Si hay un aspecto de su vida con el que más a gusto se encuentra Mónica Cruz (45 años) es con el hecho de poder disfrutar de una sana discreción en su día a día, frente al éxito mundial y la continua exposición que tiene su hermana mayor, Penélope (47). La actriz y bailarina que alcanzó la fama en la serie Un paso adelante no ha parado de trabajar en las últimas décadas, pero su carrera se mantiene en un perfil bajo de cara a los medios, pese a que su rutina profesional no se ha frenado. La hermanísima del cine español genera unos ingresos más que suficientes para vivir cómodamente y cuidar de su hija pequeña, Antonella (9) y de todas sus mascotas.
Mónica reside en un chalé de la urbanización Valdelagua, en San Agustín de Guadalix, en Madrid, justo al lado de su oscarizada familiar. Su vivienda cuenta con todas las comodidades para satisfacer las necesidades que tiene a diario, pues la actriz convive con un amplio número de seres que requieren de un espacio adecuado para vivir.
Por un lado, Cruz es madre de una menor en plena etapa infantil; una niña con gran interés por la danza -heredado de su progenitora- y por los juegos dinámicos, por lo que corre, baila y se mantiene activa a menudo entre los amplios metros cuadrados de su hogar. Pero además, la actriz comparte espacio con seis perros: Pandora, Robin, Mia, Raven, Bella y Dorotea.
De hecho, los animales son la mayor parte de las veces los protagonistas principales de las publicaciones de Mónica en sus redes sociales. Gracias a sus inquietas mascotas, los seguidores de la intérprete han podido conocer muchos de los rincones del hogar de la pequeña de las Cruz.
La espaciosa sala de estar es el lugar en el que más tiempo pasa, ya sea trabajando, haciendo videollamadas, estudiando guiones, como descansando o haciendo yoga en la zona despejada que dispone ante su sofá de chaiselongue. La estancia muestra grandes ventanales, cubiertos con largas cortinas para otorgar privacidad, una imponente mesa de cristal y una alfombra de tacto suave en color claro.
Pero este no es el único eje central de la vivienda. En el chalé también se puede encontrar otro salón más recogido, aunque de un estilo muy cuidado, que de hecho es al que Mónica lleva a sus visitas. Cuando tiene algún evento y le se personan maquilladores y peluqueros en su casa, Cruz les acompaña hasta esta estancia y allí llevan a cabo su trabajo. Es uno de los cuartos con mayor iluminación natural de todo el hogar, y en el que lucen los detalles decorativos más especiales, como una especie de tocador antiguo que reina en el centro. Tampoco pasan inadvertidas sus majestuosas puertas lacadas en blanco en la entrada principal, que a menudo se encuentran abiertas para dar un aire tipo loft a la zona.
Frente a la línea bohemia y minimalista que siguen la mayor parte de estancias de la casa, la cocina destaca por su toque moderno y vanguardista. Una encimera blanca sobresale entre la oscuridad brillante de los muebles grisáceos y las baldosas negras de las paredes. Cuenta con todos los electrodomésticos de nueva línea con una tonalidad que encaja a la perfección con el resto de la cocina.
El estilo innovador de la zona culinaria de la vivienda contrasta con la atmósfera más desenfadada que muestra el baño de Mónica Cruz. Es cierto que presume de una grifería en color dorado y estilo vintage, así como mármol y baldosas oscuras, pero la estructura del lavabo y los detalles del aseo son bastante tradicionales estéticamente hablando.
Pero sin duda uno de los puntos fuertes del chalé del que es propietaria la actriz es su parcela exterior. Mónica dispone de un amplio jardín, con un césped sano en el que pueden jugar y divertirse todos sus perros, así como una variedad de árboles que ayudan a otorgar privacidad y oxigenar la zona de forma natural. Además, pensando en su hija pequeña, la bailarina construyó un humilde parque de recreo con tobogán y columpios perfectos para la menor de la casa.
Desde que en mayo de 2013 cumplió su sueño de convertirse en madre -meta que tenía clara que iba a cumplir tuviera o no pareja, y de hecho lo hizo por inseminación artificial-, Mónica decidió desaparecer de los focos más brillantes y centrarse en su familia. Fue entonces cuando dio prioridad a su vida personal y a una de sus mayores pasiones: los animales. La actriz dedica su tiempo actual a salvar perros callejeros y prestar ayuda a las protectoras.
En lo que a lo laboral se refiere, Cruz va aceptando pequeños papeles en series de televisión como Madres o La que se avecina recientemente, y firma contratos como imagen de varias marcas de moda y belleza. Tiene una colección de bolsos, y se dedica al mundo influencer colaborando con empresas de todo tipo de sectores. En este aspecto, teniendo en cuenta su número de seguidores -250.000-, podría ganar entre 700 y 1.200 euros por cada una de sus publicaciones pagadas.
[Más información: La discreta pero rentable vida de Mónica Cruz: sus rescates de animales, colaboraciones y una ilusión]