Dos años, 730 días, han pasado desde que una revista del corazón informara de la separación matrimonial de una de las parejas más sólidas y discretas del panorama nacional: la conformada por Enrique Ponce (50 años) y la empresaria, y hoy diseñadora, Paloma Cuevas (49).
Adiós a 24 años de relación y dos hijas en común. Si bien en un principio ambas partes aseguraron una y otra vez que la suya era una separación modélica, y que ni un sólo problema se presentaría en el momento de la firma final y la disolución, el tiempo tardó en darles la razón. Tampoco ayudaría la llegada, cual tsunami, de un nuevo amor a la vida del diestro, una joven llamada Ana Soria (24), natural de Almería.
Antes de que el divorcio se formalizara con las rúbricas de ambas partes -extremo que se alargó hasta el año y medio de la separación-, fueron meses convulsos, de turbulencias mediáticas, informaciones diarias y no siempre favorables a la discreción en la que navegó el matrimonio Ponce-Cuevas.
De todo aquello, han pasado muchos días, 730 en concreto, y en la actualidad todo es distinto, más armónico y familiar. La calma ha llegado a las vidas de la expareja. Calma, cordialidad, afecto y comunicación fluida, como ha podido confirmar EL ESPAÑOL a través de tres fuentes de contrastada credibilidad. Ambos están felices, por separado, y su relación es "inmejorable". Antes, por más que se aseverara, los días posteriores a la separación, no lo fue tanto.
Ahora, por su parte, Paloma Cuevas vive "un sueño con su colección de moda". Al lado de Rosa Clará, "se está sintiendo súper realizada, como hacía años". Su entorno y vida, después de la tempestad, no pueden ser más favorables: su padre, Victoriano Valencia (89), está "mejor" de salud tras una temporada delicada, sus hijas son muy aplicadas en los estudios y el trabajo, dentro y fuera de la moda, le llueve.
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No sólo esto, una buena amiga de la empresaria arroja luz sobre cómo se enfrenta Cuevas a su etapa de soltera, y ante un posible enamoramiento: "La veo abierta al amor e ilusionada con la llegada de alguien que la vuelva a enamorar. Nunca ha estado cerrada en realidad".
Y añade: "Ha pasado por varias etapas, en las que no quería ni oír hablar del tema. Bien porque era reciente, porque estaba volcada en su recuperación, o en sus padres o en sus hijas, pero ahora le veo otro brillo en los ojos".
En otro orden de cosas, Ponce y Ana Soria están felices en Almería y cuentan a este medio que el suegro del torero, Federico Soria, se ha convertido en su mejor "asesor" en lo que respecta a las dudas que surgen a raíz de la creación de la empresa Kranevitte’s 22. También Federico Soria ha ayudado a Ponce en algunos menesteres con la venta de La Cetrina: "Lo aconseja como suegro y amigo, y en Almería se los ve bastante juntos sin la compañía de ellas".
Enrique Ponce y Ana Soria han tomado la decisión de no vender su vida privada. No lo han hecho nunca como pareja y no lo harán ahora, ni siquiera cuando tengan algo que contar que se entienda noticiable. Quieren blindar su vida privada y lo están consiguiendo. Enrique Ponce y Ana Soria no se han soltado de la mano en ningún momento desde aquel pandémico verano de 2020 en que su historia de amor estalló con luces y taquígrafos.
Planes de boda
Enrique y Ana se darán el 'sí, quiero' "muy pronto". La pareja, totalmente afincada en Almería, donde ha estrenado su casa en común, desea dar el paso definitivo: sellar sus vidas para siempre.
"Él y Ana han decidido que ya ha pasado un tiempo prudencial y quieren casarse. Ella lleva tiempo esperando, pero sin meter prisa", confió a EL ESPAÑOL hace unos días una fuente de total solvencia. En esa línea, Enrique ocupó la portada de la revista Diez Minutos semanas atrás, donde sostuvo: "Le voy a pedir matrimonio a Ana". En dicha publicación, Ponce aseguró que aún no ha habido pedida formal.
Este periódico pudo confirmar que será en 2023 cuando la pareja comience con los trámites de su enlace. Primero, como suele ser habitual en estos casos, los enamorados rubricaran su matrimonio desde el punto de vista legal y en la más estricta intimidad.
Todo, de forma civil. Después, la gran fiesta de celebración, "tendrá que esperar", sobre todo a la finalización de la carrera de Ana, estudiante de Derecho. No será una boda por la Iglesia.
En lo que respecta a su profesión como torero, este medio está en disposición de confirmar que Enrique Ponce no va a volver a torear, como avanzó Paloma Barrientos en Vanitatis. "Se corta la coleta", se sostiene al otro lado de la línea, "y tiene claro que lo hace de verdad. De forma oficial". Intentó retornar, por aquello de despedirse de su público, hizo amagos y tentativas, pero todas naufragaron.
Como ya informó EL ESPAÑOL, quiso torear, hacer una mini gira para entonar el adiós, en España y allende los mares, pero terminó por no compensarle. "Alguna vez podrá ponerse delante de un toro, pero no será de forma profesional. Enrique se ha cortado la coleta. Quiere vivir y se ha dado cuenta lo efímera que es la vida", se aclara, para subrayar: "De momento, su decisión ha sido clara y ha dejado hasta de entrenar".