Este jueves se ha emitido una segunda entrega de la nueva temporada del programa Mi casa es la tuya, presentado por Bertín Osborne (66 años). En esta ocasión, la invitada de lujo ha sido la presentadora y humorista Paz Padilla (51). La gaditana, entre toques de humor, lágrimas y superación, ha mostrado su lado más íntimo, personal y familiar desde la casa de sus abuelos en Zahara de los Atunes, Cádiz. Se ha sincerado como nunca frente a su gran amigo.
No solo ha hecho un exhaustivo repaso por toda su trayectoria profesional, sino que Paz ha abordado los aspectos más importantes de su vida, desde su infancia hasta su presente más inmediato. Como no podía ser de otro modo, embargada por la emoción, también ha rememorado, desde la serenidad y el orgullo, a su marido, Antonio Juan Vidal, quien fallecía de un tumor cerebral en julio de 2020. Con la sinceridad que la caracteriza, la cómica no ha esquivado un doloroso momento que afectó a su marido en vida y que, en sus palabras, lo hizo enfermar: cuando Juan Vidal apareció en el sumario del caso que investigaba el fraude en los cursos de formación del Gobierno andaluz. "Yo creo que ese caso lo enfermó a mi marido, lo mató", ha asegurado.
Cabe puntualizar que Padilla no ha estado sola en su charla con Bertín. Por primera vez desde que decidió dedicarse al espectáculo, la andaluza ha accedido a grabar con todos sus hermanos, Lola, Ana, Sole, Luis y Manolo, quienes han contado anécdotas y trazado un perfil de la Paz Padilla antes de que la fama, el éxito y los focos la arrollaran para siempre. También han estado en el programa su hija e influencer Anna Ferrer (24); su novio, Iván Martín; el diseñador e ilustrador Xoan Viqueira (47) y Rafa Guzmán y Luis Gutiérrez, dos de los profesionales que formaron parte del proceso de acompañamiento que vivió la presentadora.
En la playa, respirando la brisa, Paz se reencuentra con Bertín y presume de tierra y vistas: "Esto es importante para mí porque nos hemos criado aquí. Mi abuelo era Guardia Civil, éramos siete hermanos y siempre estábamos aquí. Nos tirábamos a la playa. Las puertas siempre estaban abiertas, nos hemos criado en la naturaleza". Padilla cuenta su ritual siempre que visita su tierra: "Vengo mucho, siempre voy al cementerio a ver a mi Antonio, a mi padre y mi madre. Yo quiero enterrarme ahí. He pasado dos años muy complicados y duros, pero he aprendido muchísimo".
"Estoy en una aplicación para ligar"
Tras esto, Paz habla de su libro, El humor de mi vida: "El libro surge porque me hago muchas preguntas, por qué ahora, por qué a mí, por qué a Antonio tan joven. Y qué pasará después, qué va a pasar conmigo. ¿Me voy a quedar muerta en vida? Hay respuesta. Cuando dejas de hacerte preguntas, es cuando encuentras la paz". Ahí, recuerda cómo conoció a su Antonio, al hombre de su vida.
"Antonio y yo somos de Cádiz. Yo tenía 14 años, y él 17. Un día lo vi a él, era altísimo, muy fuerte. Qué guapo era. Dije 'este para mí'. Lo vi y dije que iba a hacer todo lo posible. Cuando lo olí me di cuenta de que algo pasaba. Al día siguiente le dije '¿tú quieres salir conmigo?'. A todos les he pedido salir yo, nadie me lo ha pedido. Eso sí, todos me han dicho que sí". En este punto del relato, con su habitual sentido del humor, la presentadora desvela que tiene una aplicación para ligar: "Siendo Paz Padilla intimido, ¡porque tan mal no estoy! Que me pinto, me arreglo. Estoy en una aplicación de estas para ligar. Los que más me gustan son los suecos. Aquí en España ni uno liga conmigo".
Volviendo a su historia de amor con Antonio, a la primera, a la adolescente: "Le pedí salir y entonces a partir de ahí... Yo le metía mano todo el día. Nos besábamos sin parar. ¿Sabes qué le pasó a Antonio? Que no entendió cuando me hice artista". Desvela Padilla que se casó con 14 años con él, una boda de mentira, solo ante Dios: "Nos fuimos a la iglesia San Antonio un domingo y nos casamos ante Dios. Yo con 14 y él con 17. Esa fue la primera vez que nos casamos. Antonio me quería mucho, pero, como mucha gente, no entendía mi forma de ser. Lo de que me da igual lo que piensen de mí. Yo me ponía a cantar en mitad de la plaza... Él, estudiante de Derecho, una familia muy normal... A él no le gustaba lo de los autógrafos. Le daba miedo, como a mi madre. Ella decía que en Madrid me iban a violar".
"La primera vez Antonio me dejó porque no entendía mi profesión"
Recuerda la cómica cómo empezó a ser y ejercer de famosa: "Empecé a ser famosa de verdad. Soy consciente de que soy famosa cuando hago la declaración de la renta como "artista". Salía por la noche, conocía a gente... Y Antonio me dijo que lo dejara. El poco tiempo que nos veíamos, discutíamos. Y ahí se separaron los caminos. A partir de ahí fui aprendiendo a vivir en una vida extraña. Yo vivía sola en Madrid y tuve que madurar".
Entonces, en ese proceso, apareció el padre de su hija Anna: "Me casé con el padre de Anna. Luego también hice una fiesta por la separación. Hice una fiesta, y eso que me había dejado él. Si lo llego a dejar yo, hago tres o cuatro. También hice la fiesta de la dilatación. Me puse a dilatar, dije de hacer una fiesta. Invité a mucha gente. Empezaron a beber, estaban todos borrachos y cuando decía que tenía un dolor, me decían 'dilata, dilata, empuja, empuja'. Cuando parí, me pusieron la niña en brazos, se me movió la lentilla y solo vi un trozo de carne. La niña salió guapísima. Pedí un cigarrito en el paritorio".
Pero pronto Antonio volvió a aparecer en su vida. En el momento y el lugar exactos: "Un día me llama Antonio por teléfono. Me dice 'Hola, Paz'. Pregunto quién es y me dice que es Antonio Juan. Había salido del dentista y tenía toda la cara dormida. Le dije que creía que era el rey emérito. Me preguntó que en qué había fallado, que qué había hecho mal conmigo. Me cuenta que se había divorciado y quería saber en qué había fallado conmigo. A partir de ese momento me fue mandando mensajes y nos fuimos viendo de vez en cuando".
Y añade: "Vuelvo a Cádiz en Semana Santa. Le dije a mi hermana de verlo, para echar un polvito por los viejos tiempos. Me llevó a un restaurante horroroso, ¡de allí salió el coronavirus! Te quedabas pegado en la mesa. Yo no quería amor, quería sexo ese día. Vamos a la playa, huelo el mar de mi tierra. Me enseñó las constelaciones en el móvil. De repente, como lo tenía detrás, me vino su olor y... fue como si me hubiera pasado un camión por encima. Volví a los 15 años, a esa noche de 'Lo que necesitas es amor'".
El amor se reactiva para los dos y deciden darse una segunda oportunidad: "Cuando vuelvo con él, lo primero que me dijo fue '¡qué error cometí al querer cambiarte!'. Siempre estuve arriba, hasta que me dio el bofetón la vida con la muerte de Antonio. La muerte de mi madre me ayudó a entender la de Antonio. Comprendí las fases de la muerte. No paré de llorar en cuatro días con mi madre, solté las maletas y solo lloraba". Llega el pasaje más duro para Padilla: "Antonio tuvo un tumor cerebral y una de las cosas que me dijo la neuróloga es que iba a ir perdiendo los sentidos, que se quedaría ciego, que no podría hablar, andar, poco a poco iría perdiéndolo".
Comenzó Paz a prepararse: "Yo lo sabía y me fui preparando para esos momentos. Le decía 'gordo, vamos a darnos las manos y vamos a hablarnos sin hablar'. Cerrábamos los ojos y hablábamos. Le decía '¿a que me estabas diciendo que me querías?'. Siempre acertábamos. Nos decíamos mentalmente 'te quiero' cuando ya no podía hablar".
"Fuimos al médico porque Antonio tenía mucho estrés"
Le narra Paz a Bertín cómo fue al médico con Antonio, el principio del fin: "Un día le dije que tenía mucho estrés y no sabía gestionar las emociones. Lo llevo al hospital porque decía que no se encontraba bien y que tenía miedo. Él estaba trabajando en el ayuntamiento del pueblo y estaba tardando mucho en llegar. Veo que viene con el coche, le hago señales y no me veía. Iba muy rápido. 'Para, para', le decía. Se baja con el coche en marcha. Entonces, dije yo '¿qué está pasando?'. Se iba a chocar con un autobús".
Continúa Paz con su relato: "Cuando llego a Urgencias, lo vi desorientado. Le decía 'Antonio, ¿cómo me llamo?'. Pensé que le estaba dando un ictus. Me lo meten para adentro. Llamo a mi mánager Arturo porque ese día iba a Pasapalabra. Le hacen un TAC, me mete el médico en el despacho y me dice que tenía un tumor cerebral y que lo más probable era que le quedara poco tiempo de vida. Y me dice 'te dejo aquí para que tú llores, pero cuando salgas de aquí no lo hagas'. Se va y le digo a Arturo '¿ha dicho lo que ha dicho? ¿Que se va a morir?'. Me lo soltó así, como un hachazo".
A la salida del hospital, llamó a su hermana Ana y se derrumbó por completo: "Llamo a mi hermana Ana. Le dije del tirón, 'Ana, que Antonio se muere'. En ese momento, empecé a llorar y no dejé de llorar. Viene la neuróloga y me dice lo mismo. Me cuenta que hay que operarlo de urgencia, una operación grave. Me dice que puede que no pueda andar, que se puede quedar ciego y que puede que no pudiera oír". El momento en que se reencuentra con Antonio, una vez recuperado el sentido, él le dijo: "Tranquila, tranquila, que estoy bien'. Ahí entendí que nunca más me lo iba a notar. Él bastante tenía con asimilar lo que tenía. Esa noche lloraba y lloraba, tenía la cara mojada. Entendí que Antonio iba a morir, no sabía si en un mes, dos meses o un año. Nunca le dije que se estaba muriendo porque era una cobarde. No tenía cojones".
"Me dijo en el testamento que fuera feliz aunque él no estuviera"
Reflexiona Paz con Bertín sobre la muerte: "¿Qué hay después de la muerte? En África la muerte se vive con mucha normalidad. La gente cree que porque no me vea llorar, no lloro. Lloro todos los días, no todo el día. Lloro y luego a la calle, a vivir la vida. Dejó en su testamento que fuera feliz. Lo escribió en el hospital. Me despierta en el hospital y me dice 'gorda, te he dejado el testamento hecho por si me pasa algo'. Leí el testamento. Me dice que era la mujer de su vida. Una de las cosas que me dice es 'que seas feliz aunque yo no esté', que fuera feliz con todas las personas nuevas que apareciesen en mi vida".
Defiende que hay que enfrentarse a la muerte sin mentiras, a cara descubierta: "Yo era realista, el problema de los familiares es que no lo aceptan. Dije 'se va a morir, vamos a prepararnos para la muerte'. Contraté a un enfermero porque yo no podía con él. Dejé de trabajar, y sí que me pasó factura dejar de trabajar. Me lo han dicho. Ha sido algo que me ha hecho mucho daño. Me llegaron a decir que no estuve al cien por cien. No estuve para ustedes, pero sí para mi marido, que era el que me necesitaba".
Paz tuvo que batallar con preguntas incómodas por parte de Antonio: "Él me preguntaba si se estaba muriendo. Yo no tenía cojones. Yo le decía que estábamos luchando. Aceptar la muerte de la persona que tú amas... Lo que yo aprendí es que cuando amas, amas. Es el amor. Yo amo, siento el mismo amor por todos. Cuando te enfrentas a la muerte de un ser querido, te enfrentas a tu propia muerte".
"La gente no quiere enfrentarse a sus cadáveres"
Llegó el día de la muerte y así lo vivió ella: "Cuando muere, me meto en su cama y le dijo 'ya está, tienes que irte'. Yo no sufrí, yo estaba tranquila. Él me decía 'Paz, ya no te veo con este ojo'. Yo bromeaba, pero ya lo sabía. Ojalá yo muera como él, en mi casa y con los que quiero. Le hice una despedida preciosa. La gente no quiere enfrentarse a sus cadáveres. Yo le he perdido el miedo a la muerte, la he mirado a los ojos y sé cómo es. Yo tengo su teléfono y casi todos los días lo llamo. Lo tengo en favorito. Lo llamo y me dice 'el teléfono al que usted llama no existe'".
En este punto de la noche, Paz relata cómo hace unos días, en la boda de su amigo y compañero de programa, José Antonio Léon, coincidió con la jueza que tomó declaración en 2015 a su marido cuando lo imputaron por presunto fraude en los cursos de formación subvencionados por la Junta de Andalucía: "Me dice 'soy jueza y soy quien le tomó declaración a su marido. Eso a Antonio lo hundió. Como era el novio de Paz Padilla salió en todas las portadas. Lo hundió, lo he visto llorar... Era un tío honesto y honrado que cumplió las normas, se sintió señalado. Y me llega la jueza y me dice 'me pareció tan injusto y que sufrió tanto'. Le dije 'yo creo que ese caso lo enfermó a mi marido, lo mató. Qué pena que él eso no lo escuche hoy. Se sentiría en paz".
El día en que se despidió de Antonio volvió a oler su perfume: "Cuando Antonio muere, la perra llega, salta encima de la cama. Todos nos dimos la mano, estuvimos en silencio diciéndole adiós. Luego, llamé a mis amigos y brindamos. Cuando me quedo sola, es cuando visualizo todo el proceso. De repente, me hace el aroma... y me huele a Antonio. Ese oler después de 20 años. Hice funeral y le dije a todos que iba a bailar en la iglesia. También hice un monólogo. Si me dicen 'llora, llora, que Antonio vuelve', estaría metida en la cama todo el día. Pero no va a volver. Que yo ponga el plato en la mesa, no va a hacer que vuelva. Yo estaba feliz porque él ya estaba descansando".
Y cierra la entrevista: "No podemos volver atrás, pero me encantaría vivir de nuevo mi boda. Hoy no he olido la colonia de Antonio, pero sí sé que ha estado cerca de mí".
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