Era el libro más esperado y al fin este miércoles 19 de abril se ha puesto a la venta con un éxito increíble, pues la primera edición ya se había agotado antes de salir. Ana Obregón (68 años) define El chico de las musarañas como "un canto al amor y a la vida, que he escrito durante nueve meses con lágrimas rojas". En él explica todo el huracán de sentimientos "de una madre ante la pérdida de un hijo y el largo camino para llegar a esta bendición y milagro de bebé, Anita, que es tu hija".
La muerte de Álex Lequio, en mayo de 2020, dejó a la actriz y presentadora totalmente rota. Nunca lo ha ocultado, confesando en repetidas ocasiones que no tenía ganas de vivir. Sin embargo, ahora se confirma que no eran palabras figuradas, sino literales, porque en las páginas del relato narra un momento en concreto en el que sí estuvo a punto de acabar con todo, para siempre.
Es una de las cosas más llamativas y desgarradoras están en el epílogo, al final del libro. Se refiere al día mismo del triste desenlace, cuando regresó al apartamento de Barcelona donde se había instalado durante los últimos meses de enfermedad de su hijo. Ana cogió el móvil del joven y leyó el último post que había escrito para las redes sociales y que no había llegado a publicar.
No pudo soportarlo. "Necesitaba urgentemente desencadenarme de ese dolor para siempre", escribe. Fue entonces cuando salió al balcón de aquel séptimo piso: "La decisión era firme. Me empiné sobre la barandilla, que no era muy elevada. Si me lanzaba al vacío, seguiría viviendo contigo eternamente; si me quedaba en la tierra, me moriría en vida sin ti y no me quería morir. Saltar al abismo era mi única opción para seguir viviendo".
Seguidamente, la actriz cuenta con detalle cómo lo hizo, mientras sus hermanas y Alessandro Lequio (62) lloraban en el salón sin reparar en su ausencia. La intervención de este último fue crucial, pues de pronto comenzó a llamar a la puerta de la habitación donde estaba encerrada y gritándole que abriera. "Cerré los ojos y empecé a marearme, perdiendo ese equilibrio que me mantenía sentada a caballo sobre la barandilla, con un pie de puntillas en el suelo del balcón y el otro colgando en el vacío", recuerda la actriz.
De pronto una frase del padre de su hijo hizo que volviera a la realidad: "Tienes algo importante que hacer. ¿Recuerdas lo que nos pidió Aless, su última voluntad?". Ana pisó tierra firme y gritó al cielo: "¡Lo haré, Aless!". Como ella misma reconoce: "Tu padre nunca supo que, en ese momento, tu última voluntad me salvó la vida. Se enterará leyendo estas páginas".