Julián Contreras (36 años) se ha convertido en las últimas semanas en protagonista de decenas titulares tras el éxito de Artesanales, un libro de ficción erótica que firma y que le ha llevado a lo más alto de las listas de ventas. Sin duda, un cambio de 180 grados que convierte este en uno de los mejores momentos de su vida. No solo porque está siendo reconocido gracias a su trabajo y sigue alejado de las polémicas familiares que tantas veces le han salpicado, también porque ha dejado atrás su etapa más oscura.
Desde joven el hijo pequeño de la inolvidable Carmina Ordóñez conoció el lado más amargo de la vida, no solo tras la prematura y sorpresiva muerte de esta, también por el largo proceso depresivo con el que convivió durante años.
Una época sobre la que ya se sinceró en su libro Cuando el fracaso es un éxito: Cómo me reconstruí tras arruinarme y pensar en el suicidio, pero de la que ahora ha vuelto a hablar. Lo ha hecho en el canal de YouTube No estamos locas, del influencer Luc Loren, donde ha hablado sin tapujos sobre su intento de suicidio.
Un diálogo distendido en el que Julián ha narrado detalles hasta ahora desconocidos, compartiendo su testimonio para mostrar a otras personas que están pasando por algo similar que siempre hay una salida y que es un problema más normal de lo que parece.
Según cuenta en otro momento de la entrevista, él tuvo depresión durante cuatro años, durante los cuales tuvo un tratamiento farmacológico que se le fue de las manos. "La psicofarmacología se termina yendo de las manos y te ves con otro problema, una adicción casi constante a un fármaco que no es la solución. Pero estás tan mal que crees que esas pastillas son una burbuja que te protege del universo. En mi caso se dilató de más y esa parte que tuve de dejar la medicación fue horrible. Tenía un síndrome de abstinencia que me arañaba, literalmente", desvela.
"Lo mío viene porque mi vida empieza a cambiar y no me adapto, no consigo encajar muy bien en ella. Empecé a tener variaciones, porque entendí un negocio que no me fue bien por una estafa y eso provocó que la vida cambiase y hubo que hacer un ajuste en todos los niveles. Además, entre medias tuve varias situaciones sociales muy malas. Entonces, al final, todo eso es como si te van escurriendo hasta que al final no te queda ni una gota y estás como un trapo", explica Contreras.
Una situación que se alargó bastante en el tiempo, haciendo que Julián no viera otra salida que plantearse la idea de quitarse la vida. "Me pasé un año entero pensando sistemáticamente en que mi vida tenía que terminar. Y cuando lo haces tu relación contigo mismo se vuelve mala y tóxima, convives con una persona que te quiere destruir, que eres tú mismo". De hecho, Julián Contreras tenía tan clara la situación que se preparó para ello, "llegué a escribir cerca de 420 cartas de despedida".
Por suerte, ese momento nunca llegó y es que encontró un motivo para continuar día a día y le hizo salir de ese momento tan malo. "A mí me salvó la vida mi gato, esto es real. Estoy aquí física y terrenalmente por mi gato. Yo todas las noches, la nocturnidad juega un papel muy malo con los suicidas, yo tenía un gatito, que en ese momento era un bebé, y cada noche se me tumbaba en el pecho y yo decía, 'cómo voy a dejar a esta criatura'. Es curioso, porque mi padre es mi núcleo vital, mi universo gira en torno a él, pero fue este pequeño dictador que no me deja dormir desde entonces y me despierta cada mañana".
"Habría sido un error", sentencía sobre quitarse la vida y es que es algo que "siempre es un error". Un mensaje que quiere transmitir, afirmando que "la vida de pronto brilla", "a eso es a lo que hay que agarrarse y lo que hay que buscar. Pasan cosas de pronto cada día inesperadamente que dices: me habría perdido esto y me habría perdido lo otro. Yo me agarré mucho a eso, al no saber lo que me voy a perder".