Daniela Requena (30 años) aparece en el hotel madrileño donde se ha citado con EL ESPAÑOL con una gran sonrisa, caminando con coquetería enfundada en un vestido blanco, orgullosa de ser quien es. De eso precisamente va su libro, Mamá, soy mujer, un diario donde relata su proceso de reasignación de sexo con naturalidad, desparpajo y sin pelos en la lengua. Porque si hay algo que define a esta periodista valenciana es que habla alto y claro, y así lo demuestra en esta entrevista. La suya es una historia de superación y de valentía, pero también de oportunidades.
Empezó en 2019 a contar su proceso en las redes sociales y hoy no sólo arrasa en TikTok, donde supera los 80.000 seguidores, también es un referente para muchas personas del colectivo. Su activismo la ha llevado a dar el salto a la política, pues el pasado mes de febrero se convirtió en secretaria de LGTBI+ y diversidad del PSOE valenciano. Además, ha colaborado en programas como Espejo público y ahora se estrena como escritora. "Nunca me había propuesto escribir un libro, a mí me gustaba más la televisión, pero me lo propusieron y no he dejado pasar la oportunidad. Me han dado la oportunidad de contar mi historia y estoy feliz. Me he quedado con ganas de escribir una segunda parte", asegura.
¿Escribir este libro le ha servido un poco de catarsis?, ¿ha descubierto alguna cosa sobre su vida o su transición que había pasado por alto?
Me ha sorprendido comprobar que soy más sensible de lo que yo pensaba. Recordando todas las etapas de la infancia hasta la actualidad, he indagado en algunas que yo creía olvidadas. He hablado con familiares para que ellos me recordaran ciertas etapas donde yo era muy pequeña. De alguna forma me ha hecho ver que todas las etapas de mi vida sirven para algo, para formar a la persona que soy hoy día y que de todas ellas he aprendido algo.
¿Cómo fueran esas conversaciones con su familia?, ¿intuían algo?
Me han contado por ejemplo que yo con cuatro o cinco años, sin ni siquiera contemplar lo que es una orientación sexual o una identidad de género, ya decía: "Quiero ser una chica". Lo hacía con la inocencia que caracteriza a una niña o niño, sin tener ni idea de qué le pasa. Lógicamente todos mis familiares veían que había algo ahí, pero pensaban que era gay, sin más. Ellos, hace 20 años, no tenían las herramientas para ahondar en el tema. Yo pedía Barbies y me las compraban. No vieron que a lo mejor no se trataba simplemente de un niño que pedía muñecas, sino que yo quería ser una Barbie.
¿Y cuándo se dio cuenta usted misma de que no era un chico gay sino transexual?
Con 16 años, ya lo verbalicé de manera consciente a una amiga: "Soy una mujer, quiero empezar la transición". Pero no es hasta los 20, al dejar Valencia y llegar a Madrid, cuando empiezo a sacar la patita del armario, sutilmente y un poco en silencio, informándome sobre los procesos, empezándome a depilar todo el cuerpo... Y como cuento en mi libro, en mi determinación de coger el toro por los cuernos estuve hasta los 24 autohormonándome con una pastilla para bloquear la testosterona. Hasta que finalmente dije: "Vamos a hacer las cosas bien". No soy ejemplo de nada.
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¿Le ha costado llegar hasta aquí?
Claro, he estado confusa, he tenido idas y venidas, momentos de no aceptarme a mí misma por miedo a saber cómo se iba a comportar la sociedad conmigo, miedo a si me iba a encontrar a gusto al mirarme al espejo. Tenía muchísimos temores, sobre todo a que mis padres sufrieran.
¿Qué papel han jugado ellos en este proceso?
He contado con su apoyo total desde el primer momento, me han acompañado siempre al médico, en mis cirugías... El único miedo de mis padres, como el mío, era ver cómo me iba a recibir la sociedad. Ellos se sienten orgullosos de mí.
¿Tiene el colectivo trans suficiente apoyo a nivel institucional?
Creo que en España nos ampara un escenario legal de los más avanzados de Europa y del mundo, aunque hay que seguir avanzando. Lo que a mí me faltaban eran referentes, los únicos que yo conocía eran La Veneno o Bibiana Fernández, que son mujeres maravillosas pero no me representan. Yo no quería dedicarme al espectáculo y menos vincularme al mundo de la prostitución, así que no tenía espejo en el que mirarme. A lo mejor si hubiera visto una cantante, actriz o presentadora transexual, hubiera sido más fácil, pero hasta hace pocos años no había.
En su caso, no ha sufrido discriminación porque su transición es muy normativa, pero no siempre es así...
El problema de esta sociedad no ser transexual, sino parecerlo. Es decir, si tú encajas en lo que socialmente se conoce como mujer, no vas a tener ningún problema porque de alguna manera te camuflas y vives una vida completamente normal. Luego depende de ti si quieres decirlo o no. Yo he decidido decirlo porque me apetece y porque quiero darle voz al colectivo y ayudar a otras personas. A nivel laboral, a mí me ha beneficiado, pero no todo el mundo tiene esa transición tan favorecida, digámoslo así. Por eso, yo creo que sería muy importante seguir el ejemplo de Argentina y emplear un cupo mínimo de personas transexuales en ciertas empresas grandes. Es importante que no sufran discriminación laboral. Visibilizar es normalizar.
¿Y cuál es su opinión de la ley trans impulsada por el Gobierno que está levantando tanta polémica?
Es una ley necesaria, fundamental, que debía haber sido aprobada ayer o anteayer. O sea, para mí ya llega tarde. Y no entiendo la polémica que se ha generado. Aquellas personas que no terminan de entenderla, les haría una reflexión. A ellos nadie les autorizó o nadie les obligó a pasar por un tribunal psicológico médico para hacerles entender cómo se sentían. Sabían que se sentían hombres o mujeres y tan panchos. Y lo que reclamamos las personas trans es igualdad, por qué tú no tienes que pasar por un tribunal psicológico o médico y yo sí. Yo sé cómo me siento, igual que tú sabes cómo te sientes y cómo te identificas. Empecemos a jugar en igualdad de condiciones.
Pero hay expertos que consideran necesario ese informe para que no se confunda con otras problemáticas...
¿Y cómo lo verifican? Porque yo puedo atestiguar que hacen preguntas tan absurdas como si te gustaba jugar con muñecas o con balones.
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En su caso, las redes le han servido como escaparate, a través del cual ha podido ayudar a muchas personas en su mismo caso.
Sí, la gente me está tomando como un referente y me siento orgullosa, porque significa que las cosas se están haciendo bien. Recibo mensajes constantemente de personas que me dicen que gracias a mí han empezado la transición. Soy el espejo que yo no tuve con 16 años y eso para mí es muy importante y fundamental.
Sin embargo, también tiene 'haters' e incluso hay una parte del feminismo que quiere a las mujeres trans fuera del movimiento.
No niego que a veces me han llamado travelo, pero yo paso. En cuanto a las TERF (Feminista Radical Trans-Excluyente) no se aclaran ni ellas. Si hay una chica trans como yo que se cuida, que viste como le da la gana y que enseña lo que quiere, dicen que sexualizamos la figura femenina. Si no te hormonas o no te arreglas tanto, entonces dicen que eres un hombre con peluca. Para mí sus argumentos no tienen ni pies ni cabeza y por suerte son un grupo minoritario, aunque hacen mucho ruido.
En algunas monarquías de Europa, como la sueca o la danesa, han apoyado abiertamente al colectivo LGBTI+, ¿echa de menos igual apoyo?
Ya que tenemos monarquía para rato, pues creo que deberían seguir el ejemplo de los países del norte de Europa y empatizar más con el colectivo LGTBI. Porque también somos ciudadanos españoles que votamos.