Puntual, a las tres de la tarde, Mario Vargas Llosa (86 años) ha hecho su aparición en el anfiteatro de la Academia Francesa, ubicado en la parisina calle Quai de Conti, para vivir uno de los días más emocionantes de su vida al ocupar el sillón número 18 de la prestigiosa institución.
Vestido con el uniforme tradicional de los académicos galos, de color oscuro y con bordados de hojas verdes de olivo en la casaca, el Nobel de Literatura ha sido recibido como uno más entre los "inmortales", como se conocen a los custodios de las letras francesas. Ha llegado del brazo de otra de los miembros, con una sonrisa en los labios, y se ha dirigido directamente al púlpito para pronunciar un discurso en francés que ha durado casi dos horas y con el que ha hecho una oda a la Literatura.
Unas palabras con las que ha querido transmitir su gran pasión por su profesión y que han escuchado desde las primeras filas los miembros de su familia. Ha acudido acompañado de su exmujer Patricia Llosa Urquidi (78), así como de sus tres hijos, Álvaro, Morgana y Gonzalo Vargas Llosa.
Tampoco han faltado sus tres nietos, Leandro, Isabella y Anaís, quienes unas horas antes del comienzo de la ceremonia, tal y como mostraba Morgana en sus redes sociales, ayudaron a su abuelo a vestirse con el habit vert.
Desde sus asientos en las bancadas del anfiteatro, de color marrón, todos ellos han escuchado sus palabras, aunque algunos con más atención que otros. Durante las casi dos horas de duración del acto, los familiares de Mario han sido enfocados de forma casi constante por las cámaras, atentas a sus reacciones. Mientras que sus hijos y nietos han centrado sus miradas en él durante buena parte de su discurso, su exmujer se ha mostrado ajena, impasible, pues ha alzado su rostro hacia el peruano en contadas ocasiones. Es más, cuando Mario ha finalizado su turno de intervención, Patricia apenas ha aplaudido unos segundos, una nimiedad en comparación con el resto de asistentes.
La presencia de Patricia ha protagonizado muchos titulares en los últimos días, pues que Vargas Llosa quisiera compartir esta jornada tan única con la madre de sus hijos no ha hecho sino intensificar los rumores sobre la reconciliación sentimental entre ambos.
Pero este no ha sido el único motivo por el que el gran día para el peruano ha sido polémico. Además de su familia, ha estado arropado por el rey emérito Juan Carlos I (85) y Cristina de Borbón (57), que fueron invitados personalmente por el literato. Padre e hija se han sentado muy cerca de la familia Vargas Llosa, en una bancada en la que solo estaban ellos.
El monarca, que ha viajado directamente a la capital gala desde Abu Dabi, su lugar de residencia desde agosto de 2020, se ha dejado ver visiblemente serio y circunspecto. Por su parte, la Infanta se ha mostrado pendiente a cada poco de su padre.
El Nobel se ha convertido en el primer escritor en recibir un sitio en la Academia sin haber publicado nunca en francés. Una decisión que fue tomada hace más de un año y que no estuvo exenta de polémica, también porque, a sus 86 años, supera el límite de 75 que estipulan los estatutos de la Academia desde 2010. "En cuanto a su reputación, conocemos ya su prestigio y extensión", justificó este mismo miércoles la secretaria permanente de la Academia, Hélène Carrère d'Encausse.
Mario Vargas Llosa no solo se ha convertido en uno de los "inmortales", como se conoce a los miembros de la institución, también ha añadido un acto más a su rutina. Los académicos se reúnen una vez por semana, cada jueves, en privado y a las 15.00 horas. Su misión es contribuir al perfeccionamiento de la lengua francesa y actualizar el diccionario.