El anglicismo boomer no aparece en el Diccionario de la Real Academia Española, pero su significado, grosso modo, es el siguiente: "Personas nacidas entre mediados de los años cuarenta y los sesenta del siglo XX, es decir, hijos del boom económico que siguió a la Segunda Guerra Mundial".
Para el periodista Abel Arana (53 años), una de las 100 personas LGTBIQ+ más influyentes según EL ESPAÑOL, "boomer es el insulto que utilizan los jóvenes en las redes sociales para atacar a personas de más de 40 años. En español se traduciría como pollaviejas, pero, sinceramente, no es tan fino...".
Tras casi una década como pilar fundamental en el equipo de Shine Media, la productora de exitosos programas como MasterChef -en todas sus versiones- o Maestros de la Costura, Arana ahora vuela solo. Aunque en realidad no tanto...
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De la mano del Maestro Joao (58), juntos presentan Boom, boom, boomer, un pódcast de ocho capítulos donde han entrevistado a personas como Jorge Javier Vázquez (52), Nagore Robles (39), Bárbara Rey (72), Eduardo Fernández Rubiño (30) o Cristina Cifuentes (58).
Ahora este periódico se cita con el comunicador y con él habla sobre redes sociales, los límites del humor y Victoria Federica de Marichalar (21), quien le parece un personaje sin ningún tipo de interés.
Abel, ¿trabajar en agosto, que es lo que usted y yo estamos haciendo, es de pobres?
No, qué va. Trabajar en Madrid en agosto es el nuevo lujo porque se va toda la gente. Si vamos a hablar de pobres y ricos, sin que suene clasista, Madrid en agosto es muy disfrutable.
¿En qué anda en estos momentos una persona tan enérgica como usted?
Hemos estrenado Boom, boom, boomer, que es un pódcast con vídeo. Es una temporada de ocho episodios con Maestro Joao. Boomer es la palabra que utilizan los jóvenes en redes sociales para insultar a las personas de más de 40 años. La traducción al castellano sería "pollaviejas", pero no nos iba a quedar fino... Es un programa donde veremos a hombres mayores y LGTBI, somos la nueva marginalidad. Hemos hecho una temporada de ocho episodios riéndonos de todo. Cada episodio es un tema: el sexo, con Jorge Javier Vázquez, la belleza, con Bárbara Rey... Lo mejor de un pódcast es que no hay censura y preguntas lo que quieras.
¿Qué problemas tenemos con la edad? ¿Valemos menos cuando cumplimos años?
Ahora existe esta cosa del edadismo, que utilizamos la edad para insultar. El show es una respuesta a este fenómeno. El edadismo es la nueva gordofobia. Entonces, Joao, que es una leyenda, y yo, nos reímos de todo y contamos lo que hemos vivido cuando no había internet o redes. También nos reímos, con cariño, de los millennials.
¿Y todos los invitados son boomers?
No, no. También han venido Eduardo Rubiño y Tom Brusse, que tienen alrededor de 30 años. Nagore Robles, por ejemplo, también.
¿Cuál es el programa que más revuelo ha provocado?
El de Cristina Cifuentes porque era el de la intimidad. Todo el mundo pensaba que nosotros íbamos a preguntar algo y terminamos preguntándole algo más jodido que aquello que no preguntamos.
¿Y qué esperaban que le preguntaseis? ¿Por sus cremas favoritas para estar bella?
No, como era un programa dedicado a la intimidad, en un momento dado, surgió aquello de "un robo de intimidad", pero de eso ya se ha hablado. Le preguntamos algo más jodido. Y yo creo que es la primera vez que Cifuentes lo dice en público: ella, una expresidenta de la Comunidad de Madrid, se avergüenza del comportamiento del Partido Popular. El programa de Bárbara Rey también es muy grande porque te cuenta qué es ser Kim Kardashian hace 40 años.
¿Qué tal está siendo la experiencia de trabajar con Joao?
Increíble. O sea, el tío es una puta leyenda. A los 13 años hacía transformismo. Es un superviviente extremo, nacido en condiciones superadversas... Me encanta él. Somos las new Baccara. Hay mucha gente que nos ha dicho que le recordamos a Sardà y Boris Izaguirre.
He visto algunos cortes del pódcast y he escuchado otros pero ¿dónde ponen los límites del humor?
El límite del humor está siempre ahí donde se le hace daño a alguien. Nosotros nos reímos de todo, pero nunca nos reímos de alguien señalando con el dedo. Aunque, madre mía, espero que Sonsoles Ónega no oiga el pódcast porque hay un capítulo en el que se nos va la mano con ella. De risas, ¿vale? Pero se nos va. Joao empieza a decir que él puede leer el cue en el flequillo de Sonsoles y ahí empieza todo...
¿Alguna anécdota más que pueda destacar?
Hablar de tamaños de pene con Jorge Javier ha sido fascinante. Yo, de pequeño, me tocaba pensando en Bárbara Rey. Se lo conté en directo y, ¿sabes qué me dijo? "Todavía estamos a tiempo". Lo de Rubiño es acojonante porque imagínate preguntarle a un senador por sus relaciones sexuales. Tuve la suerte de poder decirle a Rubiño que no entiendo cómo en la puerta del Congreso de los Diputados no hacen test antidrogas.
¿Qué pasaría si los hicieran?
Mira, a Rafa Nadal le hacen test antidrogas, a Gerard Piqué también, ¿y a ellos? Ellos tienen más impacto en mi vida que Rafa Nadal. Si Nadal gana un torneo, yo me alegro un montón, pero no hay impacto. Ellos hacen leyes. Como la señora de Vox que le dijo a Rubiño que en el Orgullo se cuidase... ¿Tenemos alguna manera de saber que esa señora no ha ido colocada al pleno?
Boom, boom, boomer, me recuerda a cierto anuncio de chicles, y hablando de chicles y de pódcast, ¿ha podido ver algo de la polémica de las compañeras de Estirando el chicle, que han invitado a una Patricia Sornosa, una humorista que hacía mofa sobre las personas trans?
Te respondo con un dilema moral que he tenido con Boomer. Se nos ofreció entrevistar a un nombre grande de Vox. Pensé que podía ser un pelotazo que dos tíos gays entrevistasen a uno de Vox. En el último minuto decidí no hacerlo. No quiero dar altavoz a determinada gente. Esto no quiere decir que a mí me parezca mal lo que han hecho las chicas de Estirando al chicle, ni de coña, tienen derecho de entrevistar a quien les dé la gana. ¿Tú entrevistarías a Hitler? Yo no, pero me parece válido que la gente que dice que lo haría. ¿Le daría yo voz a una terf? No, pero no es justo lo que están haciendo con ellas. No puedes ir así contra dos tías que han hecho tan buen trabajo, que han despertado grandes debates, grandes conversaciones, muy necesarias, ¿y nos las vamos a cargar por lo que diga una invitada? No estoy de acuerdo.
¿Estamos siendo muy estrictos con la cultura de la cancelación? Hay personajes que lo hacían todo, cometen un error y acaban condenados, como John Galliano o Armie Hammer.
Hay cancelaciones y cancelaciones. Lo de Armie Hammer es hasta necesario. Él confesó ser caníbal, no sé, pero lo de Estirando el chicle es una puta barbaridad. Innecesario. Ellas han hablado de cosas muy necesarias, han llevado el pódcast a algo muy grande y es salvaje que se las trate así por lo que haya dicho una invitada.
Hablando de redes y de edadismo, el otro día Carmen Lomana ponía un tuit criticando a Letizia porque llevaba minifalda, algo impropio para una reina, decía ella, que quería "demostrar que era joven y cool ante la emérita Sofía". ¿Cree que Lomana habla desde la posición de víctima por ese edadismo, desde el supuesto protocolo que se supone que debe cumplir una reina o simplemente lo hizo por criticar, que es también una característica de las redes?
Carmen Lomana es una gran polemista y ella sabe que diciendo "qué guapa es Letizia" no la van a llamar de las teles. El trabajo de los polemistas es armar polémica. Todo esto que Lomana ha critcado de Letizia ella lo ve como un trabajo porque ella es la primera que se viste como una niñata. A Carmen, de repente, le dan estos arrebatos de defensora de la monarquía tradicional, pero en el fondo es más moderna. Lo que pasa que ella es lista...
Como experto en redes sociales, ¿qué análisis hace de lo que ha hecho el youtuber Borja Escalona con la camarera del restaurante de Vigo?
Hay una corriente muy tóxica en esto de las redes. Que tengas redes me parece muy bien, otra cosa distinta es que te toquen las palmas cuatro tontos y te creas Kim Kardashian. Lo de Borja Escalona me parece muy tóxico, pero igual que parece lo de Victoria Federica. Poner en portada de una revista a una niña que ni canta, ni baila, ni escribe, ni es actriz, ni trabaja, ni hace absolutamente nada, y plantearla como un icono de estilo... Es muy peligroso. No me gustaría que mi sobrina se viera reflejada en Victoria Federica. No tiene nada que contar, no tiene nada que ofrecer. Es una tía que no sabe lo que cuesta ganarse el dinero y se le está promocionando como influencer y se la invita a los mejores sitios. Victoria Federica es un salto al vacío cerebral.
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¿La invitaría a su pódcast?
No, porque no tiene conversación. La gente que viene es más joven, menos joven, pero les avala una profesión. Ha venido Valeria Vegas, que es una mujer apasionante. ¿Cómo va a venir Victoria Federica? ¿De qué voy a hablar con una niña que no ha trabajado en su puta vida? No puede tener menos interés.
¿Cuál es el personaje soñado al que le gustaría tener en el pódcast y qué le preguntaría?
Me gustaría tener a Isabel Díaz Ayuso porque me gustaría entender el fenómeno. Es que no lo entiendo. Y le preguntaría si se enorgullece de todo lo que ha dicho en estos últimos años. Es que en el programa de Bertín Osborne dice que cuando la llaman fascista, ella sabe que está en el lado bueno de la historia. Me da escalofríos. No sé si es una política de verdad o todo lo contrario.
En abril anunció su salida de Shine Media después de casi 10 años. ¿Fue difícil dar ese paso? ¿Tenía miedo de abandonar eso que los cursis ahora llaman la zona de confort?
Hay que salir siempre de la zona de confort. ¿Miedos? Claro, pero hay que hacerlo. En mi caso fue un miedo emocional. Yo trabajé durante casi 10 años con Macarena Rey y su equipo y para mí son mi familia. Había un conflicto emocional, pero profesional, no. Había ya ofertas encima de la mesa, las sigue habiendo y ahora estoy desarrollando un trabajo que me flipa, sobre todo, por la falta de censura. En la tele hoy eso es imposible.