En 2009, Ion Aramendi (44 años), entraba a formar parte del universo Sálvame. Como reportero. Durante siete años, ofreció información de actualidad desde la calle. En 2016 le ofrecieron un plató para él. En la cadena autonómica vasca. No lo dudó: se puso al frente de Qué me estás contando. Desde ahí, dio el salto como presentador a la televisión nacional de la mano de TVE. El cazador, donde lleva poco más de un año, ha supuesto que se asiente en el ente público tras unos meses en Todos en casa.
Ahora, Ion está inmerso en dos nuevos proyectos: La noche de los cazadores, a punto de entrar en postproducción, y The dancer, un talent que empezará a grabar en las próximas fechas. JALEOS habla con el donostiarra de cómo le ha cambiado la vida desde que estaba a pie de calle con el micrófono en Telecinco, de la importancia que tiene en su vida la familia que ha formado junto a María Amores (también dedicada al mundo del entretenimiento audiovisual) y de cómo supo reinventarse tras un revés emocional que le hizo tocar fondo.
¿En qué punto se encuentran los dos proyectos que tiene en el horizonte?
Tenemos listas casi todas las grabaciones de La noche de los cazadores, a punto de terminar mi trabajo y, a partir de ahí, ya empezaría la labor de edición. Estoy súper contento, porque estamos haciendo programas muy chulos y con algo de público en plató, 50 personas, que tenerlo de nuevo es una gozada. Y a punto de empezar con The dancer. Así que estoy superfeliz.
Superfeliz y con poco tiempo.
Bienvenido sea. Lo único que me da pena es estar lejos de mi familia y no poder ver a mis hijos más de lo que les veo. Pero es una suerte estar trabajando, y en proyectos tan espectaculares como estos. Es un regalo.
Se está convirtiendo en uno de los hombres del momento en la televisión. ¿Qué tiene Ion Aramendi para ser algo más que una moda?
No sabría decirte qué tengo, solo que intento hacer mi trabajo lo mejor posible. Al final, eso depende de la gente. No sé si seré una moda, pero a mí, no me gustan las modas. Soy una persona que tengo mi propio estilo: desde mi forma de pensar, mi vida hasta la ropa.
¿Cuánto le costó dejar atrás una etapa como la de Sálvame, donde se dio a conocer a la audiencia?
Todas las decisiones que implican cambios radicales, porque también tuve que cambiar en lo personal al mudarme desde Madrid, dan vértigo. Pero también hay que dar esos pasos y ser consecuente con lo que haces. Me dio mucha tristeza. Es una de las despedidas que más recuerda la gente por todo lo que lloré, que soy muy llorón. No soy de mirar para atrás, la verdad... Afortunadamente, todas las decisiones que he tomado, me han salido bien. Podía ser arriesgado, pero todos esos pasos me han dibujado una carrera con la que no había soñado, pero que me está gustando.
De qué manera marcó su vida personal esa experiencia, esos años en la calle con el micrófono en la mano.
Tuvo sus alegrías y sus tristezas. A veces eran jornadas extenuantes de mucha espera en las guardias en urbanizaciones o puertas de famosos. Son momentos de introspección, de mucha relación con los compañeros cámaras con los que estás, de compañeros de agencia... Eso es lo bonito que me queda de esa experiencia. Y, luego, tener la oportunidad de conocer a mucha gente tan importante como Mel Gibson y Morgan Freeman o hacerle una pregunta a Brad Pitt. A mí eso es lo que me fascinaba, más allá de los famosos nacionales, que también ha habido muchos a los que me ha hecho ilusión. Esa oportunidad me la dio Sálvame y estoy muy agradecido.
Después de tantas horas de guardia, con alguno trabaría amistad.
Al no ser vocacional, yo hacía mi trabajo y, si les caía bien, podía estar un rato hablando con ellos. Pero amistad, amistad no. Me hubiera gustado ser amigo de Brad Pitt, pero ni de coña.
¿Cuánto cuesta la fama?
La fama es una consecuencia de mi trabajo y yo lo entiendo como tal. La popularidad hay que saber gestionarla, y a mí la gente siempre ha sido muy cariñosa y respetuosa conmigo. Muchos te toman como parte de su familia y tienes que corresponder con ese cariño y respeto con el que te tratan. Yo vivo muy tranquilo y no dejo de hacer cosas porque me vayan a reconocer.
Por lo que muestra en las redes sociales, es un hombre muy familiar.
Para mí, mi familia es lo más importante. Todo lo que hago a nivel laboral, lo hago por y para ellos. Para que se sientan orgullosos de mí mis hijos. Para que tengan una seguridad económica en el presente y el futuro y para que sean felices. Y mi mujer, igual. Todo lo que hago revierte en lo que yo llamo 'el equipo'. Son lo que me guía. Ver sus fotos es lo que me da la fuerza para seguir cuando paso muchos días lejos de ellos.
Vamos, que 'el equipo', como usted lo llama, desempeña un papel muy importante en la toma de decisiones a nivel profesional para usted.
Sí, todas las decisiones que he tomado desde que estoy con mi mujer, han sido siempre conjuntas. Incluso, ella ha tenido que hacer sacrificios laborales y las decisiones han sido siempre consensuadas.
El hecho de que ella trabaje también en el mundo de la televisión ayudará a entender el ritmo que lleva.
Es tremendamente positivo. Si no conociera el medio y los sacrificios, ya desde que estaba en Sálvame y de un día para otro tenía que hacer un viaje, hubiese sido más complicado. Aunque estoy seguro de que, con lo inteligente que es, lo hubiese entendido. Además, ese punto de ella de llevar más años que yo en la tele me ha ayudado a ser yo mucho más profesional. Aprendo mucho de ella también en el ámbito personal.
Ahora, anda a caballo entre Donosti, donde tiene la residencia familiar, y Madrid. ¿Cómo se organizan María y usted?
Los días que tengo grabación, que suelen ser tres o cuatro por semana, estoy aquí en Madrid solo. Ella se encarga de todo allí, en Donosti. De la casa, de los niños y, además, de teletrabajar. Es una superheroina como todas esas mujeres que compatibilizan trabajo con todas las tareas de casa. Sin su sacrificio y generosidad yo no estaría donde estoy.
Hay parejas a las que el confinamiento les ha afectado porque han tenido roces. ¿Cómo ha sido en su caso?
Más allá de todo lo que estábamos viviendo fuera, que era dramático, nosotros somos de esas parejas a las que les encanta estar juntos. Nos encanta hablar, pasarlo bien, no nos aburrimos nunca... Estar todos casa, con los niños, fue una etapa enriquecedora. Conocimos mucho más a nuestros hijos, y al pequeño le dimos mucha más atención de la que le pudimos dar en su día al mayor. Fue maravilloso. Del confinamiento, a nivel personal, solo puedo sacar cosas positivas. Conseguimos que la familia saliera reforzada.
¿Es de los que tiene miedo a la pandemia o de los que le muestran respeto, pero tratan de normalizar, en la medida de lo posible, la situación?
No tengo miedo a la pandemia, ni a nada en general. Pero sí tengo respeto. No soy paranoico, pero sí muy estricto con las medidas de seguridad, en casa y en el trabajo. Mi mujer y yo estamos en una burbuja. No puedo ponerme en riesgo por toda la carga de trabajo que tengo y evito el contacto social con mucha gente, que además lo respetan y entienden.
Si tuviera que elegir el momento más complicado de tu vida, ¿qué diría?
Atravesé una crisis muy importante con una pareja que tuve hace muchos años, como en 2006. Ahí toqué fondo. Salí de una ruptura amorosa para mí muy traumática en el momento. Pero es cierto que, a la vez, es lo mejor que me ha pasado en la vida, porque me ha enriquecido muchísimo. Ese fue el motivo por el que me marché a Australia un año. No conseguía remontar mi situación anímica y me tuve que ir solo para poner tierra de por medio y empezar a construir de nuevo mi propio yo. Gracias a esa experiencia me dio otra perspectiva de mi vida y me demostré que todo eso que había pasado no había sido más que un punto de inflexión tras el que me había convertido en alguien mejor. Así que estoy muy agradecido a todo lo malo que me pasó.
Qué importante darse cuenta de que uno ha tocado fondo y que necesita que le haga la cabeza como un click, ¿verdad?
Gracias a la ayuda de mis padres y mis amigos conseguí darle la vuelta y darme cuenta de que no podía seguir en la situación en la que estaba: hundido y mal.
Hay cierta estigmatización con las enfermedades emocionales, a hablar de ellas con claridad.
La verdad es que sí. Yo soy de los que cree que estamos muy pendientes de nuestra salud física y muy poco de la emocional. Los golpes emocionales son tremendamente dolorosos, muy graves y yo me tomo muy en serio a las personas que sufren depresión o que tienen algún problema en su cabeza, porque esta hay que cuidarle muy bien. Yo he tenido muchos más problemas emocionales que físicos, pero, sin embargo, todos me han hecho crecer. Bienvenidos sean todos esos dientes de sierra que tiene la vida.
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