A nivel profesional, del chef José Andrés (51 años) poco más hay que añadir. Ahí está su currículo y su prolífica trayectoria para avalarlo: se encuentra entre los 15 chefs mejor pagados de Estados Unidos, ha sido portada de la prestigiosa revista Time, y ha sabido, con tensón, levantar un imperio en la restauración. También durante la pandemia del coronavirus demostró su solidaridad repartiendo comida a los más desfavorecidos. Todo eso, y mucho más, lo ha llevado a estar nominado hasta en dos ocasiones al Premio Nobel de la Paz.
No obstante, en estas líneas no se va a hablar -solo- de su vertiente profesional, más bien de su parcela más personal y familiar. Del José Andrés más allá del chef. Ese lado íntimo que, pese a su éxito y proyección, José Andrés siempre ha procurado preservar y proteger. Eso sí, el orgullo de padre parece que le puede más y hace unos días presumió en sus redes sociales de su hija mayor, Carlota Andrés Fernández de la Cruz. La joven, de 21 años, acaba de graduarse en la prestigiosa escuela de negocios estadounidense, Stern School of Business, que forma parte de la Universidad de Nueva York.
Ante tan importante momento vital, el fin de los estudios universitarios, José Andrés ha posteado lo que sigue: "Orgulloso de mi hija Carlota. No puedo creerlo. Todavía recuerdo tenerla en mis brazos pocos segundos después de su nacimiento con lágrimas de felicidad en mi cara. El tiempo no para, ¡disfrutemos cada minuto!". Acompañando el escrito, una imagen de Carlota con la toga puesta. Ahora bien, ¿cómo es la primogénita de uno de los chefs más prestigiosos del mundo? Fue el pasado 21 de mayo cuando la hija mayor del matrimonio conformado por José Andrés y Patricia Fernández de la Cruz cerró su etapa académica.
Afincada en Nueva York, cabe puntualizar que Carlota ha estudiado en una de las escuelas más prestigiosas del mundo, la Stern, mismo centro donde se formaron, entre otros célebres rostros, Jared Kushner (40), el marido de Ivanka Trump (39), o el diseñador Salvatore Ferragamo. En ese ilustre centro ingresó en 2017, después de abandonar la casa familiar de Washington cuando terminó Secundaria. Fue la primera en volar del nido familiar y, según se ha publicado, Carlota es la debilidad de su padre, con el permiso de sus hermanas, Inés y Lucía. Las tres hermanas han nacido, y se han educado, en Estados Unidos, pero sus padres siempre han querido inculcarles el amor por España.
No en vano, José Andrés es natural de Asturias y Patricia, su mujer, de Cádiz. Ambos padres han querido educar a sus hijas en la libertad y la independencia, pero bien apegadas a las raíces. Carlota, al igual que sus hermanas, ha optado por la discreción mediática y siempre se ha mantenido en un segundo plano de la fama de su padre. No le gusta y nunca ha querido formar parte ni beneficiarse en modo alguno. De ella se destaca la capacidad de superación, el querer luchar por un sueño y batallarlo sin ayuda.
Sus apellidos los lleva con orgullo, pero no quiere sacarles rédito. Tanto es así que mantiene sus redes sociales totalmente cerradas al público, únicamente sus más allegados pueden seguir sus andanzas. Cuentan quienes la conocen que los focos y las cámaras no van con ella, siente una suerte de 'alergia' al mundo mediático. Su destino va por otros derroteros. Tan solo durante el confinamiento permitió que su padre la grabase en casa, entre fogones, mientras ejercía de pinche de cocina. Precisamente, la gastronomía es una de las aficiones que más une a padre e hijas.
"Ellas han sido mi rayo de luz durante estos días", aseguraba José Andrés hace un año para Vanity Fair. Cuenta el profesional gastronómico que ser padre no ha sido una asignatura, en absoluto, sencilla. Antes al contrario: un constante aprendizaje. Así definía su papel hace un tiempo: "Se nos ve bien, pero no soy un padre perfecto. ¡Aunque aspiro a serlo! Soy cascarrabias, tengo momentos de enfado de los que intento aprender. En los vídeos no aparecen las peleas que hay antes y después. A veces, discusiones a partir de pequeñas tonterías se convierten en grandes problemas".
El refrán que reza aquello de detrás de un gran hombre siempre hay una gran mujer, en el caso de José Andrés parece cumplirse a rajatabla. Desde 1995 lleva casado con su esposa, Patricia Fernández de la Cruz, gaditana conocida por sus allegados como Tichi y que todos estos años ha sido su gran apoyo. En ella confía todas sus decisiones José Andrés. Así hablaba ella de su esposo hace un tiempo: "José Andrés nunca presta atención a lo que hay que hacer en el día a día. Siempre está centrado en cosas más grandes, pero ahora incluso más. A veces charlar con él es como: '¿Pero por qué te preocupas por eso? Hay cosas más importantes'".
"Compartimos al máximo la idea de que si puedes, debes ayudar. Al mismo tiempo, me siento que el equilibrio entre esa idea y nuestra propia vida. Trato de mantenerle en contacto con la familia", reconoció Tichi, antes de realizar una hermosa comparación gastronómica: "Él es la sal de mi vida: la hace más sabrosa... pero también más loca". Se conocieron en el estado de Maryland, a 43 kilómetros de Washington, y tal y como él mismo confesó fue "bailando salsa". "Me di cuenta de que me gustaba, pero ella no me hacía mucho caso. Lo seguí intentando", le confesó hace mucho a El Periódico de Catalunya.
Ella había llegado allí con 21 años proveniente de su Algeciras natal, en Cádiz, aprovechando que un tío suyo trabajaba en la capital norteamericana y para aprender inglés durante seis meses. Él desembarcó en 1991 en Nueva York tras haber finalizado el servicio militar a bordo del buque-escuela Juan Sebastián Elcano. "Estuvimos saliendo un año y medio. Mi padre había muerto en septiembre de 1994 y nos casamos en septiembre de 1995. En realidad, fue una boda civil y luego nos fuimos a España para la boda religiosa, que fue la verdadera, con nuestros amigos. Pero por la muerte de mi padre, hicimos una celebración pequeña, que fue muy agradable", recordó hace un tiempo Patricia en Bethesda Magazine.
Patricia es quien ha criado a sus tres hijas, tras renunciar a su puesto en la Embajada. No solo eso: le ha servido de inspiración a José Andrés para elaborar menús. "Me ha dado mi norte. Con ella he ganado en sentido común. El auténtico corazón de mi familia. Es como la materia negra que une todo mi universo. Pese a que en un momento decidimos que ella se dedicara a ser madre y esposa, está presente en cualquier decisión importante que tomo. Lo tengo claro: no habría logrado ni un 10 por ciento de lo que he conseguido sin ella", aseguraba el chef a Vanity Fair.
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