Manuel Zamorano (44 años) lleva emparejado a su nombre la etiqueta del peluquero de los famosos. No solo no le importa, sino que reconoce que es algo natural. Por sus manos pasan los rostros más variopintos de Mediaset y de La fábrica de la tele. También fue el hombre de confianza de Sara Montiel para sus maquillajes y peinados. Su paso en numerosas ocasiones por Sálvame y su trabajo en Cámbiame, le han convertido, casi, en un personaje más.
Ha sido precisamente su condición de rostro conocido lo que le ha llevado a su nuevo proyecto: una colección cápsula de sudaderas para Gamberry, con la que ayudar a un amigo a reinventarse en su negocio de moda. Y, de paso, una manera de realizarse en un terreno que siempre le ha llamado la atención. El estilista atiende a JALEOS y reconoce que, su notoriedad gracias en Telecinco, le ha ayudado a capear el temporal de la pandemia en su negocio.
¿Cómo le ha dado por lanzarse al mundo del diseño?
A mí siempre me ha gustado el mundo de la moda. Este proyecto surge porque tengo un amigo que tiene una marca de prendas de ceremonia y, ahora, como no hay tanta boda, me propone sacar una colección cápsula de sudaderas y camisetas para él también reinventarse. Necesitaba un nombre de alguien que fuese conocido para ir de la mano con la marca. Salieron a la venta las primeras sudaderas hace como un mes, y se agotaron.
¿Cuál es el espíritu de los diseños que ha realizado?
Hice una con el logo de la marca, Gamberry Love, con un corazón porque estaba enfocada al día de los enamorados. Después sacamos una con una estrella, que es mi homenaje a Sara Montiel, la estrella con la que yo trabajé. La tercera es un dibujo de un dinosaurio, que hice yo, un poco naif y que me recuerda a mis películas de pequeño. Y hemos hecho otra con los colores de la bandera gay y cada uno lleva lo que significa cada uno de esos colores. Atrás todas llevan mi nombre, Zamorano, bordado en diferentes colores. Son 80% algodón, de muy buena calidad. Ahora hemos hecho una colección de camisetas, con peces y flores, para la Primavera/Verano. Y ahí estamos.
Ha nombrado a Sara Montiel, a quien ha querido recordar con este trabajo. ¿Se le ha rendido suficiente tributo a Sara, teniendo en cuenta la figura que fue en el mundo del espectáculo?
Creo que no. Ni tuvo la despedida que se merecía ni ha tenido el reconocimiento que se merecía. Pero es que en España somos así. El otro día viendo el Deluxe, hablaban de que a Penélope Cruz no se le ha dado en España el reconocimiento que merece, pero es que somos así. Si Sara hubiese sido Ava Gardner, si hubiese nacido en Estados Unidos hubiese sido idolatrada. Pero la gente que la queríamos, estuvimos a su lado hasta el último día.
Cuéntenos una anécdota con ella que tenga grabada en la memoria.
¡Te podría contar 50.000! Cuando la conocí, no estaba tan de moda ponerse bótox. Y aunque ella fue de las pioneras en hacerse lifting, recuerdo que se pegaba toda la cara al pelo con esparadrapo. Se ponía una media en la cabeza y de la frente, de las sienes... Todo eso se ponía esparadrapo e iba tirando. Luego se plantaba una peluca encima y ya la podía maquillar. Conseguía un efecto lifting del momento para hacerse las fotos. Después se lo quitaba y volvía a caer todo. Murió conmigo también, porque, fíjate qué casualidad, que me pilló en su casa. Con los años me he dado cuenta de con quién estuve, porque empecé con ella a los 19 años, era un niño. Ni era mitómano ni había visto en mi vida más que dos películas de Sara Montiel. La vida me la puso en mi camino y, ahora, me doy cuenta de que estuve al lado de una grande, grande, grande.
El nombre de la marca con la que ha sacado la colección es Gamberry. ¿Se considera un gamberro?
Supergamberro. Me paso el día dando sustos a mis clientas famosas en la peluquería. Me encanta. Me meto dentro de un armario y, cuando van a coger el abrigo, se cagan vivas. Carlota Corredera un día casi me arranca la cabeza.
Lo cierto es que, para entrar en el universo Sálvame, un pelín gamberro hay que ser.
Sálvame es mi casa. Me ha dado muchas cosas y todas buenas. Entrar cuando empezó y haberme mantenido, y que sigan contando conmigo para todo... Ya no solo el programa, sino La fábrica de la tele también. Que me tengan en cuenta siempre para sus proyectos, como cuando hice Cámbiame. Me ayuda mucho a nivel profesional, porque, al final soy conocido y eso me ha traído muchas cosas. A nivel visual, la gente me conoce por la calle y eso repercute muy bien en mi negocio.
Quizás eso le haya ayudado a aplacar el golpe de la crisis de la pandemia.
Yo estaba aterrorizado. En medio de la pandemia, me cambié de local e hice una obra monumental. Hice una apuesta brutal, porque se me acababa el contrato donde estaba. Obras, los chicos en el ERTE...
Vamos, que es usted gamberro y un poco inconsciente.
Inconsciente y que nunca he estado parado. Saqué mi colección de productos en plena pandemia, mi marca (vamos a entrar en grandes perfumerías ahora). No paro, pero es que creo que si parase no sería bueno para mí.
¿Cómo le sienta que se le conozca con la etiqueta del estilista de los famosos?
Pues a ver, es que yo peino a mucha gente conocida. Me gusta que se refieran a mí así. Yo peino a gente normal; gente con más o menos dinero; a las pititas, como las llamamos nosotros; a marquesas, a personas anónimas... ¿El peluquero de los famosos? Pues sí, pero lo que quiero es seguir trabajando. Seguir haciendo cosas, sacando los proyectos del día a día y que la pandemia nos deje trabajar. Y que el Gobierno nos ayude.
Esto último, ¿lo ve más complicado?
Sí... Estuve viendo un vídeo en Instagram de una chica contando lo que hemos hecho nosotros y lo que ha hecho el Gobierno y es increíble. Pasamos de ser un producto de lujo y pagar el 21% de IVA antes de la pandemia, a que dijeran que somos de primera necesidad. No era entendible. Tú te puedes dar el tinte y peinarte en tu casa, y nosotros estamos encima de la gente. Me encantaría por todos mis compañeros, porque se están cerrando salones sin parar. Dentro de lo que cabe, yo voy tirando. La verdad.
¿Qué es lo más extravagante o raro que le ha hecho a uno de esos famosos que pasan por su salón de belleza?
En el salón no sé, pero cuando hicimos Cámbiate Premium, tuvimos que decolorar a Pablo Sebastian, porque nos pidieron que lo pusiéramos como George Clooney. Había que ponerle canoso. Le tuvimos que quitar el tinte que llevaba, cortarle el pelo fino que tenía. Fue complicado... Como cuando le corté el pelo a Carlota Corredera por el hombro después de año, que nunca me dejaba cortarle el pelo.
¿Y con cuál de ellos te ha resultado más complicado trabajar?
Yo recuerdo complicada la sección que tuve con Carmen Borrego. No porque fuese complicada ella, pero la sección era cambiarla de imagen y a no todo el mundo le gusta, por ejemplo ponerse pelucas. Ella achacaba que le recordaba a la enfermedad de Terelu y le daba pánico ponérselas. Pero claro, si tampoco quería cortarse el pelo... Yo tengo muy buena relación con ella, pero los cambios eran complicados, porque cada semana la vestía un diseñador y no siempre estaba favorecida.
Inmerso como está en el universo Mediaset, ¿se vería concursando en un reality?
Este año es la segunda vez que me lo han propuesto, pero estoy en un momento en mi vida profesional tan bueno... Aunque es verdad que, con esto de la pandemia, he pensado: "¿Dónde estaría mejor que en Supervivientes tumbado?". Pero irme ahora...
Pero no lo descarta.
Lo que pasa es que como ya me han tentado dos veces... La primera vez, era para ir con Zeus, el hijo de Sara Montiel. Se iba por parejas, un famoso con un no famoso. Fuimos con Sara a la reunión y, al final, yo me rajé. Al final el chico, como le ponían otra pareja, no fue. No me veo en un reality. Creo que he trabajado tanto en mi vida que no quiero, no estropearlo... Me imagino con hambre y no me veo. Bueno, estaría todo el día haciendo peinados a los compañeros con hojas de palmera. Me da un poco de miedo.
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