforma de vídeos que se ha puesto tan de moda entre anónimos y famosos? Esa en la que hace directos en streaming y en la que lo mismo se pone cara a cara con Bertín Osborne (66) o Jorge Javier Vázquez (50) que se pone a chatear con sus seguidores y suscriptores mientras pasa la noche a los mandos de videojuegos (el perfil gamer es que es el que más explotado está en Twitch). Unas entrevistas que, además, publicita de manera conveniente a través de Instagram, donde tiene una comunidad que supera el millón de followers.
Porque es muy importante diferenciar entre los seguidores y los suscriptores. Los primeros no reportan ni un céntimo. Los segundos, sí. La plataforma, que es propiedad de Amazon, tiene tres precios mensuales para apoyar económicamente a los creadores de contenido: 4,11 euros (de los que el streamer se lleva un 50%), 8,22 euros (perciben un 60%) y 20,57 euros (un 80%). Unos niveles de suscripción que, en función de lo que el cliente pague, tiene más o menos beneficios.
Kiko cuenta con casi 80.000 seguidores, que no suscriptores que, al acceder a su información se encuentran con una descripción que refleja el espíritu con el que él siempre se ha expresado en las redes: "Creador de contenidos A veces me caliento pero no me lo tengáis en cuenta. Os quieruuuuu". Pero, entrando en la materia que interesa, ¿cuántos tiene de estos últimos, que son los que realmente le hacen tener beneficios en su cuenta corriente?
Herramientas de medición
Utilizando el programa OBS Studio, una herramienta específica para la medición de datos e impactos de plataformas de streaming, el hijo de Pantoja no llega a las 150 suscripciones. De ellas, la mayoría son de primer nivel, del más barato. Y las cuentas son claras: lo que ganaría en estos momentos no alcanza los 300 euros. A esto habría que sumarle la cantidad mensual por reproducción y por los anunciantes que sea capaz de llevar a su canal.
En su caso, y según la página web Twitch Tracker, donde se analizan numerosos parámetros de cualquier cuenta que se quiera, a día 23 de febrero, Kiko ha ofrecido un total de 22 horas de streaming que podemos comparar con las de alguien que se gana la vida de esta manera y que está de actualidad, como es Ibai Llanos (25). Este último suma más de 83 horas de directo a falta de casi una semana para que se acabe febrero.
Aún así, la conclusión a la que se llega es clara: es una buena manera de remozar su imagen y de emprender en nuevos caminos, pero no le permite mantener una familia. Aunque a su favor cuenta con el trabajo que su mujer, Irene Rosales (29), realiza en Viva la vida, a falta de los bolos que le permitían llevar sustento a casa, a Rivera le empieza a urgir vender esa mitad de la finca en la que reside su madre.
A la vez, ya trabaja en su música. Esta misma semana, compartía una imagen desde el estudio de grabación junto al productor Juanma Leal. Una instantánea que hace ver que está centrado y que, a pesar de que en las últimas semanas ha sobrevolado, de nuevo, el fantasma de sus problemas de adicciones.
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