Mario Vargas Llosa (87 años) se ha convertido este jueves 9 de febrero en miembro de pleno derecho de la prestigiosa Academia Francesa. Acompañado de su exmujer, Patricia Llosa Urquidi (78); sus tres hijos, Álvaro, Morgana y Gonzalo; y sus nietos, el peruano ha ocupado oficialmente el sillón número 18, convirtiéndose en uno de los "inmortales", los grandes custodios de las letras galas.
Sin duda, ha sido uno de los momentos más importantes de su carrera profesional y de su vida. No solo por su inclusión en la prestigiosa institución, también por haber sido el protagonista de una ceremonia solemne cuyas tradiciones, que perduran todavía, se remontan al año 1635, cuando L'Académie française fue fundada por el cardenal Richelieu.
Y mientras que de este personaje histórico se ha heredado el apodo de "inmortal", mote que proviene del lema "à l'inmortalité", inscrito en el sello que Richelieu entregó a la institución, su distintivo uniforme se debe a un decreto del año 1801.
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En los primeros años de vida de la Academia, varios de sus miembros expresaron su deseo de contar con un signo distintivo tras haber tenido problemas en ser reconocidos, llegando incluso a no poder llegar a sus asientos u obtener el turno de palabra. Tras valorar opciones como un carnet, una medalla o insignia, se decidió que lo más sencillo era crear un traje con el que se pudiera reconocer a simple vista a los "inmortales".
Así es como nació a través de un decreto del año 1801 un vestuario que ya forma parte del armario de Vargas Llosa y que, como ha quedado demostrado en su ceremonia, es parte indispensable de la gala de acceso. Se llama l'habit vert -el hábito verde-, es común a todos los miembros y está compuesto por casaca, chaleco o chaqueta y pantalones negros.
La prenda más distintiva es la casaca verde, una pieza confeccionada en color azul oscuro o negro que cuenta con bordados de ramas de olivo doradas y verdes en los puños, el cuello y la parte delantera. En sus orígenes había dos tipos, el "grande", que es el que sigue usando y recuerda a un frac, y el "pequeño", que solo contaba con bordados en los puños y el cuello. El pantalón, que es a tono, también está decorado en sus flancos con las distintivas ramas de olivo.
Por supuesto, el habit vert ha ido evolucionando con el paso de los siglos y ha tenido algunas modificaciones. El escritor Victor Hugo fue el primero en sustituir los culottes de estilo francés por medias de seda combinadas con pantalón en el año 1848 y el pintor Édouard Détail introdujo en 1892 una capa negra.
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El que se luce a día de hoy es el que ha llevado Vargas Llosa y también lo llevan las mujeres. Cuando se fundó la Academia Francesa era impensable que una fémina ocupara uno de los sillones, de ahí que en el decreto de 1801 no se designara cómo debía ser el look para ellas. No fue hasta 1980, con la inclusión de la primera mujer, Marguerite Yourcenar, cuando se planteó la cuestión, que se resolvió con la libertad de las académicas para elegir su traje.
El porqué se escogió el color verde para los bordados lo explicó el dramaturgo Henri Lavedan, que ocupó el sillón 15 entre los años 1898 y 1940. "El rojo representaba un estado de ánimo violento y bélico incompatible con nuestro trabajo honesto. El azul, por galantería anticipada, se reservó para que las damas llevaran medias de este tono el día en que ellas también se incorporaran al Instituto. El blanco, tan sufrido, recordaba demasiado a un rey. El morado era demasiado eclesiástico; el naranja un tanto vanidoso y el amarillo habría hecho sonreír. Así que sólo quedó el verde, que sí estaba cualificado para una prenda que desata tanta codicia y envidia. (...) De todos sus tonos, el único que se impuso, se justificó, el único definitivo fue el que nos supo caer, el verde serio, el verde académico", dijo, refiriéndose al tono actual, con matices dorados.
La espada
El traje no es lo único que ha estrenado Mario Vargas Llosa este 9 de febrero. El Nobel ha llevado colgada de uno de los flancos una espada ceremonial que recibió en la víspera de su ingreso de manos de la secretaria permanente de la Academia, Hélène Carrère d'Encausse.
Se trata de un símbolo que equipara a los académicos, como el escritor peruano, a las clases nobles y la Casa del Rey. La de Mario Vargas Llosa está hecha en Toledo por el último artesano que fabrica a mano este tipo de armas, Antonio Arellano. Es de estilo medieval y lleva grabadas las iniciales del Nobel de Literatura, así como los nombres de los padrinos de este símbolo, presentes en el acto: el director de la Real Academia Española, Santiago Muñoz Machado, y Gregorio Marañón, presidente del Teatro Real de Madrid.