Olga Moreno (45 años) permanecía en el tranquilo lado del anonimato hasta que en 2001 conoció a Antonio David Flores (45). Este llevaba dos años separado de Rocío Carrasco (44) y por entonces colaboraba en Crónicas Marcianas. Todo comenzó como un amor de verano, pero poco a poco los cimientos que sostenían este romance se fueron solidificando y desde entonces han pasado 21 años en los que la pareja ha sufrido una gran transformación.
El 13 de junio de 2009 los novios pasaron por la vicaría sellando así su relación y poco después anunciaron un embarazo que, tristemente, terminaría en aborto. No fue hasta 2012 cuando llegó la pequeña Lola, la única hija del matrimonio que ha convertido a los Flores Moreno en familia numerosa, ya que Rocío (24) y David Flores (22) -los hijos que su marido y Rocío Carrasco tuvieron en común- se trasladaron a vivir con su padre a Málaga.
Durante toda esta etapa, a excepción de alguna aparición circunstancial en alguna revista y alguna entrevista en programas de crónica social, la malagueña se mantuvo en un segundo plano por detrás de su marido.
Sin embargo, un estratégico movimiento de Telecinco hizo que al tiempo que Antonio David era expulsado de los platós de la cadena de Fuencarral -a raíz de la emisión del documental Rocío, contar la verdad para seguir viva-, su mujer se embarcara en Supervivientes. Desde Honduras, el papel de Olga fue cobrando importancia ya que se convirtió en el altavoz de la otra parte de la historia relatada en la docuserie. En su versión hablaba de la convivencia junto a su marido, los hijos de este y su hija, Lola.
Es precisamente la convivencia durante 20 años entre Olga y los hijos mayores de Antonio David, lo que ha provocado una relación muy estrecha, sobre todo, entre la fundadora de la tienda Olé y Amén y Rocío. En este sentido, y durante su convivencia en casa, era la hija de Rocío Carrasco la que hacía pública una circunstancia muy personal de Olga, que le impidió a ella misma llevar a cabo una acción solidaria hace aproximadamente un año. Y es que según revelaba la propia Rocío, Olga tiene diagnosticada, al igual que su padre, una alergia al pelo de los gatos. Esta enfermedad no hizo posible que Rocío acogiera en la casa familiar a un pequeño gatito que se encontró abandonado en la calle.
La colaboradora televisiva pidió ayuda en sus redes sociales para el animal y tras la insistencia de sus fans que le preguntaban por qué no podía quedarse en su casa, ella explicó la circunstancia de salud de su padre y de la mujer de este: "Lo pasan bastante mal", detalló.
La alergia al pelo de gato no es una dolencia banal que deba tratarse sin cuidado. Todo lo contrario. Rocío Flores no pudo acoger al pequeño gatito debido a argumentos muy sólidos, pues la salud de su padre y Olga estaba en juego. Si un felino entra en un hogar donde conviven personas con alergia a su cabello, los alérgicos pueden sufrir incesantes estornudos; ojos rojos, llorosos o con picazón; una importante congestión nasal; picazón en la nariz, el paladar o la garganta; incómodo goteo nasal posterior; así como dolor y presión facial.
Los síntomas son muy molestos y no cesan con rapidez, pues el mínimo rastro de pelo de gato que no ha sido eliminado del hogar puede causar dolores durante meses. De ahí que la hija de Antonio David no se arriesgara a meter en casa a un animal que podría perjudir la salud de su familia.
[Más información: La enfermedad de Almodóvar que le está aislando de la vida social]
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