En la ciudad de Trujillo, en Perú, están de celebración. Este sábado 9 de abril tendrá lugar la gran boda de Belén Barnechea, hija del escritor y político peruano Alfredo Barnechea, y el aristócrata español Martín Cabello de los Cobos, nieto de los condes de Fuenteblanca, una de las familias con más historia de España.
Serán testigos de excepción de este majestuoso enlace los recién casados Isabelle Junot (30) y Álvaro Falcó (37), que se dieron el 'sí, quiero' hace solo una semana en Plasencia. Llegaron al país latinoamericano hace unos días y se alojan con el resto de invitados en un coqueto hotel de la localidad.
Tal y como han dejado ver algunos asistentes al enlace, nada más llegar a sus habitaciones descubrieron que los novios les dejaron preparada una sorpresa en forma de regalo. Sobre sus camas se presentaba una botella de pisco, un tipo de aguardiente de uvas producido de manera artesanal en Perú. Trujillo es la ciudad natal de la novia, por eso para ella era muy especial e importante que sus invitados conocieran las tradiciones locales. De este modo, no solo les ha dejado el obsequio en la habitación, sino que los novios invitaron a sus amigos y familia a una gran fiesta de sabor peruano. Así que este viernes 8 de abril festejaron su amor por todo lo alto con muchas dosis de diversión, bailes y pasión.
La celebración duró horas y los futuros cónyuges lo dieron todo en la pista, se mostraron desatados y demostraron la gran complicidad que existe entre ellos. La música no paró de sonar y la pareja no dejó de bailar, reír, acariciarse y mirarse con amor ante todos sus invitados que no dejaron de animarlos y moverse con ritmo junto a ellos.
Entre ese grupo de personas que disfrutaban del momento estaban las grandes amigas de la novia, Isabelle Junot y Sassa de Osma (34). Ellas y el resto aplaudían cada coreografía de los novios, y la mayoría de ellos grabaron la escena para compartirla en sus redes sociales.
A pesar de que el futuro matrimonio deslumbró en la pista, la fiesta contó con un equipo de baile profesional que deleitaron a los presentes con bailes regionales, y enseñaron a los asistentes cómo realizar los movimientos y así unirse a ellos. Por otro lado, para coger fuerzas para seguir bailando, los novios dispusieron un gran bufet para sus invitados.
Aunque el vestido de la novia es aún un misterio, no lo es el look que lució para su preboda. Belén optó por un estilismo elegante, pero adecuado para su jornada de baile. Estaba compuesto por un top de cuello halter en color crudo y de tejido de seda, y lo combinó con una llamativa falda con motivos étnicos en tonalidad champán. Martín, por su parte, se decantó por un traje de chaqueta y pantalón en un sobrio negro y como accesorio lució una corbata.
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