María Patiño (51 años) y Ricardo Rodríguez (45) llevan 17 años juntos, pero él siempre se ha mantenido en la sombra pese a la enorme popularidad de la que su mujer goza en España. Poco dado a dejarse ver en los medios, esta vez ha querido desvelar alguno de sus secretos más personales para conocerle mejor. Como la propia comunicadora escribía hace unos días en sus redes en alusión a él: "No se trata de estar en la sombra, se trata de brillar con luz propia". El matrimonio ha celebrado su tercer aniversario de boda, que tuvo lugar en Sri Lanka en 2019.
El actor venezolano ha hablado con un compatriota para un blog llamado A Venezuelan in Oceania, donde ha repasado lo mucho que le ha costado abrirse paso a nivel profesional en España, además de dar algunas pinceladas sobre su relación con la presentadora de Socialité y una nueva pasión que le tiene completamente enganchado. Además, EL ESPAÑOL ha podido conocer algunos detalles de su vida en Venezuela, a través de personas que lo conocieron en su adolescencia y juventud.
Su nombre es Ricardo, pero todo el mundo le llama Richo, diminutivo que también usa para las redes sociales. "Fue un invento de mi padre. Me gusta más Richo que Richie, Richard o Ricky. Nada de eso, prefiero Richo", confiesa. Su familia vivía en la zona de Los Chaguaramos de la capital, de clase media, estudió primero en el instituto José Félix Ribas y posteriormente cursó Publicidad en el Instituto Universitario de Nuevas Profesiones. "Era medio tímido, pero muy guapo y presumido. Tenía mucho éxito con las chicas", cuenta a este periódico una antigua compañera de centro.
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Fue en la adolescencia cuando comenzó a adentrarse en el mundo artístico. "Empecé con 15 años y fue un poco casualidad. Mi hermana trabajaba en una agencia de publicidad y me dijo que estaban buscando a un adolescente para un anuncio de cremas para el acné. Fui al casting para las fotos y me eligieron. Me gustó esa primera experiencia y a raíz de ahí hice muchos más anuncios", recuerda.
El hecho de que se empezara a conocer su rostro en Venezuela le abrió las puertas de la televisión y presentó varios programas infantiles antes de dar el salto a las telenovelas con títulos como Hechizo de amor o A calzón quitao y también probó suerte en el teatro. Vino a España en busca de nuevos horizontes profesionales y aquí conoció a María Patiño, pero no todo ha sido coser y cantar.
Ricardo ha participado en varias series de televisión y se le pudo ver incluso interpretando al novio de Paula Echevarría (45) en un capítulo de Gran Reserva. También ha formado parte del elenco de varias películas y cortos, el más importante La cara del diablo, que protagonizó con la presentadora de Socialité que debutaba como actriz.
Sin embargo, el camino fue duro y sigue siéndolo. "No ha sido fácil, he tenido que buscarme la vida, tocar muchas puertas…. Di clases de dicción para pulir mi acento castellano y lo he adoptado para mi manera de hablar. El acento venezolano para trabajar en series o cine resultaba muy dulce, suavón, y se acaba cayendo en el cliché del culebrón, que es lo que se conocía de nosotros", reconoce.
Pese a las dificultades, nunca se planteó tirar la toalla y siempre ha contado con el apoyo incondicional de María, pese a que llevan su relación al margen de sus respectivas profesiones y es muy raro que compartan imágenes juntos o que asistan en pareja a algún evento público. "Obviamente ha habido momentos duros en los que me he venido abajo. La supervivencia es lo que te empuja a decir: 'Esto conmigo no va a poder'. Yo siempre he intentado ser positivo y superar los bajones", dice Ricardo.
Actor, modelo y cantante, actualmente tiene un proyecto para volver a rodar, pero también está muy enfocado en su negocio, un restaurante en Madrid del que es socio, y en su faceta deportiva. Surfero desde que era adolescente, el marido de Patiño cultiva su cuerpo a base de deporte y también su mente. De hecho, su nueva pasión aúna ambos aspectos: se está formando como instructor de yoga. "Me estoy sacando el título. He terminado el nivel 1 y en septiembre empiezo con el dos. Una de las cosas que he descubierto es que estamos hechos para movernos, porque eso renueva y oxigena todo".
También le ha transformado a nivel emocional, porque asegura que ha aprendido a trabajar los apegos. "Hay un problema con eso porque no es beneficioso para tu vida. Yo tengo una pareja, una madre, una familia, etc, a la que quiero mucho. Los adoro, pero somos efímeros. Suena un poco egoísta, pero lo cierto es que venimos solos y nos vamos solos. Nada es nuestro, ni nadie es nuestro, tenemos que tenerlo claro porque si no sufrimos mucho", reflexiona.
Ricardo Rodríguez es muy activo en redes sociales, donde comparte sus entrenamientos y sus noticias profesionales, siempre intentando transmitir mensajes positivos: "Uso Instagram a modo de trabajo, no pongo nada demasiado personal, las cosas personales son para mí". Y eso incluye su vida junto a María Patiño y al hijo de esta, que reside con ellos en un espacioso ático de Madrid.