"Así me encuentro a mamá a las 7:30 h, lista para bajar a desayunar con sus amigas, todos los días, no fallan. Cada semana hago en su casa un 24 horas con mamá: salimos a la compra, dejo comida cocinada, lavamos el pelo, teñimos, cortamos, jugamos al chinchón y me quedo a dormir. A la mañana siguiente me la vuelvo a encontrar toda arreglada esperando que vengan a recogerla para bajar a desayunar… Ella, llena de vitalidad y yo, agotadita", escribe Alaska presumiendo de progenitora. América es tan divina o más que su propia hija.