En una industria en la que a partir de los cincuenta (casi) no existes, Silvia Marsó (59 años) siempre encuentra un remedio para reinventarse y curar ese mal que azota a la cultura audiovisual. Conocer, investigar y ganas de aprender son los tres pilares que conducen a esta actriz multidisciplinar a hacer el 'más difícil todavía' en ese circo donde las vanidades están a flor de piel y otras muchas son lanadas a la hoguera.

La intérprete catalana afronta un nuevo reto cada sábado por la noche en el Infanta Isabel de Madrid con Silvia Marsó Blues & Roots, su debut en la música junto a Del Toro Blues Band. "Soy fan de la banda y, a través de amigos comunes, conocí a Dani del Toro. Así que finalmente nos hemos lanzado", comenta risueña a EL ESPAÑOL antes de su primer recital. Posteriormente habrá gira.

Está pendiente de todo, no en vano, también produce el espectáculo. Cuando empezó a dedicarse a este mundo tuvo muy claro que "por mi amor al teatro y la cultura en general no iba a hacer cosas triviales ni facilones", matiza. De ahí que haya rechazado propuestas amorosas de millonarios y cheques muy importantes de cadenas privadas porque sus programas no comulgaban con sus ideales. Sigue siendo tremendamente exigente en su trabajo, no ambiciona la fama y sabe perfectamente dónde está la línea ficticia para no convertirse en un personaje del corazón. "Si te haces respetar y no concedes exclusivas ni confesiones mercantiles, la prensa te ubica en un sitio concreto. Nunca me han preguntado por mis relaciones personales", puntualiza.

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Silvia Marsó durante una actuación. EL ESPAÑOL

Pues seamos los primeros, ¿está enamorada? 

¿Sabes? Aunque han pasado ya muchos meses desde que falleció mi madre, sigo en un momento de duelo. Han sido momentos muy difíciles y tristes, como los de cualquier persona, no soy especial, que ama a su madre. Ante una pérdida así siempre hay un antes y un después. Por mucho que te prepares, perder a una madre es tremendo. Espantoso.

¿Cómo lo ha intentado mitigar?

Tarde o temprano hemos de pasar por esta situación. Durante varios meses he rechazado trabajos porque podía permitírmelo, pero el de Blues & Roots tiene que ver con las emociones. El blues tiene mucho de dolor, pasión y lucha. Me ha inspirado. Necesitaba hacer algo que no tuviera relación con mis raíces, en estos momentos soy incapaz de hacer un papel dramático porque estoy inmersa en un proceso muy doloroso.

Han pasado muchos años desde su debut, ¿se siente ahora más libre y sin ataduras?

Siempre me he sentido libre, he rechazado trabajos por una cuestión de coherencia profesional, pero en estos momentos, además, puedo permitir arriesgarme. Ya tengo hecha la carrera como actriz, puedo apostar por cosas más complicadas y si me la juego no me va a pasar nada porque me servirá para aprender y enriquecerme como intérprete.

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No hay que tirar la toalla a pesar de que la corriente en el audiovisual en España conlleve que no haya personajes interesantes para mujeres de mayores de cincuenta, salvo excepciones. Formo parte de CIMA (Asociación de Mujeres Cineastas y de Medios Audiovisuales) a través de la que luchamos para dar a conocer la injusticia del audiovisual español. Tenemos muchas cosas que contar y hay que tener en cuenta que las consumidoras más importantes de cultura (libros, exposiciones, cines) tienen más de cuarenta años.

Silvia Marsó está centrada en su faceta como cantante. EL ESPAÑOL

Actriz, productora, presentadora, creadora de contenidos… ¿Se ha hecho la prueba de superdotada?

Una vez en la escuela (risas). Lo que ocurre es que soy muy luchadora, todo me cuesta mucho y me esfuerzo muchísimo. Por el hecho que produzca y arriesgue no significa que sea valiente, sufro mucho cuando lo hago, pero siento la necesidad de evolucionar y probar cosas nuevas. En mi familia no hay antecedentes artísticos, me gustan todas las artes -danza, arquitectura, escultura, música, pintura- y no sé a qué se debe. Debe ser algo de nacimiento que tiene que ver con los hemisferios cerebrales. No tiene ningún mérito.

El fracaso sabe a…

Simplemente aprendes. Fracasos gordos no he tenido. He hecho cosas peores y con errores que he corregido y me han enseñado a aprender.

Cuando está bloqueada, ¿qué hace?

A pasear con mi perrita Nana por El Retiro (el animalito es un detector de buenas personas).

¿Crecer en un hogar humilde agudiza el ingenio e imprime carácter?

No tendría que influir en ese aspecto porque el ingenio está en función de tus capacidades personales, pero crecer en determinados ambientes de da espíritu de lucha y resiliencia.

¿En la vida de una mujer hay un antes y un después con el nacimiento de un hijo?

Sí.

¿Qué ha aprendido de él?

Llega un momento en el que cuando los hijos empiezan a desarrollar su propia personalidad te sorprenden con sus opiniones, te enseñan muchas cosas, poseen un punto de vista diferente por ser de otra generación y son constructivos. Con mi hijo mantengo muchas conversaciones, me da bastantes consejos y viceversa. Es muy enriquecedor.

Pese a su fama, no se sabe casi nada de su hijo, David Marco.

Siempre me ha pedido que no hable, se mantiene alejado de este mundo. Está acabando una carrera, es más de ciencias. No es tan versátil como la madre (risas).