Corría la década de 2000 cuando Telecinco cambió por sorpresa a la presentadora del mítico programa Nosolomúsica. Hasta entonces, quien estaba al frente del timón era Carla Hidalgo (49 años), pero su relevo lo encaró una mujer norteamericana de nombre Kay Rush (61). De madre japonesa y padre suizo alemán, Rush se hizo tremendamente popular en nuestro país.
Gracias a su exótico aspecto y su marcado acento, a Kay se la rifaban en casi todas las revistas. Llegó a protagonizar una portada de la revista Interviú, aunque, como ella misma ha manifestado, no recuerda si le pagaron por aquel posado. Durante cuatro años Kay Rush realizó numerosas entrevistas a los músicos y actores del momento y protagonizó monográficos sobre diferentes ciudades.
Su fama estaba en alza. Sin embargo, todo cambió en 2004, probablemente en su punto más álgido de su carrera. El amor llegó a su vida, de la mano de su marido, Ismael Santos, jugador de baloncesto, y se cansó de pronto de la televisión y quiso centrarse en su vida personal y sentimental.
Eso sí, antes de esto, participó en numerosos programas de televisión de Italia, como Pressing -un programa de deportes en Italia 1-, Extreme en Telepiu y Hit parade, Discoring y The labour day rock festival en la RAI.
Ha participado en Mosca ciega con Aitana Sánchez-Gijón (53) y en la serie de televisión Pazza famiglia, ambas de RAI 1, y en la obra Ricuerda con rabia, interpretando al personaje de Helena Charles. Su más importante trabajo en la radio ha sido presentar Rush Hour, un talk show diario en Radio Monte Carlo.
Un buen día visitó la India y toda su vida, y su escala de valores, cambió para siempre. Pero antes de centrarnos en su actual vida, marcada por el yoga y la meditación, ahondemos en su paso por la televisión y la radio. Estudió Creative Writing en la Universidad de Milwaukee -Wisconsin, en el Actor's Studio de Nueva York-. Tiene página web propia desde 1999, y un blog, ambos portales en italiano e inglés.
Guarda grandes recuerdos Kay Rush de su etapa en Nosolomúsica. Sostiene que ese programa la salvó en un momento en que su teléfono dejó de sonar y las ofertas escasearon. "Nosolomúsica ha sido el mejor programa de mi carrera. Después de trabajar en Italia donde lo pasé un poco mal, lo dejé todo a principios de los años 90. Me fui a la montaña, vivía sola con un gato, empecé a meditar, esquiaba, hacía escalada, parapente. Y, entonces, me llamaron de Telecinco", aseguró para El País.
Como suele ocurrir en la vida, las buenas cosas vienen a la vez y justo cuando triunfaba sin cuartel en la televisión española, el amor llamó a su puerta. El jugador de baloncesto, Ismael Santos, puso su vida, y su corazón, del revés. Lo dejó todo por él. "Estuve a punto de quedarme en España, pero conocí al que sería mi marido, Ismael, un gallego que vivía en Italia, y me casé con él en 2003. Al principio, decidí vivir en Italia, pero fue una locura de aviones. En 2011 nos divorciamos, aunque somos muy buenos amigos".
Rush nunca quiso tener hijos y lo ha defendido abiertamente siempre que ha podido. Es "solitaria" y no lo esconde. Igual que alma libre es solidaria y está volcada con los más desfavorecidos: "No me he vuelto a casar porque aquel matrimonio fue algo especial. Soy una solitaria, tengo una vida muy espiritual. Tampoco quise tener hijos, ni adoptarlos. Tengo una ONG que ayuda a los niños en las escuelas".
En 2014, diez años después de dejar el medio audiovisual español, regresó a España para hacer un programa centrado en las mujeres, Casi Perfectas. Asegura Rush que sólo trabajaría de nuevo en la televisióin española y que jamás se dejaría sucumbir por la fama o el dinero. El brillo y el reconocimiento no siempre es síntoma de vida ociosa y de photocall y eventos. Kay trabajó duro en Nosolomúsica: "No me acuerdo mucho de aquella época, era otra vida. Podría dar otra imagen, pero de joven era muy seria, no salía nunca. Trabajaba mucho, preparaba las entrevistas sola, lo hacía todo. La gente creía que me iba de fiesta, pero todo lo contrario".
En ese punto de su vida, deseó centrarse en la meditación y el yoga y se instaló a caballo entre Francia y la India, en Rishikesh. Se dio cuenta Kay Rush que no quería en su vida nada material, tan sólo lo imprescindible. Vendió muchos bienes inmuebles. El deporte entró en su vida de lleno. Empezó practicando el alpinismo, porque era propicio para la reflexión. Y pronto llegó el yoga, su salvación y uno de sus grandes pasatiempos en la actualidad. Halló ese camino hacia la paz.
También modificó su forma de comer y se hizo vegetariana. Empezó a mirar la vida y a las personas de otra forma. Reinvidica Kay Rush que tampoco bebe ni fuma y lleva una vida bohemia, libre y sin ataduras. "La felicidad existe, es nuestro estado natural. El problema está al buscar las razones para ser felices, no las necesitamos. Todos podemos ser Buda, pero hay que mirar dentro y eliminar dos de las cosas más peligrosas que hay: la ignorancia y el miedo. Aceptar que todos somos iguales", aseguró en la citada entrevista.
En la charla para FV Magazine, manifestó: "Mi vida es como un río: ciertas cosas, como el hábito de comer carne, se quedan atrás mientras sigo avanzando. El mío fue un viaje personal de total evolución y en un momento determinado llegué a un punto de unión en el que todo lo que hacía acababa formando parte de la vida de una yoguini, una mujer que hace yoga, que soy No olvidemos que el yoga no es un deporte, no cuenta solo por sus posturas y movimientos físicos, sino que es una forma de vida que abarca la vida en su totalidad".
Hace poco, ha entrado en su vida una nueva profesión que la tiene tremendamente entusiasmada: pincha como Dj. Está feliz en India, lee, escribe, medita y disfruta del ocio que le brinda su profesión de disc-jockey. "No quiero conocer a nadie más, ni visitar más países. Lo único que quiero conocer es al pequeño Buda que llevo dentro", sostuvo en 2017. Ese parece ser su mantra de vida.