El pasado mes de diciembre, una infección le dio un susto muy grande a Himar González (44 años). La meteoróloga de Antena 3 estuvo 11 días ingresada y, tal y como explicó en una entrevista poco antes de Navidad, "uno o dos días más tarde y posiblemente, tal y como me dijeron, ya no estaría aquí…".
Recuperada de aquella experiencia que, por fortuna, no terminó en drama, Himar atiende a JALEOS para hablar de cómo cambió su sueño de ser actriz por la información del tiempo, del peso que ha adquirido en su cuenta de Instagram (donde va camino del medio millón de followers) y de las reflexiones acerca de la muerte que han asaltado su cabeza desde aquel episodio médico poco antes de despedir 2020.
¿Qué se le pasa a alguien por la cabeza para, un día, pensar en convertirse en mujer del tiempo?
Fue una especie de conexión de dos factores: soy licenciada en Física de la atmósfera y, para evadirme de la dureza de la carrera, estuve unos años trabajando como periodista en distintos espacios, como presentadora en la televisión canaria. Después de años rotando por diferentes programas, me dije: "Vamos a centrarnos y a aplicar lo mío también. Empecé a ser presentadora de los servicios meteorológicos de la Televisión Canaria y al tiempo me vine a un día a Madrid a hacer entrega masiva del currículo a las cadenas. Me llamaron de Telecinco y, al poco, de Antena 3, donde llevo once años.
Tenía usted el sueño de ser actriz. Igual esta era una buena manera de conjugar el ponerse delante de una cámara y esa carrera de Física que estudió.
No, fue distinto, porque a mí siempre me gustó el arte dramático, pero la televisión no era una cosa que me atrajera de primeras. Me gustaba el cine, el teatro... pero también las ciencias. La tele era lo único que no me llamaba la atención. Llegado el momento, me presento a un casting porque buscaban una presentadora en Canarias, porque tenía que trabajar en algo. Al acabar la carrera me fui un año a vivir a Estados Unidos y, al volver, tenía que hacer algo con mi vida. A partir de ahí, me enganché, porque la televisión es un mundo fascinante.
Fue una bendita casualidad, entonces.
Cómo aterricé en televisión, sí. Cómo lo hice como meteoróloga, no. Eso ya fue currado durante mucho tiempo.
¿Cuánto ha cambiado el peso de la información meteorológica en los informativos desde que usted empezó a sentir interés por ello?
La información del tiempo es algo que nos une a todos, que a todos nos concierne. A todo el mundo le interesa: por la agricultura, por si sacas el paraguas, qué les pones a los niños... Al final es un factor de unión para toda la población y es un espacio al que la gente atiende con interés. Y es un espacio que tiene importancia dentro del informativo, porque, al final, nos afecta a todos. Con el paso de los años en las cadenas se han dado cuenta y se ha normalizado mucho la presencia de este tipo de información. Se ha adaptado a la demanda del espectador.
¿Le dan mucha guerra sus amigos preguntándole qué tiempo va a hacer?
Sí, sí eso pasa. Al final es tu profesión y yo lo equiparo un poco a un médico que va a un evento y la gente le comenta si le duele la espalda. Mis amigos me llaman y me dicen: "Oye, Himar, mañana tengo un evento. ¿Lo hago en la terraza o dentro de casa?". Es normal y yo respondo con mucho gusto.
¿Piensa que se podía haber tenido un poco más de previsión con la tormenta Filomena en Madrid, para que no hubiese sido todo tan caótico?
Por supuesto. Creo que fue un problema de planificación y gestión, no un problema de comunicación ni de información meteorológica. El ser humano, cuando no ha vivido una situación antes, no es capaz de imaginarse qué es lo que puede suceder. Por ejemplo, con el primer amor, que es todo muy intenso: si no lo vives, no vas a conocer la experiencia. Y nos ha pasado con la pandemia, que nos pillaba tan lejos... Es una situación histórica no vivida antes y, por mucho que nosotros avisáramos de que iba a ser una situación muy adversa, al final las autoridades no imaginaban realmente cómo iba a ser el impacto de esa nevada que estábamos anunciando. Pero de todo se aprende.
¿Cómo se adapta una canaria a un clima como el de Madrid, Filomenas incluidas?
Bueno, una Gran Nevada como Filomena, que es histórica, para nosotros los meteorólogos es un regalo del trabajo. El poder predecir este tipo de situaciones, seguir su evolución y su desenlace. Para el trabajo, prefiero situaciones de tiempo adverso, a los meteorólogos nos gusta que haya movimiento. Pero para mi vida personal, más siendo de Canarias, me quedo con el anticiclón.
¿Tiene alguien que le dé calor en el alma y el corazón cuando viene una borrasca?
Muchísima gente. Toda mi familia, mis amigos, mi gente...
Pero, ¿alguien más especial que el resto?
Yo de mi vida privada nunca hablo, nunca he hablado y, seguramente, nunca hablaré. Siempre he mantenido mi vida personal muy al margen, incluso en el trabajo. Y sé que hay interés, precisamente por eso, porque no he dicho nunca nada al respecto. Pero buen intento.
Desde hace unos meses, ha crecido el interés en la gente por seguirla en Instagram. ¿Se ve como influencer a medio plazo?
Nunca me lo he planteado, pero soy una persona que me dejo llevar por lo que la vida me traiga. Si la vida me lleva por un camino, si veo que me puede interesar, me dejo llevar. No me cierro de inicio a nada. Nunca se sabe. No sabemos dónde vamos a acabar.
Uno de los motivos de que haya crecido su popularidad en redes fue el susto de salud que nos diste a finales de año. ¿Todo en orden?
Todo perfecto ya. Ha sido una experiencia más de la vida y ahí se quedó. Me hice la revisión a principios de enero, y está todo perfecto.
¿Realmente se llegó a plantear que era el final?
El mismo día que entré en urgencias, me dijeron que era muy grave y que me tenía que quedar ingresada no sabían por cuánto tiempo. Que uno o dos días más, y no se hubiera podido hacer nada. Pero nunca me planteé que era el final, básicamente, porque se cogió justo a tiempo.
¿Qué se pasa por la cabeza en esos momentos?
Como se pilló a tiempo, yo ya no me planteo qué hubiera sucedido si... Para qué amargarnos más. Además, estaba malísima, con 40 y pico de fiebre y tampoco me dio tiempo a pensar: "Dios mío, mañana me hubiera muerto". Me quedo con que no pasó.
Una experiencia así, ¿hace temer a la muerte?
En mi vida personal ya he tenido desgracias muy cercanas y pérdidas muy, muy, muy cercanas y todo eso te cambia el concepto de la vida y de la muerte. Ves las cosas de manera distinta. Hasta que no vives una experiencia muy dramática, trágica incluso, en primera persona no eres consciente de lo que significa la vida y la muerte. Esto ha sido un recordatorio más. A veces, la vida no lanza ese pequeño recordatorio. Y es cierto que estas cosas siempre te cambian la perspectiva y te remueven.
Pero también sirve para darse cuenta de cuánta gente le quiere a una. Para sacar una lectura positiva dentro de lo complicado de la situación a la que hizo frente. ¿Esperaba tantas muestras de cariño como las que recibiste?
Yo de esto no he sacado nada negativo. Salió todo bien y, encima, recibí un cariño y un apoyo inmensos de la gente que jamás lo hubiera pensado. Tanto mis familiares como todos mis amigos de todos los rincones del planeta, pero también de muchísima gente anónima, amigos virtuales. Al final, los días en el hospital se me pasaron casi como en una nube. Los primeros días estaba muy malita, pero cuando empecé a poder mirar el móvil, todos los gestos que tuvieron conmigo, me abrumaban. Me hacía realmente feliz.
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