Ainhoa Arteta (56 años) se enfrenta a un nuevo bache de salud. Si bien este pasado verano se hacía público que la soprano había ingresado en el hospital por un cólico nefrítico grave, ahora se conoce que a finales del mes de agosto Arteta también sufrió un infarto.
Según la información que avanza Semana, a la cantante lírica -que esta semana ha sido noticia, además, por su separación matrimonial de su cuarto marido-, casi le cuesta la vida ese paro cardíaco. Como consecuencia del mismo, y del tiempo que su corazón estuvo sin latir, tuvieron que amputarle varios dedos, pues sus extremidades acabaron necrosándose. Ante tal gravedad, los médicos tuvieron que proceder de urgencia a la amputación.
Sea como fuere, no es el único problema de salud que ha sufrido Ainhoa Arteta en los últimos meses. Al infarto se une su ingreso en el hospital Virgen del Rocío, en Sevilla, por una infección renal que acabó en sepsis. Debido a su delicado diagnóstico, los médicos derivaron a Ainhoa Arteta a la UCI, donde permaneció 10 días bajo la supervisión constante de los especialistas.
Fue el lunes 2 de agosto cuando la de Tolosa salió de Cuidados Intensivos y pasó a planta. Allí estuvo hasta el 25 de agosto, cuando recibió el alta. Pese a que en un principio su estado de salud era catalogado como "grave", con el paso de los días, la soprano evolucionó favorablemente. "Muchas gracias por todos los mensajes de apoyo que estoy recibiendo. Vuestro inmenso cariño y el de mi familia me están dando fuerzas para poder estar recuperada lo antes posible. Con muchas ganas de seguir compartiendo momentos inolvidables. ¡¡¡Cuidaros mucho!!!", posteó tras recibir el alta hospitalaria.
Además, Arteta se contagió por la Covid-19 a comienzos del pasado invierno, pero una vez superado el virus, las secuelas que le quedaron fueron más que evidentes. A finales del mes de abril, una noticia dejaba preocupada a gran parte de la sociedad española, que aún se sorprende por los inesperados estragos que puede llegar a dejar a su paso el coronavirus. "La cantante lírica Ainhoa Arteta, en silla de ruedas como secuela de la Covid-19", publicaban algunos medios.
La diva de la música clásica, en cambio, se sobrecogió al ver tal revuelo, menciones en redes sociales, llamadas de preocupación y mensajes de sus seres queridos. "Fue complicado. Lo tuve bastante complicado, pero bueno, dentro de lo que cabe, bien. Lo que pasa es que tuve unas consecuencias serias a nivel articulaciones, pero bueno, ya estoy bien. Lo que salió, claro, no fue exactamente así. Yo estaba en el aeropuerto de Madrid, iba con muletas, y como la T4 es tan larga, me pusieron una silla de ruedas", aclaró en conversación con JALEOS.
Su vida en Bilbao tras el divorcio
Tras la separación de su exmarido, Matías Urrea, la cantante se ha trasladado a Bilbao para comenzar esta nueva etapa vital. La pareja ha decidido poner punto final a su relación. No es la primera vez que la pareja toma distancia en los últimos meses, ya que el matrimonio ha sufrido serios altibajos y la relación entre ellos no es buena en la actualidad. Ambos tienen la firme intención de que la separación sea definitiva.
La pareja se dio el sí, quiero el 24 de junio de 2019 en una ceremonia por todo lo alto en el Castillo de San Marcos, ubicado el Puerto de Santa María Cádiz. Una boda a la que acudieron unos 300 invitados, entre los que se encontraban altos nombres de la política y del mundo de la cultura.
Para la ocasión, la novia escogió un original vestido firmado por la diseñadora Isabel Zapardiez en color champán con una capa a juego. Un traje ceñido que combinó con unos pendientes de brillantes hechos por Irama Pradera y una sortija de su madre, Esther Ibarrolaburu Zurutuza. El novio lució el uniforme de gala oficial de la armada, con un traje de dos piezas en azul marino, donde se podían apreciar los galones en la solapa izquierda; una gorra de plato blanca y unos guantes blancos, entre otros detalles. Se podría decir que la vida de Arteta ha estado marcada por cuatro hombres, incluyendo a Urrea. Una efímera aventura juvenil llevó a la artista a vestirse de blanco cuando tenía 24 años. Novio de la juventud del que se fue distanciando por su despegue profesional.
Unos años después, la artista se enamoraba de un compañero de profesión, el barítono Dwyane Croft, con quien tendría a su primera hija, Sarah. Un matrimonio que también acabaría rompiéndose, dejando bastante tocada a la intérprete, que tenía que cancelar algunos de sus conciertos por su "decaído estado de ánimo". Tras esto aterrizaría en su vida Jesús Garmendia, un jinete que le daría a su segundo hijo, Iker.
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