Paloma Cuevas (48 años) y Enrique Ponce (48) están a punto de firmar su esperado divorcio casi un año después del anuncio de su ruptura. Desde aquel 1 de julio de 2020 en que una revista del corazón destapó su separación, mucho se ha escrito y hablado de esta historia que sumaba 20 años y se hacía añicos. De forma sorpresiva para muchos. En un primer lugar, el matrimonio habló de cordialidad, respeto y cariño. Más tarde, irrumpió Ana Soria (22) y, por último, un escollo: la firma del divorcio. Paloma sí la estampa; Ponce, no.
Ponce se resistía. Algo no le cuadraba. Los abogados trabajando, el documento sin rellenar y el proceso, estancado. Los medios se hicieron eco de que podría ser que la cordialidad entre ambos no fuera tal, que habría desavenencias con la pensión de alimentos de sus hijas en común, Paloma (13) y Bianca (9). Nada que ver, según la información que siempre ha manejado JALEOS. En el punto de las hijas, ni un solo pero por ninguna de las partes. La reticencia de Enrique ha estado, según explica en las últimas horas alguien de su total confianza, en el tema económico. Se ha querido hacer todo "como Dios manda", para evitar a toda costa "un juicio desagradable".
Poner en orden, negro sobre blanco, todo el patrimonio que ha ido levantando Enrique Ponce desde que se convirtió en el número uno del toreo, no ha sido fácil. Según desliza la fuente consultada, la "vía libre" que tiene el todavía matrimonio en la actualidad se vio reforzada hace unos días, cuando Paloma se desvinculó por completo de la compañía en las que aparecía en común con Ponce, CPM Building SLU. Cuevas ya no figura como apoderada de esa empresa. Ha aparecido en entidades en común con Enrique, como en Cetrina Sociedad Limitada -empresa a través de la que se gestiona la producción de un aceite de oliva virgen extra, donde más volcada ha estado Paloma-, y en Sucesores de Benito Zoido SL.
Todas estas entidades saneadas, pero ya con menos rastro de Paloma Cuevas. Paso clave y lógico, teniendo en cuenta "que Paloma nunca ha necesitado a Enrique". "Ese paso ha sido importante en todo este proceso, pero donde han encontrado mayor problema ha sido con la finca La Cetrina", se confía. Ubicada en Navas de San Juan, en Jaén. Este impresionante terreno sobre el cual se construyó una espectacular casa al más puro estilo rústico ha sido escenario de bautizos y comuniones de las dos hijas del matrimonio, Paloma y Bianca. También ha sido fotografiado y llevado hasta los medios de comunicación en un sinfín de ocasiones.
Es el bien más preciado para Ponce, donde invirtió todo su dinero en los noventa. Se ha publicado recientemente que el pabellón de caza, con mil trofeos cinegéticos, es la joya de la corona de esta propiedad inmobiliaria tan difícil de dividir entre la expareja como de vender. Este medio tiene otra información, parecida pero diferente. En ese pabellón no estaría el quid de la cuestión de marras, sino más bien en lo que a sentimentalismo se refiere. La finca es, legalmentre, de Enrique, pero Paloma Cuevas también ha puesto mucho en ella. Su impronta, su sello. Allí se ha vivido mucho, y casi todo bueno. Sobre todo, ella ha estado al quite "en lo que tiene que ver con la decoración y la organización de eventos". La empresaria ha sido la que se ha encargado de todo.
Ponce quiere que Paloma y las niñas sigan disfrutando de ella, pero había que esclarecer puntos. A este periódico se pone el foco, en lo que respecta al retraso de la firma por parte de Enrique, en esta finca. La joya de la corona para Enrique Ponce. Mucho que decidir, al tiempo que se preserva el bienestar familiar. "Donde está toda su vida como matador, todo su esfuerzo y sus cornadas", se detalla. Enrique y Paloma por fin han llegado a un entente cordiale. No tanto ellos, sino sus abogados: "Ellos nunca han discutido directamente por nada. Ha sido el despacho quien ha estado haciendo las cosas y pensando en todos los inconvenientes". Se insiste en la "vía libre" que existe a día de hoy.
Reencuentro familiar
Enrique Ponce reapareció hace unas semanas y se pronunció por primera vez sobre su estado actual después de largos meses sin dirigirse en ningún momento a los medios que le preguntaban por su divorcio y/o sus circunstancias personales. Aunque aseguró querer "seguir adelante" no entró a valorar nada de su separación ni de su relación con Ana Soria. Tampoco quiso hablar sobre un evento familiar que tendrá lugar en los próximos días, y que supondrá toda una encrucijada para él: la Primera Comunión de su hija menor, Bianca, que tendrá lugar el próximo 22 de mayo.
Según pudo conocer este medio por parte del entorno del torero, "no será una decisión fácil porque si de él solo dependiera te digo que allí estaría Ana a su lado". Pero el escenario todavía es complicado, cuando no tenso. Tardará un tiempo en que todo se recoloque. Un buen amigo suyo, que suma cerca de 20 años de amistad, confía a este medio que "Enrique solo quiere paz y llevarse bien con todo el mundo. Ir ese día acompañado solo puede generar más polémica o interés en los medios".
[Más información: Paloma Cuevas, escapada familiar al campo con su hija Bianca a punto de firmar el divorcio con Ponce]
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