El día de San José de 1964 en el pequeño municipio almeriense de Adra nacía un niño bajo el nombre de José Ortiz Rodríguez. Joselito, como lo llamaban cariñosamente en su entorno, era la alegría del pueblo, la luz de su colegio, la carcajada a mandíbula batiente en su grupo de amigos.
Con tan sólo 13 años, con una mochila cargada de -poca- ropa, pero mucha madurez, aquel adolescente, sabiéndose ya una mujer, abandonaba su patria chica en contra de su voluntad y a causa del injusto rechazo de todos, simplemente por su forma de sentir, para instalarse en Marbella. Allí lo acogería una familia de terratenientes con posibles.
Pero Joselito aspiraba alto. Su libertad absoluta, el conocimiento exhaustivo de sí mismo, no estaba en Marbella. Con 28 años, a principios de los 90, se mudaba a Madrid y empezaba a trabajar en el único nicho permitido hasta entonces para la gran mayoría de mujeres transexuales: la prostitución. En la primavera de 1996, y gracias a un golpe de suerte, su vida cambiaría para siempre.
El 15 de abril de 1996, hace ahora 25 años, la periodista y reportera Faela Sáinz tenía la misión de encontrar contenido fresco para su programa, Esta noche cruzamos el Mississippi, bajo la batuta de Pepe Navarro (69). Sin ser conscientes de ello, aquella noche se hizo historia, aquella noche nacía el mito.
Cristina la Veneno era la protagonista del reportaje de Sáinz y sus comentarios deslenguados, su poderosa mirada, sus hipnóticos movimientos y su epatante cuerpo dejaron petrificados a Pepe Navarro y su millonaria audiencia. Dos semanas después, tras un esfuerzo titánico por parte de la cúpula del Mississippi -y muy especialmente del presentador-, La Veneno pisaba el plató de Telecinco con la siguiente presentación.
"Antes fue Joselito, pero siete millones de pesetas la han transformado en este exquisito manjar con forma de mujer. Es La Veneno, la más provocadora, seductora y sensual de las transexuales. Es la reina de la noche, la noche madrileña, envidia de mujeres y sueño erótico de miles de hombres. Su profesión, prostituta; su caché, más de 10.000 pesetas por noche. En materia de sexo, La Veneno no tiene rival".
En cuanto Cristina puso un tacón en los estudios de Mediaset, la curva de la audiencia se disparaba sin control. Su carrera televisiva no había hecho más que empezar y su desparpajo ante las cámaras, incluso retando al propio Pepe Navarro, hizo que el presentador la contratase como colaboradora fija. El programa que la descubre llega a su fin y, de Telecinco pasan a Antena 3 con La sonrisa del pelícano. Apenas unos meses duró aquello y el cierre definitivo de su paso por la tele provocó su declive personal.
En el año 2003, Cristina Ortiz Rodríguez era condenada a tres años de prisión por estafa. El abril de aquel año, justo siete años después de su descubrimiento, ingresó en un módulo masculino del Centro Penitenciario Madrid VI-Aranjuez. Junto a su novio, Andrea Petruzzelli, La Veneno incendió su piso en propiedad para cobrar el seguro. En el año 2006, Cristina reaparece y su imagen vuelve a paralizar el país.
Con más de 40 kilos de peso por encima del suyo habitual y con la tristeza en su mirada, la prisión había hecho mella en ella. Su forma de ser, en cambio, permanecía intacta. Precisamente por eso vuelve a los platós de televisión, en esta época suele hacerlo en horario de late night para hablar, sobre todo, de aquellos presuntos poderosos hombres a los que amó en su era dorada. Según ella, futbolistas, políticos e incluso aristócratas. Algunas de las iniciales aparecieron en su libro ¡Digo! Ni puta ni santa, las memorias de La Veneno.
El 9 de noviembre de 2016, la Veneno fallece en el Hospital de La Paz en Madrid tras cuatro días ingresada. Cristina había sido encontrada por Alín, su novio, tumbada en el sofá de su casa, el número 12 de la calle Tablada en el distrito madrileño de Tetuán en muy mal estado, semiinconsciente, con el cuerpo lleno de moratones y con una gran brecha en la cabeza que le produjo un traumatismo craneoencefálico que requirió intervención quirúrgica.
La muerte de la Veneno sigue siendo todavía hoy un misterio, cuatro años y medio después. La autopsia determinó que la causa de su fallecimiento fue un golpe en la cabeza por una caída. Sin embargo, la familia de la televisiva artista jamás creyó en esa hipótesis. Las incógnitas en torno al caso se multiplicaron por cien a principios de 2020, especialmente por el éxito masivo e internacional de la serie Veneno. Los directores Javier Calvo (30 años) y Javier Ambrossi (36), a lo largo de sus ocho capítulos, abordaron al detalle el auge y la caída de Cristina desde su infancia en Andalucía hasta su último adiós.
Con ayuda de un abogado penalista y del criminólogo Óscar Tarruella (50), la familia de Cristina presentó recurso para reabrir el caso de la muerte de la artista. Esta petición se presentó el 28 de octubre en el juzgado de instrucción número 53 de Madrid, según publicó JALEOS en exclusiva. El 4 de febrero de este año, se supo que la Fiscalía de la Comunidad de Madrid se oponía a reabrir la causa por el fallecimiento de La Veneno.
El órgano legal "ha impugnado el recurso de reforma interpuesto por la representación legal de un familiar de Cristina Ortiz Rodríguez contra el auto que denegaba la reapertura de las actuaciones para investigar las causas de su muerte". Así lo explicaba una nota informativa a la que este periódico tuvo acceso. Cristina la Veneno, 25 años después, caso cerrado.
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