A principios de 1996, los medios españoles se hicieron eco de una trama de corrupción de menores en un bar de ambiente gay de Sevilla. Durante meses, nombres de acusados fueron sumándose a una larga lista en la que figuraron personalidades como Jesús Vázquez (57 años), entonces presentador de moda y cantante superventas. La docuserie Arny. Historia de una infamia, producida por Cuarzo y distribuida por HBO, analiza ahora un caso en el cual los medios se centraron más en denunciar la homosexualidad de los acusados que en el supuesto delito.
La investigación policial se inició a raíz de la denuncia en febrero de 1995 de José Antonio Sánchez Barriga, un chaval de extracción social baja y adicto a las drogas que aseguraba haber sido inducido a la prostitución homosexual en clubes como Arny, el 27 y Valentino. La policía vigiló y registró esos locales durante ocho largos meses, pero fue incapaz de precisar si en ellos entraban menores. Pese a todo, el juzgado de instrucción número 13 de Sevilla precintó los locales e inició un sumario, conocido como el caso Arny, que acabó con 49 personas imputadas (aunque el caso estaba bajo secreto de sumario, la lista con sus nombres empezó a circular por todos los medios, que obviaron la presunción de inocencia e iniciaron un cruel juicio paralelo).
Después de que saltara el escándalo, el llamado testigo número 1 reconoció que había mentido y llegó a asegurar que todo el caso de prostitución era un montaje de la policía para tapar la trama de los GAL. Según dijo, todo empezó cuando él fue detenido por un robo y el jefe del Grupo de Menores (Grume), dependiente de la Brigada Judicial del Cuerpo Nacional de Policía, le encargó un "trabajito" consistente en acusar a una serie de personas famosas (entre las que se encontraban el ex juez de menores Manuel Rico Lara, el humorista Jorge Cadaval, o el cantante y actor Javier Gurruchaga) a cambio de cierta cantidad de dinero.
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La instrucción del sumario fue bastante chapucera. "La policía y la fiscalía, en lugar de haber protegido a los menores, esperaron en la puerta del bar para cazar a los clientes", apuntó entonces Cristina Almeida, letrada de Javier Gurruchaga. "Los menores se han prostituido en Arny después de que comenzara la vigilancia policial, porque si la policía hubiera entrado en el local con cualquier pretexto, los chavales no se habrían prostituido". Durante el juicio, que duró varios meses, muchos de los testigos se desdijeron y alegaron presiones de la policía. "Absolutamente ninguna credibilidad merece al tribunal habida cuenta de las múltiples declaraciones prestadas y contradicciones en que ha incurrido, ignorándose cuándo ha dicho la verdad, si es que alguna vez la ha dicho", señalaron los jueces en la sentencia.
Finalmente, la Audiencia de Sevilla condenó a 33 años de cárcel al dueño del pub Arny, y absolvió a los más famosos acusados, contra quienes no halló pruebas. Sobre Jesús Vázquez, que clamó en todo momento su inocencia, la sentencia recordó que el único menor que afirmaba haber mantenido "relaciones sexuales consistentes en masturbaciones" con él "incurrió en muchas contradicciones" (el chaval admitió que había mentido durante la fase sumarial, y que ni siquiera conocía al presentador).
En varias ocasiones, Vázquez ha comentado públicamente que jamás en su vida llegó a pisar el famoso Arny, y que se enteró de su imputación en el caso a través de su madre, que le llamó una mañana llorando: habían telefoneado del juzgado y, si no se presentaba allí rápidamente, cursarían orden de búsqueda y captura sobre él. "Estaba de gira de teatro y tuve que cogerme un coche e irme a Sevilla sin dormir", confesó el gallego, que tuvo que pagar medio millón de pesetas de fianza para evitar entrar en prisión.
El tiempo que duró la instrucción hizo bastante mella en la salud mental del presentador, que nunca fue condenado por la ley, pero sí se sintió condenado por la opinión pública desde su procesamiento en 1995. No en vano, Vázquez soportó dos años de veto laboral. "Todos los proyectos en marcha se pararon”, contó en una entrevista. "Nadie me llamaba, y si llamaba yo, no había nada para mí".
En sus horas más bajas, decidió refugiarse en su amistad con el humorista Jorge Cadaval, que le acogió en su casa cuando no tenía dinero para mantenerse y le brindó su apoyo. "Le daba vergüenza hasta salir, y no se lo permitimos", contaría luego el miembro del dúo Los Morancos. "Nos tirábamos a la calle todo el día, ya llorábamos bastante en casa. Aquí aprendió a ir por la vida con la cabeza alta. Entre los dos nos ayudábamos para venirnos arriba".
Después de que se conociera la sentencia en marzo de 1998, Vázquez tuvo que pasar una temporada acudiendo a psicoterapia y tomando pastillas para la depresión. Pensó incluso en marcharse de España para instalarse en Londres y recuperar allí su anonimato. Al final, pudo retomar su carrera gracias a Canal Sur, que le ofreció un contrato para presentar el programa Gente con chispa, exportado con éxito a las autonómicas, que le devolvió poco a poco la ilusión. "La tele me salvó", ha dicho alguna vez al respecto.
Quien no encontró escapatoria al dolor fue su madre Chus, que murió a los 57 años, víctima del cáncer y el sufrimiento de ver a un hijo tachado de monstruo. "Se puso enferma durante el juicio", explicó Vázquez. "Tenía cáncer y se puso peor porque estaba sufriendo tanto... En todas las enfermedades, si tú no pones de tu parte y no te cuidas, te pones peor". Chus no llegó a verlo absuelto. "Le quitamos la tele del hospital", ha contado, "y fuimos los tres hermanos para hacerle creer que había salido la sentencia y que me habían absuelto. Al día siguiente murió. Estaba esperando que pasase eso".
Tampoco pudo presenciar Chus otros momentos felices en la vida del presentador: aquella entrevista en la revista Zero que le sirvió para salir públicamente del armario, los inicios de su relación con el ingeniero Roberto Cortés (con el que ya lleva cerca de dieciocho años casado), su sugerente portada en Interviú (fue el primer hombre en posar desnudo para esa revista), o su consagración como presentador estrella de Mediaset España (a raíz del fichaje de Paolo Vasile como consejero delegado del grupo).
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"[El caso Arny] Fue el último intento de las cavernas, las fuerzas reaccionarias y el poder homófobo para asestar un golpe a la libertad y la tolerancia", opinó en una ocasión Vázquez, al que nadie ha pedido perdón después de que pasara cinco meses en el banquillo por un delito que no había cometido. Aunque, a estas alturas, tampoco lo espere ya el que para muchos es el presentador más querido y respetado de España.