Encarna Sánchez marcó una época en la radio. Entre otras cosas, la almeriense rescató y transformó la radio social de servicio en España, fue pionera en ponerse delante de un micro para dirigir programas de temática no femenina, y hasta creó la tertulia de corazón. Sus defensores aplauden su estilo agresivo, emocional y valiente delante del micrófono, pero sus detractores siempre intentan denostar su figura haciendo hincapié en su carácter difícil, su azarosa vida personal y sus duros enfrentamientos con otras celebridades de la época.
Aun así, es evidente que la locutora no pasa nunca de moda. Prueba de ello es el lanzamiento de Directamente, Encarna Sánchez (Almuzara), una novela de no ficción que aspira a revelar algunos de los aspectos menos conocidos de la persona detrás del mito radiofónico, a través de numerosos diálogos novelados que se corresponden con horas de grabaciones, entrevistas y publicaciones. JALEOS de EL ESPAÑOL ha podido charlar con el autor de este proyecto, el periodista sevillano Juanele Zafra.
A pesar de que ya ha pasado un cuarto de siglo de su muerte, la vida de Encarna Sánchez sigue siendo una incógnita. ¿Percibe aún entre sus allegados cierto miedo a hablar de ella?
Esta novela supone más de 10 años de documentación. Ha sido muy difícil conseguir que la gente hable, pero he hecho que mucha gente hable tanto por amistad, como por despecho y venganza. Hubo de todo, pero es cierto que es mucha la gente que se sigue negando a hablar de Encarna, porque le sigue teniendo miedo a la figura.
La almeriense fue una mujer ambiciosa e independiente que se atrevió a rebelarse contra el machismo y plantó cara a la desigualdad imperante entonces en el mundo de la radio. ¿Diría que pagó un precio alto por ello?
Encarna tenía una capacidad enorme para conectar con las historias, las noticias y las personas. Trataba a los políticos como si fueran personas de la calle, y a las personas de la calle como si fueran autoridades. Además, era una mujer que decidió proteger sus intereses, dentro y fuera de la radio, cayera quien cayera. Eso hacía que, si tenía algún enemigo dentro de los medios, mandaba a su propio equipo a investigar, se enteraba de los posibles trapos sucios de las personas a las que ella quería mantener a raya, y las chantajeaba para que no hablaran en contra de ella.
Parece que nunca tuvo problema en extorsionar mediante amenazas a reporteros que la perseguían, o a colegas de profesión que hacían ciertos comentarios sobre su vida. ¿Son muchos los que padecieron su ira?
Rosa Villacastín (74) cuenta que la estuvieron amenazando y persiguiendo, y Jesús Mariñas (48) cuenta que llegó a sufrir una agresión por parte de la gente de Encarna. Pero, sobre todo, ella te destrozaba desde el púlpito de las ondas. Eran tremendos el odio y la rabia con los que atacaba a las personas a las que se quería enfrentar.
Esa polémica forma suya de hacer radio contrastaba con su gran vulnerabilidad fuera del estudio. ¿Qué la llevó a desarrollar aquella vehemencia tan temida por algunos?
Encarna fue una niña muy pobre, y se fue de Almería a Madrid para intentar triunfar en las ondas. Le dijo a sus jefes: 'Me voy en un vagón de tercera y con una maleta de madera, pero volveré rica'. Efectivamente, pasó de la pobreza a triunfar. En sus primeros años en Madrid, Encarna consiguió un hueco en la radio, e hizo grandes amistades, como Adolfo Suárez o Carmen Polo. Desde Radio España, Encarna organizaba eventos benéficos, pero en uno de ellos sucedió que faltó dinero en la caja. Señalaron a Encarna y la propia Carmen Polo le indicó que tenía que abandonar España, así que empezó un periplo de siete años por América. Al volver a España, completamente en la ruina, Encarna se encuentra con que ninguno de aquellos a los que consideraba amigos le cogía el teléfono. Se tuvo que ir a Barcelona, a Radio Miramar, a hacer un programa nocturno, de tapadillo, que en solo cinco meses reventó las audiencias. Durante cinco años estuvo allí, y luego la ficharon para irse a las madrugadas de la Cope, ya desde Madrid. Curiosamente, Adolfo Suárez acudió a la fiesta en la que ella comunicó que se iba. Volvía a ser una mujer influyente, pero ella siempre vivió con el miedo a caer. Sabía que, si los curas de la Cope se enteraban de que era lesbiana, volvería a perderlo todo.
Tengo entendido que la locutora se encaprichó de Mila Ximénez, y que intentó sin éxito conquistarla. ¿Por qué terminaron tarifando?
Tras separarse de Manolo Santana (83), Mila pasó unos momentos muy difíciles. Encarna se dio cuenta de que Mila era talentosa, joven y guapa, y le puso una sección en la radio. Curiosamente, esa sección no se grababa dentro de la radio sino que se grababa fuera, pues Encarna quería poder manipular lo mejor posible a Mila, alejada de todas las miradas. Mila nunca vio a Encarna como algo más que una jefa. De hecho, Encarna se empeñaba en intentar agasajarla y tenerla a su lado, pero Mila, de una manera muy natural e ingenua, seguía haciendo su vida. Eso fue minando cada vez más la moral de Encarna que, cuando encontró otra nueva ilusión, decidió destruir a Mila. La locutora había tejido una red para hacerse responsable económica de la vida de Mila: le daba el sueldo y le metió en la cabeza que se comprara un chalet en La Moraleja (chalet que luego resultó tener un montón de gastos). Para poder defender su casa y tener a su hija con ella, Mila tenía que trabajar para Encarna. En el momento en el que la locutora vio que no iba a conseguir su amor, le retiró la sección y la arruinó. Uno de los momentos más duros en la vida de Mila fue cuando cedió la custodia de su hija, y todo obedeció a un plan urdido por Encarna para destrozarla.
La almeriense también sentía devoción por Rocío Jurado. ¿En qué momento perdió la chipionera su favor?
Encarna era una persona muy cobarde que siempre repetía la misma estratagema: cuando se interesaba por una mujer, la intentaba seducir de muchas maneras, pero, sobre todo, poniendo la cartera encima de la mesa. Cuando sufría el rechazo de la persona por la que se había interesado, para cubrirse, se dedicaba a contar en todos los círculos que esa persona había intentado tener una relación con ella. Cuando Rocío la rechaza, Encarna llega a asegurar que Rocío había tenido interés hacia ella.
¿Considera que Isabel Pantoja fue el gran amor de su vida?
Las dos últimas palabras que pronunció Encarna antes de morir, estando en brazos de su amiga Carmen Jara, fueron: "Isabel, Isabel". Se podría afirmar que Isabel y Encarna tenían una relación muy íntima y personal.
Otra persona fundamental en su vida fue Nuria Abad, una admiradora que supo camelarse a la almeriense y acabó compartiendo techo (y algo más que eso) con ella. ¿Qué opinión le merece la catalana?
Creo que la historia ha sido muy injusta con Nuria Abad, en el sentido de que fue una mujer con un talento excepcional para la radio, pero que se vio ensombrecida por Encarna. Pero esta no habría llegado a ser la locutora que fue de no ser por el papel fundamental que jugó Nuria como profesional. A nivel personal, las dos se conocieron cuando Nuria era aún menor de edad. Crearon una amistad y Nuria se terminó convirtiendo en parte del equipo. Una vez que fichan a Encarna para hacer el programa desde Madrid, la locutora se lleva a todo su equipo, incluida Nuria, que se fue de su casa sin avisar. Su padre se presentó entonces en la emisora, buscando a Encarna poco menos que para matarla, aunque ellas ya estaban llegando a Madrid. Quien sí se presentó aquella mañana en la emisora fue una chica rubia, de pelo corto y mandíbula un poco cuadrada. El padre de Nuria, creyendo que era Encarna, se abalanzó sobre ella. ¡Llegó a intentar agredir a Chelo García Cortés (69)!
Da la sensación de que la lesbofobia social y la interiorizada jugaron un importante papel en la historia de Encarna Sánchez...
Encarna no tenía tanto miedo al qué dirán como al hecho de perderlo todo. En ese sentido, Isabel Pantoja (65) nunca entendió que a Encarna le pareciera tan terrible que la gente supiera que eran amigas. Encarna paró fotos tomadas en la playa, brotó de una manera enfermiza cuando Martes y Trece las imitaron haciendo que compartían una habitación de hotel en Palma, etc., y eso fue una gran brecha entre Encarna e Isabel. Encarna vivía aterrorizada por el hecho de que la gente pudiera pensar que aquello era más que una amistad, mientras que Isabel pensaba que no pasaba nada por tener amigas. Cuando Isabel deja de verse con Encarna y empieza a verse con María del Monte (56), ninguna de las dos oculta que son amigas. Todo lo que fue ver a Isabel y a María siendo amigas destrozó por completo a Encarna, quien entendió que se había negado el privilegio de tener la cercanía con Isabel Pantoja cuando sí podía haberlo hecho.
La protagonista de su libro denunció en 1993 el robo de 43 millones de pesetas en efectivo que guardaba en un armario de su casa, y la Policía descartó que aquel saqueo fuese obra de un intruso. ¿Quién le birló entonces aquel dinero?
Seré totalmente honesto: realmente, no se puede saber quién lo robó. La novela recoge la desaparición de esos 43 millones de personas y, durante un capítulo, se convierte en un thriller y en un rompecabezas que el lector podrá disfrutar.
Tengo entendido que, después de que le diagnosticaran aquel cáncer de garganta, Encarna se dio cuenta de que todo el mundo la quería por interés. ¿Cómo vivió ella sus últimos días, postrada en una cama en su casa de La Moraleja?
Encarna murió de un cáncer, murió de pena y murió de desamor. Falleció rodeada de las personas que más la acompañaron a lo largo de su vida. Estaban a su lado Nuria Abad y Pedro Pérez [su productor de COPE], personas que se batieron el cobre por ella. La mayor traición de Encarna, a nivel de amistad, fue María Navarro, y así lo dijo en una entrevista con Interviú. María era su directora de producción, y Encarna decidió ponerla como representante de Isabel Pantoja, para así vigilar mejor a la cantante. Pero María e Isabel montaron su propio chiringuito, y la dejaron en la estacada.
¿Influyó entonces Encarna en la carrera artística de la tonadillera?
Encarna intentó hacerse con los mandos en la carrera de Isabel, para tratar de convertirla en la artista superventas que fue cuando lanzó Marinero de luces. En ese camino, Encarna decide prescindir del que hasta entonces era el representante de Isabel, y se queda con la artista. Ella no soportaba que otras personas estuvieran en la órbita de Isabel. Eso la llevó a enfrentarse a José Luis Moreno, que le iba a hacer un espectáculo en el Teatro Calderón y, en un ensayo, le hizo una corrección a la artista que bastó para que Encarna brotara, y los enfrentara y peleara. Ella no soportaba que alguien con tanta capacidad económica y poder como José Luis estuviese también en la vida de Isabel.
¿También tuvo algo que decir en su breve carrera cinematográfica?
Eso es un fenómeno muy curioso. Víctor Manuel produjo la película Yo soy esa, e Isabel se convirtió en la actriz de cine más cotizada de este país. Durante esa película, ella sintió una gran atracción por José Coronado (64), lo que hirió tremendamente a Encarna, que siente que su amiga está en otra cosa y no la atiende. Luego vuelven a retomar la amistad y, en una segunda película que también produjo Víctor Manuel, Encarna decidió ejercer presión sobre este para que las cosas fuesen en todo momento como ella quería. Curiosamente, el galán de El día que nací yo fue Arturo Fernández, que sí que era un galán pero que ya estaba algo pasado de edad y, encima, era íntimo de la locutora. El otro galán era Joaquim de Almeida (64), con quien era imposible que Isabel hiciera amistad, pues él era portugués y no hablaba ni una sola palabra de español. Finalmente, Víctor Manuel recuerda que fue una pesadilla trabajar con Encarna, y que le llegó a decir a Isabel: "¿Sabes que dicen de ella que es mala persona?". Isabel se descolgó con un simple: "Eso dicen".
La fortuna que hizo Encarna (gracias a su sueldo, las promociones inmobiliarias y las comisiones por cada acto que organizaba) le valió para generar un importante patrimonio. ¿Esperaba alguien que la intérprete radiofónica Clara Suñer se convirtiera en su heredera universal?
Encarna sabía que se moría, y había manifestado muchas veces que iba a hacer testamento, y que haría un reparto justo dentro de lo que eran sus sentimientos. En este sentido, 'Sacha' Gordillo (hijo de Paco Gordillo) estaba llamado a recibir una gran parte de su fortuna. Pero, cuando fallece Encarna, no aparece ningún testamento, salvo uno (el de Clara Suñer) que había dejado escrito cuando se marchó a América. Las personas importantes en la vida de Encarna ni siquiera sabían que Encarna y Clara habían sido amigas. Los únicos que sí lo sabían eran Carmen Jara y Paco Gordillo. Aquello fue una sorpresa mayúscula para todos.
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