El próximo 1 de abril Marta Ortega (38 años) se confirmará como la heredera con mayúsculas del imperio de su padre, el empresario Amancio Ortega (85). Y en estas semanas previas está preparando su ascenso con movimientos muy calculados y que esconden intenciones muy claras por su parte.
Fue el pasado el 30 de noviembre, poco antes de las ocho de la mañana, cuando se anunció la renuncia del actual presidente de Inditex, Pablo Isla (57), quien dejará el cargo el último día de marzo, momento en el que la hija menor del gallego más rico del mundo tomará el mando de la empresa.
Esta semana se ha hecho público que Marta ha adquirido el Pazo de Aián, en la localidad de Cambre, A Coruña. Se trata de una majestuosa construcción del siglo XVI rodeada por un muro de piedra y que alberga en su interior tres viviendas y una capilla. La edificación principal tiene más de 1.000 metros cuadrados, divididos en tres plantas. Las otras dos viviendas tienen 300 y 200 metros cuadrados, respectivamente. En el resto del espacio que abarca la extensa parcela se pueden encontrar huertos, campo con árboles e incluso un estanque. Según apunta La Voz de Galicia, la compra se habría cerrado en torno a los tres millones de euros.
Esta decisión de la hija del magnate de la moda española supone mantener muy vivas sus raíces gallegas pese a que su trabajo le otorga una expansión internacional de gran relevancia. Pero con este paso no solo consolida sus orígenes, sino que también manda un par de mensajes ocultos tan solo mes y medio antes de convertirse en la presidenta de Inditex y alzar el apellido de su padre de nuevo a lo más alto de su imperio.
La empresaria ha seguido toda su vida el ejemplo de su padre, y esta vez no ha sido diferente. Marta ha adquirido un pazo a las afueras de A Coruña, alejado del bullicio del centro de la ciudad, un lugar para el descanso que suma a su patrimonio inmobiliario como segunda residencia, tal y como hizo en su día Amancio Ortega. Y es que la próxima lideresa de Arteixo posee su residencia habitual en el puerto coruñés, concretamente en el Paseo de la Dársena, donde vive con su marido, Carlos Torretta (37), y sus dos hijos, Amancio (8) -fruto de su relación con el jinete Sergio Álvarez Moya (37)- y la pequeña Matilda (1).
El Pazo de Aián, del que ya es dueña Marta, se encuentra a tan solo diez minutos en coche del pazo de sus padres, Amancio y Flora Pérez (69). Un dato que refleja lo importante que es para la empresaria la familia y el no deshacerse del lazo fraternal.
Pero la compra del inmueble también escondería una reivindicación muy reseñable. Marta ha adquirido el pazo totalmente vacío -pues era una de sus peticiones-, pero un día albergó las mayores joyas, prendas y secretos de una gallega con la que tiene aspectos en común. Herminia Rodríguez-Borrell Feijóo fue una coruñesa millonaria y muy adelantada a su tiempo.
Estudió en Londres gracias al dinero de sus ricos padres y allí conoció al que se convertiría en su marido, el millonario armenio Nubar Gulbenkian, hijo de un empresario con un gran imperio petrolífero. Se casaron en 1922 en una ostentosa boda repleta de aristocracia, burguesía y personalidades ilustres de la época, pero su amor solo duró seis años. Harta de las infidelidades y descortesías de su esposo, Herminia se divorció de Gulbenkian, antes siquiera de que existiera la ley del divorcio en España.
La carismática gallega fue la primera mujer con carné de conducir en nuestro país, una revolución que traía de cabeza a su entorno y a la alta sociedad con la que se codeaba. Y es que Herminia era conductora bastante arriesgada, hasta el punto de que estrelló el carísimo vehículo de lujo Hispano Suiza de su marido en uno de sus viajes cuando aún estaban casados. También fue la primera mujer en España en tener moto propia.
La coruñesa llevó a cabo labores que en su época no eran responsabilidad de una mujer, como ser presidenta honorífica del Deportivo de La Coruña, y tenía una forma de ser y actuar que solo se permitía a los hombres, como jugar al tenis en el Sporting Club o fumar en público. Con todo ello, se declaró en rebeldía ante los tabúes y siempre hizo lo que ella creía conveniente para sí misma y no lo que esperaban de ella.
Ese es el mensaje que parece querer enviar Marta Ortega al hacerse con una de las residencias más representativas de Herminia Borrell. La hija del dueño de Inditex busca ser reconocida por su personalidad a la hora de tomar las riendas del imperio y no por poseer el apellido que ha llevado a Galicia a lo más alto del panorama mundial de la moda.
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