Cuando en 2004 Carlos Sobera (60 años) conoció a Patricia Santamarina tuvo claro que ella iba a ser la mujer de su vida. Ella productora y el presentador, ambos coincidieron entonces en un proyecto audiovisual y la química surgió casi de forma instantánea. "Yo me enamoré desde el primer momento que la vi", confesó el de Barakaldo en una reciente entrevista. Nada menos que 17 años después, forman una de las parejas más consolidadas del panorama televisivo y Sobera proclama sin cesar lo enamorado que sigue de ella actualmente.
Su amor es duradero y fuerte, y es que juntos han superado sus importantes problemas de salud. Carlos batalla contra los achaques de la diabetes, mientras Patricia vivió una de sus épocas más duras cuando hace dos años sufrió un derrame cerebral.
Santamarina superó la enfermedad gracias al apoyo constante de su marido, al trabajo de los sanitarios y a su fortaleza interior. Aunque desde hace un tiempo Patricia se ha propuesto demostrar que su fuerza también es exterior y física. Y es que la productora se ha aficionado al boxeo para luchar contra cualquier bache de salud que pretenda acercarse a ella.
La también abogada ha encontrado el lugar perfecto para practicar la que se ha convertido en su nueva pasión. Siempre que quiere sentir adrenalina, liberar endorfinas y olvidarse del estrés que genera la rutina acude al centro Brooklyn Fitboxing de San Sebastián de los Reyes, al norte de Madrid.
Ataviada con los colores del local y con los guantes bien sujetos a sus muñecas, la esposa de Carlos Sobera ha demostrado tener un gran talento para golpear al saco y lograr altas puntuaciones en el ranking que recoge a todos los clientes del centro. De hecho, esta misma semana presumía de haber alcanzado el primer puesto de campeona en el listado del fitboxing.
Mientras el bilbaíno apura los días antes de convertirse en uno de los presentadores de Supervivientes, Patricia parece querer demostrar que está tan saludable y enérgica que podría ser, sin problema, una de las concursantes de reality de Honduras.
Precisamente el Caribe trae muy buenos recuerdos a la pareja, y es que contrajeron matrimonio en la costa mexicana hace ya más de una década. "La primera vez que Patricia y yo dormimos juntos le pregunté: '¿Qué te gusta más, los incas, los mayas o los aztecas?'. Se quedó flipada, al día siguiente se compró un libro de los maya. Por eso, nos casamos en México por el rito maya", recordaba Carlos en el programa de Bertín Osborne (66), Mi casa es la tuya. Lo que no se esperaban ni Sobera ni Santamarina es que tras ese exótico 'Sí, quiero' vivirían algunos momentos muy complicados que, además de superarlos juntos, les ayudarían a unirse aún más.
Su derrame cerebral
Patricia Santamarina sufrió un derrame cerebral a principios de 2019 que incluso le llevó a la UCI: "Ahora está muy bien. Tuvo un susto importante el 4 de febrero. Patricia tuvo un derrame provocado por un cavernoma y tuvo que ser ingresada de urgencia. Tengo 58 años y ya he vivido un poquito, te das cuenta muchas veces que la vida hay que vivirla de una manera intensa y en cada momento, porque nunca sabes lo que te puede pasar al día siguiente", comentaba entonces Carlos Sobera.
Ya en pleno 2021, el presentador desvelaba que todo ha quedado en un mal recuerdo que está más que superado: "Historia pasada. Además, curiosamente, el 4 de febrero se cumplieron dos años y desapareció por completo la lesión. No tuvo ningún tipo de secuela y la verdad es que está muy bien y con más ganas de pasarlo bien y de vivir que nunca".
Patricia también habló claro sobre su duro episodio. Una vez curada, la abogada y productora asegura que solamente se ha quedado con la enseñanza y el buen trato que recibió por parte de todos los profesionales: "Nada, no me acuerdo de nada. Tengo un recuerdo muy feliz porque me trataron tan bien. La vida hay que vivirla cada segundo porque no se repite. Cada segundo es muy importante y hay que vivirla con la mayor alegría".
Si duda, Carlos Sobera es uno de los hombres más importantes de su vida y por eso siempre que tiene ocasión, Patricia se deshace en halagos hacia él: "El pobre, la verdad, no tendré nunca vida para agradecer la entrega. Si él no hubiera estado allí dándome energía hoy no estaría aquí".
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