Gemma Cuervo (86 años) debutó en el teatro universitario barcelonés y dio sus primeros pasos profesionales, a finales de los cincuenta, como actriz de la mano de Adolfo Marsillach. Desde entonces ha llovido mucho y, desde luego, no sobre mojado.
En 1960, la barcelonesa se casó con el también actor Fernando Guillén, con el que nueve años más tarde fundaría su compañía y con quien tuvo a sus tres hijos -los actores Fernando (59) y Cayetana (53) y la abogada Natalia-. En los siguientes años, Cuervo se convirtió en un rostro habitual en uno de los espacios más importantes en los comienzos de TVE, Estudio 1, y recorrió escenarios de toda España.
Sin embargo, se hizo realmente conocida a raíz de encarnar a la suegra del doctor más popular de la televisión española Médico de familia. La actriz fue Vicenta en Aquí no hay quien viva y Mari Tere en La que se avecina, serie de Telecinco que la acercó a los más jóvenes.
[El día que los Guillén Cuervo fueron portada de 'El Caso']
Tras abandonarla en 2010, ha vivido bastante tranquila, disfrutando de sus hijos, haciendo frente a algunos achaques de salud -tiene EPOC, enfermedad pulmonar obstructiva crónica- y, por encima de todo eso, sobrellevando la pérdida de su marido, fallecido en 2013.
EL ESPAÑOL ha podido charlar con la veterana actriz, que estos días se encuentra rodando en el municipio cordobés de Palma del Río una película que le ha devuelto la ilusión.
La reina del convento es la primera película que rueda en seis años. ¿Le ha costado mucho adaptarse al ritmo de trabajo?
No. Soy muy trabajadora y no me cuesta adaptarme al ritmo. Lo único es que soy mayor y me fatigo más que los demás.
Esta comedia está protagonizada por varias monjas que fuman porros, ven fútbol y rezan cantando a Ángeles Toledano. ¿Cómo es su personaje?
Mi personaje es muy tierno. Se llama Sor Rita, y la directora ha querido que, al decirlo, parezca que uno está diciendo "zorrita". Lo ha hecho así para darle más morbo a la cosa.
Hace unos meses confesó que echaba de menos trabajar. ¿Le apena no recibir más ofertas para actuar?
No, porque esto [el rodaje de la película] es muy largo y nos va a llevar mucho tiempo. Aun así, estoy a lo que salga. Si me quieren en otra película o en otro sitio, pues muy bien. Si no, pues en mi casita, donde también estoy encantada de estar.
¿Cómo ha sido su rutina diaria desde que comenzó la pandemia del coronavirus?
Ha sido normal. La pandemia no me perjudicó. Gracias a Dios, no me pasó nada y salí indemne de ella. Hombre, lo sentí por toda esa gente que se puso muy malita, pero yo me salvé.
Algún medio digital publicó que había dejado de participar en La que se avecina porque no llegó a un acuerdo con su contrato. ¿Es cierto?
No, yo ni he hablado del contrato. Quien dijo eso se ha informado mal.
¿Fue entonces una decisión personal suya?
Mía y de ellos, de ellos y mía. La cosa no estaba bien de trabajo.
En las series de Alberto Caballero daba vida a una mujer ingenua y algo boba, pero en la vida real ha tenido siempre fama de mujer guerrera. ¿Le han llegado a temer algunos hombres?
Bueno, a lo mejor sí, no lo sé [risas]. Nunca me he callado ante las injusticias y siempre he luchado. He luchado y he vencido.
¿Sigue deseando trabajar más con sus hijos?
Sí, claro. Con Cayetana, que es estupenda, y también con mi hijo. Aunque si no se puede, ya con verlos trabajar a ellos me es suficiente. Los adoro y me gusta mucho ver que han seguido esos pasos del arte.
¿Con ellos intentó asumir el rol de madre pesada y protectora?
No, en absoluto. Ellos no lo han necesitado. Están muy bien educados y se protegen muy bien a sí mismos. Desde mi posición de madre, los superviso, pero nunca les doy la lata. Los respeto perfectamente.
En una ocasión, Fernando comentó: "He intentado mantener siempre la coherencia y el compromiso. Aunque, por necesidad, no haya hecho siempre el teatro que quería". ¿Tuvieron muchos problemas con la censura franquista?
No, no. La censura fue bastante comprensiva con nosotros. No la sufrimos de forma excesiva.
El estreno de El mundo sigue sí que fue prohibido en 1963 por la censura. ¿Por qué considera que esta película truncó su carrera cinematográfica?
Era una película muy importante, dirigida por Fernando Fernán Gómez, y tenía un elenco de actores excelente. Todo era bueno, pero se truncó. Dije que mi carrera se había truncado porque teníamos una preciosidad de obra y la tuvimos que llevar a no sé qué ciudad [se estrenó en 1965, casi a escondidas, en un cine de Bilbao] para que fuera olvidada.
Su marido y usted nunca discutían, porque él rara vez solía enfadarse...
Fernando no se enfadaba nunca, era un ángel. Era un ser maravilloso. Fuimos muy felices, tuvimos tres hijos y también tuvimos compañía propia. Trabajamos muchísimo. Fueron unos tiempos muy agradables y maravillosos, pero bueno, se acabaron el día que se acabó su vida.
¿De qué forma afrontó su pérdida? Escuché que habla con él a diario…
Bueno, puedo hablar con él o no hablar con él. ¿Quién te ha dicho eso? La verdad es que no le olvido para nada, siempre le tengo muy presente.
¿Le evocan las navidades sentimientos de melancolía?
No, no. A ver, las navidades son lo que son. Tendría que tener una melancolía inagotable, empezando por lo de mi marido, mis padres... Pero no dejo que la melancolía entre en mi rincón del alma (risas). Las celebro siempre con mis hijos, en su casa, en la mía o donde sea, pero juntos siempre.