El pasado sábado el programa Viva la vida, coincidiendo con el abandono del paparazzi Diego Arrabal (50 años), anunciaba a bombo y platillo el fichaje de su nuevo colaborador. Ni más ni menos que el emblemático cantante y otroro tertuliano Enrique del Pozo (64). Así, el famoso intérprete del dúo Enrique y Ana volvía a España tras unos años alejado del ruido mediático y de la televisión española. Del Pozo ha estado en los últimos años centrado en su faceta como director de cine en Italia, donde se consiguió un nombre y una reputación. Allí se trasladó con 17 años y volvería a hacerlo, por una larga estandía, hace un tiempo.
Además, una de sus últimas apariciones en el papel couché fue en 2017 para hablar de una exposición de juguetes gays que lanzó años atrás, destinada a personas con diferente orientación sexual. Hombre polifacético, parecía que su vida ya poco tenía que ver con España y su pasado polemista, pero el pasado sábado 29 de mayo Enrique daba la sorpresa al fichar por el espacio presentado por Emma García (47). Él mismo confesó que retornaba, sobre todo, para desenmascarar a Antonio David Flores (45), aprovechando la marejada de la serie documental Rocío: contar la verdad para seguir viva.
No en vano, Del Pozo no lo pasó nada bien en pleno auge mediático, en los años noventa y principios de 2000, del ex guardia civil. Enrique, defensor entonces y ahora de Rocío Carrasco (44), se las vio con Flores y, según sus palabras, lo padeció: Antonio David, valiéndose de la extinta revista Dígame, cargó contra su persona. Hasta el punto de caer en una depresión. Ahora quiere ajustar cuentas con su pasado. JALEOS se ha puesto en contacto con su entorno, el cual desvela cuáles son sus intenciones profesionales con su regreso. Enrique "ha llegado para quedarse, está dispuesto a no desaprovechar esta oportunidad que Raúl Prieto (45) y la vida le han dado".
Desliza esta persona que ya él no contaba con retornar a esa televisión, y que tenía claro el tipo de programa que no quería hacer: "Los años te dan la sabiduría necesaria y el aprendizaje. Enrique ya no es aquel de Crónicas y no quería un espacio bronco y de peleas y gritos". La negociación, se apunta, no fue "fácil": Del Pozo sopesó pros y contras. "En Italia ha hecho bastantes cosas y te sorprendería saber el reconocimiento que tiene, pero, en el fondo, esto es lo que necesitaba". La persona con la que se habla subraya: "A veces la tele no es justa con quien la hace y de un día para otro puedes quedar olvidado".
Esta misma fuente refuerza lo mal que lo pasó Enrique en el pasado como consecuencia de las malas artes de Antonio David, confesadas por el propio cantante: "Hubo muchas portadas que atentaban contra su honor, y fueron meses y años difíciles. Sin duda, la más lapidaria era esa que decía lo de la corrupción de menores. Enrique no podía ver llorar a su madre, tú figúrate lo que tiene que ser eso para una familia". Del Pozo tuvo que poner tierra de por medio, hizo el petate y se fue a Italia. Allí, quién le iba a decir a él, no solo encontraría su hueco, sino que también el amor. "Él es muy celoso de su intimidad, solo te digo que lleva varios años feliz y él mismo dijo en Viva la vida que lo mismo daba la sorpresa en breve". Ha encontrado la horma de su zapato. Se explica que ahora su vida estará a caballo entre Italia y España.
Enrique, una exitosa vida
Enrique del Pozo saltó al mundo de la fama siendo un niño y, años más tarde, se consagró con el dúo musical Enrique y Ana. Con ella, 10 años menor que él, triunfó sin parangón por los escenarios españoles. La canciónLa gallina Coco Au Auformó parte de la infancia de muchos niños de la época. Luego vendría la separación musical, su carrera en solitario como cantante, su faceta de actor y sus apariciones en televisión.
Con tan solo 13 años obtuvo su primer trabajo en el Teatro Marquina con la obra El cartero del Rey, dirigido por Antonio Guirau. En ese momento, su nombre cogió empaque. A los pocos años, ya con el mundo de la interpretación fijado como futuro, le concedieron una beca con la que pudo formarse y estudiar Arte Dramático y baile en Londres. Allí, aprovechando la coyuntura, hizo una pequeña aparición en una película. No solo Londres figurará como una de sus ciudades de vida; Italia pronto le marcaría. De hecho, entonces no sabía que se convertiría en su lugar de residencia años más tarde.
En el país transalpino, y con tan solo 17 años, trabajó en una nueva obra de teatro, La Zia Nera. El mundo de la televisión no tardaría en llegar a su vida. Tanto, que Enrique se convirtió en uno de los rostros más habituales de los espacios nacionales. Actuó en diversos programas musicales y compartió escenario con intérpretes de la talla de Joaquín Sabina (72), Montserrat Caballé, Isabel Pantoja (64) o Ketama. Esto lo llevó a enrolarse como colaborador de espacios del corazón. Crónicas Marcianas, Día a día, Con T de tarde, TNT, Aquí hay tomate, DEC o La Noria son tan solo algunas de sus colaboraciones. En esa época, se codeó con los rostros más conocidos del panorama nacional.
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