Fue el 18 de agosto de 2016 cuando se estrenó en Telecinco, tras un tiempo de fuerte promoción, el aplaudido, atrevido y revolucionario reality Las Campos, protagonizado por la mediática familia Campos. En él, por primera vez se iba a ver a la emblemática y respetada presentadora María Teresa Campos (81 años) en su día a día lejos de las cámaras, mostrando su versión más desenfadada, familiar y natural de la mano de sus hijas, Terelu Campos (57) y Carmen Borrego (56).
Además, en aquel proyecto audiovisual participaron otras personas del entorno de la familia, tanto conocidas como anónimas. No sólo el espectador pudo ser testigo del amor -con caducidad- entre Teresa Campos y Edmundo Bigote Arrocet (72), o de las divertidas partidas de cartas de la andaluza con sus amigas, también surgió una estrella sin previo aviso ni pretensiones: María Silva, la fiel asistenta interna que vivía con María Teresa en su antigua y mastodóntica casa, en Molino de la Hoz, Madrid.
"María, buenos días, ¿me puede subir el desayuno?", fue una de las primeras frases que se pueden escuchar en el episodio uno de la primera temporada de Las Campos. Quien la entona es Teresa Campos, vía telefónica desde su habitación. La interlocutora, y a quien interpela, es María, su fiel y querida María por entonces. Asistenta interna en casa y persona de confianza para ella. "Como una segunda hija", llegó a definirla a lo largo de las temporadas del reality.
De hecho, tanto fue y significó María Silva para Teresa Campos que la mujer, de origen peruano, en connivencia con el chófer Gustavo Guillermo, salvó a la presentadora cuando ésta sufrió un ictus isquémico en 2017. Un momento clave y muy duro y especial que Campos siempre le agradeció pública y privadamente. En el programa se pudo ver la complicidad entre ellas, e incluso cómo Teresa le presta un vestido de su valiosa colección para una boda familiar en su país natal.
No obstante, esa relación tan buena, cercana y de afecto se rompió, se hizo añicos, de forma sorpresiva el 23 de noviembre de 2018. Ese día, se hizo pública una información que marcó un claro punto de inflexión. "María Teresa Campos, denunciada por su empleada de hogar", tituló Informalia. La guerra estaba servida entre trabajadora y jefa. Según Silva, se la despidió injustamente tras sus vacaciones de verano en su país natal, Perú.
Tal y como narró María entonces, la presentadora "se indignó" al considerar un abuso que su hasta ahora mano derecha se tomara más vacaciones de la cuenta. La empleada aseguró entonces que María Teresa, al ver que no se incorporaba a su puesto de trabajo, le escribió el siguiente mensaje: "Por mí, puedes quedarte en Perú". Este altercado sucedió en el mes de septiembre y, desde entonces, se acabó la comunicación entre ellas, la buena sintonía y familiaridad y, por tanto, el trabajo de la doncella en el casa de la presentadora.
María sostuvo que había viajado a su país con un billete -que había comprado de antemano con una tarifa especial que no permitía cambios de última hora- cuya vuelta a España estaba fijada para dos días después de los estipulados.
"Yo tenía el billete para dos días después. Si ella consideró que me tomaba más días de los que me correspondían, podía habérmelo descontado o trabajarle yo a ella más días, pero me dolió muchísimo esa actitud tan injusta cuando yo le he tenido tanto respeto y se portó tan bien conmigo durante 15 años", aseguró María Silva, haciendo alusión al frío mensaje que le había mandado a la que un día consideró como una madre.
Y es que, alegó la doncella, tras la advertencia de su jefa, ella no podía desplazarse tan fácilmente: "Si en vez de estar en Perú yo hubiera estado más cerca, habría ido corriendo al recibir el mensaje, pero no podía cambiar el billete. Luego recibí una carta suya como que yo había renunciado a mi trabajo cuando eso no es cierto". La versión de Teresa Campos la conoció EL ESPAÑOL a través de una amiga suya.
"Lo ha vivido como una traición imperdonable. María ha pasado de ser familia a una enemiga pagada. Teresa está tocada y dolida porque María, a la que tenía muy bien mirada, la dejara sola cuando más la necesitaba en Madrid. En septiembre quemó el teléfono de tanta llamar a su empleada y esta nunca respondió", se apuntó a este medio, para añadir que Teresa "no puso ninguna pega a las vacaciones, siempre la ha ayudado para que vea a su familia".
El problema llegó cuando, pasados los días de asueto de la peruana, ésta no se incorporó al trabajo: "Teresa se preocupó muchísimo el primer día, y el segundo y tercero. Cada mañana hacía la misma pregunta, dónde estaba María. Se cogió un gran disgusto porque no daba señales de vida y no entendía nada de lo que estaba sucediendo".
Cuando la noticia del despido vio la luz, fueron muchas las informaciones que aseguraron que María Silva quería hablar en los medios de comunicación, incluso se apuntó a que se había agenciado una suerte de representante, pero eso nunca ocurrió. La fiel asistenta de Teresa Campos, pese al dolor, nunca rompió su silencio públicamente. Según la información que se confía a EL ESPAÑOL, durante un "largo tiempo" tras el escándalo Silva se fue a vivir a su país.
Después regresó y ha encontrado varios trabajos a tiempo parcial. Alguno de ellos, como asistenta. Está feliz y ha dejado el pasado atrás. No quiere saber de las Campos ni de los medios de comunicación. En realidad, "nunca se sintió cómoda delante de la cámara y accedió al reality por Teresa".