"Mañana me someto a una operación y estoy nerviosa". Así de rotunda desveló Lydia Lozano (60 años) que tiene que pasar por quirófano este martes y que la situación le causaba una enorme intranquilidad. Máxime cuando ha mostrado públicamente, en reiteradas ocasiones, el miedo que tiene a los médicos.
"De momento tengo que estar allí dos días pero cuando hablé con el médico me fue a explicar lo que tenía y le dije que no me contase nada", añadía este lunes desde el plató de Sálvame ante la mirada de Carlota Corredera (46) y justo antes de explicar cómo habían comenzado las molestias: "Al principio pensé que era porque se me quedaban dormidas pero llegó un momento en el que cogía un libro y no lo sentía".
Un semblante serio y con algo de miedo es el que se intuía debajo de la mascarilla rosa y de las gafas de sol con las que entraba en el hospital Ruber Juan Bravo, de Madrid, en el que van a solucionar su problema en la mañana de este martes, 23 de febrero.
Lydia se bajaba de un taxi a su llegada al hospital. Y no lo hacía sola, porque su marido, su inseparable Charly (69), hacía lo propio, portando una maleta con la ropa que su mujer va a necesitar durante el tiempo que dure ese ingreso. Porque la intervención no es baladí: "Me van a operar de la C4, C5, C6 y C7. El hormigueo es por un aplastamiento en la médula y eso es lo que me da miedo". Una dolencia que viene de un accidente que sufrió en el pasado y que, tal y como ella explicó, se ha agravado por su uso excesivo del teléfono móvil.
Fiel compañero
La colaboradora de Mediaset, que lleva más de tres décadas casada con Carlos García-San Miguel y Rodríguez de Partearroyo (ese es el nombre oficial y completo que figura en el DNI de él), siempre ha tratado de preservar la intimidad del arquitecto, que vive completamente alejado de todo lo que tenga que ver con los medios de comunicación.
De hecho, él ha tratado de persuadir a su esposa para que se aleje del plató de Sálvame. Sobre todo tras esas tardes tensas en las que Lydia ha acabado llorando al tocarse temas delicados (la mayor parte de las veces, por esa pesadilla con nombre propio que le persigue y que va y vuelve de manera recurrente: Ylenia Carrisi). Pero la pasión de Lozano por el trabajo (por su trabajo) es más fuerte. Hasta el punto de que, a punto de meterse en el quirófano, manifestaba tajante: "Si en tres días puedo volver, vuelvo". Y él, lo respeta.
Tanto, que ha llegado a aparecer, por sorpresa, en ese escenario del que procura apartarse. Fue en diciembre de 2018, coincidiendo con el cumpleaños de Lydia. Charly le llevó un enorme ramo de rosas, demostrando que su amor es más fuerte aún que el miedo a que esa pequeña aparición diera a pie a que se ahondara en una vida cerrada de manera hermética a los focos.
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