Karlos Arguiñano (73 años) está viviendo un mes de noviembre repleto de buenas noticias. El pasado día 10 publicó su cuadragésimo quinto libro de recetas, La cocina de tu vida: 950 recetas fáciles, rápidas y saludables, y esta semana ha logrado unos importantes datos de audiencia en su espacio televisivo, Cocina Abierta, que ha celebrado con especial fervor en sus redes sociales personales. Y es que el cocinero suele recurrir a su perfil de Instagram para estar en contacto directo con sus más fieles seguidores, pero desde hace exactamente 115 días ha descuidado una de las cuentas que lleva su nombre y en la que promociona su hotel-restaurante, que es el emblema de su imperio.
Pese a que se trata de un perfil aparentemente dedicado a mostrar las virtudes del negocio hostelero del chef, la realidad es que esta cuenta es la primera que se abrió el vasco en Instagram. Posee más de 500 publicaciones y aunque muchas de ellas muestran detalles del hotel y restaurante, entre su contenido también ha compartido fotografías y anécdotas personales en estos años.
Por ese motivo ha resultado muy extraña la inactividad que ha tenido el mencionado perfil estos meses. La última publicación data del 3 de agosto. Se trata de un vídeo grabado desde una de las impresionantes terrazas del Hotel Ka (Karlos Arguiñano) y dura unos segundos en los que se pueden apreciar las espectaculares vistas del paseo marítimo y la playa de Zarautz, Guipúzcoa. Del mismo modo, también por esta misma vía ha compartido varios mensajes hacia su familia, y el último fue en julio, dedicado a su mujer y su especial aniversario.
Pero este miércoles por la noche, el cocinero decidió retomar la actividad en el citado perfil para sorpresa de sus followers. Tras casi cuatro meses sin mostrar ningún tipo de contenido, este 24 de noviembre quiso compartir varios Stories muy seguidos. Sin embargo, esta reaparición no ha sido por un motivo concreto, ya que en las imágenes que ha hecho públicas expone únicamente fotos de su último libro y capturas de cómo sus admiradores han cocinado sus platos siguiendo las pautas de su recetario.
Esta vuelta de Karlos a su perfil social más antiguo ha ocurrido repentinamente y sin previo aviso. Es cierto que Arguiñano no tiene una regularidad exacta en la publicación del contenido en esta determinada cuenta, pero hasta que ocurrió su parón en agosto, siempre posteaba al menos una o dos fotografías al mes. Por lo que la inactividad reciente resultaba bastante insólita.
Por el contrario, Joseba Arguiñano (36), el hijo que más se parece al cocinero -tanto por su currículum profesional como por su aspecto-, está multiplicando la actividad en su propio perfil de Instagram. El joven repostero comparte facetas hasta ahora desconocidas de su día a día, como el trabajo que hay detrás de los alimentos que llegan a su cocina. En este sentido, el joven Arguiñano revela cómo se echa a la mar para pescar o cómo visita las ganaderías y los mercados de calidad para conseguir las mejores y más enormes piezas de carne o pescado, y presume de ellas en sus redes.
Igualmente, Joseba, junto a contenido de su labor profesional, deja que sus seguidores vean la parte que no se ve en televisión, así como sus momentos de ocio, ya sea en familia o en solitario. Le gusta perderse en la naturaleza, practicar deportes acuáticos y disfrutar de un plan gastronómico con varios amigos sin tener que ser él el deba meterse entre fogones.
Luisi, la 'capitana' del imperio
María Luisa Ameztoy Alfaro (71) lleva 47 años casada con Karlos Arguiñano. Desde que en 1974 se unieron en matrimonio, ella es un sólido bastón en el que se ha apoyado desde sus inicios y que nunca le ha fallado. Tal y como ha confesado el propio cocinero en varias ocasiones, su esposa ha sido siempre la brújula de la numerosa familia: "Mi mujer ha sido capitana toda la vida". Y es que juntos configuraron la gran saga que son hoy, pues fruto de su unión nacieron seis hijos -Eneko, Zigor, Karlos, Martín, Joseba y Amaia- y en los años noventa se unió a ellos María, que fue adoptada por el chef y su mujer.
La infancia de Luisi -como la llaman los que la quieren- fue dura, y tuvo que abandonar su tierra y dejar de estudiar para ponerse a trabajar y sostener la economía familiar. Esos duros comienzos fueron esenciales para curtirla en lo que le deparaba el futuro. Y es que fue años después, cuando conoció al cocinero y se casó con él, decidieron dar el mayor paso empresarial de su vida: crear un restaurante (que más tarde también se convirtió en hotel). De eso hace ya más 42 años y los problemas financieros del inicio hicieron que Arguiñano dudase sobre el negocio, pero su mujer siempre quiso luchar: "Yo siempre he sido muy echada para adelante y nos arriesgamos. Trabajamos varios años muy duro y lo sacamos adelante. Eran los ochenta, vivíamos encima del restaurante... Eran momentos difíciles, debíamos mucho dinero, pero yo siempre he dado la cara", expresó en una entrevista a una publicación vasca.
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