Carles Francino relata su infierno tras superar la Covid: "Me dio un ictus y perdí la voz"
El comunicador ha regresado a la radio tras 47 días luchando contra la enfermedad y no ha podido evitar emocionarse.
10 mayo, 2021 16:36Noticias relacionadas
47 días han pasado desde que Carles Francino (63 años) se alejara de su audiencia de La ventana. Un contacto estrecho con un positivo de Covid era el culpable de que, el pasado 26 de marzo, se tuviera que ir a su casa, tal y como él mismo ha explicado, "cabreado como una mona". Veía la medida exagerada. Lo que no se esperaba es que, cinco días más tarde, iba a entrar en urgencias de la Fundación Jiménez Díaz con el ánimo y los niveles de oxígeno muy bajos. Ni que, además, iba a sufrir un ictus. Mucho menos que ese contacto estrecho fuese a fallecer.
Este lunes 10 de mayo, el periodista ha regresado a las ondas y conteniendo la emoción en varios momentos de su discurso, se ha dirigido a sus fieles de la Cadena Ser para relatar su particular infierno tras infectarse. "He vuelto, ha costado, pero estoy aquí otra vez", comenzaba antes de dar paso a cada uno de los colaboradores que tenía en la mesa de esta tarde. "Llevo más de 40 años ejerciendo de periodista y he vivido momentos singulares, pero, sinceramente no recuerdo uno tan especial como el de hoy, por muchos motivos. Me gustaría poder compartirlo, porque la radio es eso, compartir".
"No es que yo haya vivido algo diferente a lo de miles de familias, pero hace 47 días me dijeron que tenía que marcharme de la radio. Había tenido un contacto con un positivo y me fui a casa", explicaba sobre las causas de su retirada temporal de su puesto de trabajo. "A los cinco días de dar positivo, tuve que ingresar de urgencia en la Fundación Jiménez Díaz, con una saturación de oxígeno y unos ánimos muy bajitos.
Francino desvelaba que durante este calvario perdió entre 6 y 7 kilos, masa muscular, e incluso perdió la voz. "Las pasé canutas, sobre todo durante 48 horas: los indicadores eran malos, incluido un ictus del que, afortunadamente, parece que no me han quedado secuelas". "El contacto estrecho, que es un familiar muy próximo murió el 12 de abril. Y otra muy próxima se recupera lentamente tras pasarse casi un mes en la UCI. Mi mujer y mis hijos pequeños también lo sufrieron, pero con menor virulencia".
"A partir de ahí, tres cosas. La primera, ¿es posible que nos hayamos olvidado de los sanitarios? ¿Dónde han quedado los aplausos de las 8 de la tarde? Todos los homenajes, todos los reconocimientos, se quedan cortos", proseguía, haciendo hincapié en el cansancio del que ha sido testigo en los sanitarios. También, del cabreo.
Ahí enlazaba con la segunda de sus reflexiones: "¿Cómo no van a cabrearse, Laura o Alejandro, dos de los que me atendieron? Dentro del Clínico de Madrid se escuchaba el ruido del botellón que había en la calle el sábado. No tiene nombre. La Covid ha afectado a mucha gente, pero a otra mucha no. Y tengo la sensación de que, en ese segundo grupo, las alusiones a hospitalizados y muertos, molestan. Pero hoy no quiero entrar en eso, solo preguntar dónde nos deja eso de 'no nos molesten'.
"No quiero entrar porque la tercera reflexión es invocar a La fuerza del cariño, que ya sé que es el título de una película, pero también el de una reivindicación. Un cariño que a mi familia y a mí nos ha desbordado en estas semanas. No solo de los amigos más próximos y burbujas familiares, sino de la radio. De los compañeros y compañeras, de un montón de oyentes, de personas que un día entrevistaste...", de nuevo, precisaba hacer un alto de un segundo para tomar aire. Y para exclamar un "vaya numerito" que sus compañeros no veían como tal y ante lo que le animaban a seguir: "Ha sido realmente abrumador. Si el cariño fuese una hipoteca, yo estaría pagando plazos lo que me queda de vida".
Para terminar, recordaba un mensaje que le había sobrecogido de manera especial. Horas antes de ponerse delante de su micrófono: "Esta mañana nos escribe una mujer que vino a ver y un programa en directo que hicimos en septiembre en Valladolid, durante la Seminci. Vino con su marido. Poco después, ese marido murió de Covid. En ese mensaje me deseaba toda la fuerza del mundo en mi regreso". Y terminaba Francino, como recomendación a todo el que le estuviese escuchando: "No perdamos el tiempo en peleas absurdas y en otras gilipolleces. Y siento decir todo esto, porque parece que, además de la Covid, me ha picado en virus de Pablo Coelho".
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