Este verano es, sin duda, uno de los más especiales para Esther Arroyo (54 años) y motivos le sobran para sonreír. Hace unos días la exmodelo, presentadora y actriz recibía por sorpresa a su hijo, Frank, que regresaba de Australia después de una larga ausencia. Pero no es lo único que tiene que celebrar. La intérprete ha logrado cumplir uno de sus sueños: hacer teatro tras mucho tiempo alejada de la interpretación.
EL ESPAÑOL ha entrevistado a la gaditana, que no puede ocultar su emoción ante la nueva etapa que comienza para ella. Atrás quedan los momentos difíciles y los grandes baches por los que pasó a raíz del grave accidente que sufrió en 2008 y que le impidió trabajar durante años. Con voz alegre y una actitud totalmente vitalista y positiva, cuenta a este periódico todo lo bueno que le ha sucedido últimamente.
Fue una sorpresa la visita de su hijo Frank, ¿cómo lo vivió?
Yo estaba esperando a mi marido que ese día tenía que trabajar. Estaba en el ordenador, viendo una serie y de pronto empiezo a escuchar una música en el exterior... Reconocí perfectamente la guitarra de mi hijo, pero pensé que había mandado una grabación o algo. Estaba con la luz apagada y cuando la encendí ahí estaba Frank con su guitarra. Han sido casi tres años sin vernos, por todo el tema de la pandemia, él no podía venir y nosotros tampoco ir.
¿Sufre mucho la ausencia?
La verdad que no, porque me puede lo bien que está allí. Lo más importante para mí es su felicidad. Creo que se parece mucho a mí porque yo he sido muy aventurera, he viajado mucho de mochilera, aunque luego la vida me ha llevado por otros caminos. Fuimos un poco nosotros los que le empujamos a que se fuera de viaje, que siempre abre la mente y te ayuda a crecer. Primero estuvo en la India y ya se marchó a Australia. Y allí creo que ha encontrado su sitio. Yo lo único que echo de menos en la vida es viajar.
¿Y por qué no lo hace?
Bueno, pues porque la economía no te deja llegar a tanto. Pero mi marido y yo andamos con la idea de terminar viviendo en una caravana, nos encantaría.
Su hijo también vive en una furgoneta y es todo un artista.
Sí, es una persona muy especial y muy natural con una energía propia. Yo he mantenido a mis hijos bastante protegidos y alejados de los medios, porque la fama es algo que te quita mucha libertad. Ahora que ya son mayores, que hagan lo que quieran, claro.
Hablemos de trabajo, ¿qué está haciendo actualmente o qué proyectos tiene?
Pues me ha llegado el proyecto de mi vida y estoy emocionada. Voy a hacer teatro, que es algo que siempre había querido, protagonizando una obra inspirada en Amparo Muñoz que se llama El último baile de Miss U. La obra en realidad ya está estrenada pero hubo un cambio y me buscaron a mí para hacer el papel principal. En septiembre ya empezamos con los ensayos. Me da pánico, pero estoy feliz.
Amparo Muñoz fue Miss como usted y tuvo momentos complicados, aunque por diferentes motivos a los suyos, así que habrá encontrado similitudes.
Es curioso porque a mí me lo dijo el director y yo no lo veía tanto, porque ella vivió otra época, fue Miss Universo, yo no llegué a eso ni por asomo, y su vida fue tremenda pero de otra manera. Sin embargo, al final sí que es verdad que yo la entiendo perfectamente y, aunque quizás yo lo he superado de otra manera o la vida me ha dejado superarlo, pues sí hay puntos en común.
Una merecida recompensa después de estar retirada forzosamente a causa de las secuelas que le dejó el accidente. ¿Tuvo que llamar a muchas puertas para poder volver?, ¿se sintió bien tratada por la profesión?
Yo tengo un problema y es que no soy de llamar mucho. Al final todo el mundo sabe que estoy ahí y yo entiendo que siempre habrá gente nueva y que es normal que no cuenten contigo. Me invitan bastante a la televisión, pero sí que es verdad que no consigo que me caiga un programa como los que yo hacía antes. No me tomo estas cosas como algo personal, sino que creo que es un proceso natural. En la televisión desapareces dos días y ya no existes.
¿No se ha desesperado nunca?
Es que yo no tengo miedo, quizás porque me siento capacitada para hacer cualquier cosa. O sea, yo si me veo muy mal y tengo que ponerme a fregar, lo hago. Siempre he sido una buscavidas.
¿Pero pensó en algún momento que el teléfono no volvería a sonar?
No, yo lo que pensé es que no iba a poder trabajar más, que es diferente, por las secuelas que me dejó el accidente. Mi invalidez está ahí y hay cosas que puedo hacer y cosas que no. Soy honesta, cuando acepto hacer algo de trabajo es porque sé que puedo hacerlo, que estoy capacitada.
Su filosofía de vida, desde luego, no puede ser más positiva.
Es que es la única manera. Y además a todos nos pasan cosas. Creo que vivo bastante bien y mucho mejor que muchísima gente, por suerte o por desgracia, porque me encantaría que todo el mundo viviera muy bien. Pero está claro que no tengo el nivel de vida que tenía antes, aunque a veces en redes me sorprendan algunos comentarios que recibo. Todos tenemos nuestros marrones. Incluso el otro día viendo la serie de Tamara Falcó había un momento en que ella se quejaba de que su novio le había regalado algo que ella no quería y no me pareció una tontería, la entendí.
¿Qué cosas no haría en televisión?
Un programa amarillo, porque no podría meterme con la gente, y tampoco un reality. Me gustaba Supervivientes cuando empezó porque estaba centrado en la supervivencia que era lo interesante, ahora ha tomado otro rumbo y ya no me gusta tanto.
Usted se dio a conocer en un concurso de belleza y fue Miss España. ¿Cómo ve ahora ese tipo de concursos?
Lo mío fue todo de casualidad. De hecho, mi personalidad ya no tiene nada que ver con eso, lo que no quiere decir que no fuera bueno. A mí me parece que tiene que ser una cosa libre y también hay certámenes de hombres, entonces no veo cuál es el problema. En las redes sociales también la gente se expone y expone su cuerpo y su imagen como considera, así que con la misma libertad puedes presentarte a un concurso de belleza. De todos modos antes se tenían en cuenta más cosas además del físico, porque estabas representando a un país... Yo, personalmente, no considero muy inteligente en esta vida competir con la belleza.