Tamara Falcó (41 años) apareció un jueves más en el plató de El Hormiguero y, como no podía ser de otra manera, abordó una de las grandes polémicas de la semana: el hecho de haberse quedado sin vestido de novia a dos meses de su boda por desacuerdos con las diseñadoras.
La colaboradora, con un top blanco muy bridal, por cierto, se mostró muy sonriente y narró, desde el principio, cómo surgió este problema con las directoras creativas de Sophie et Voilà, la maison bilbaína que había elegido para que la vistiera en su gran día.
"Empezamos con estas diseñadoras y yo tenía en mente un vestido que ya había visto" explicaba, hablando de un diseño que vio para su hermana, Ana Boyer (34), cuando ésta se iba a dar el 'sí, quiero' con Fernando Verdasco. "Estas chicas vinieron a casa de mi madre y me dijeron que les encantaba esta inspiración" añadía. A partir de ahí, todo correcto.
Fue cuando ella misma pronunció la palabra "inspiración" en los medios de comunicación -para referirse al vestido que ya tenía en mente- cuando comenzaron los problemas, ya que la segunda vez que se reunió con las modistas, según la marquesa de Griñón, "el vestido había cambiado completamente". "No me veía con ese vestido porque tenía unos volúmenes que no eran", añadía, "Fue todo superincómodo y a partir de ahí, todo mal".
"Fue superduro", aseguró Tamara Falcó, ya que, además, en esa segunda reunión estaba su madre, Isabel Preysler (71), y su hermana, Ana Boyer, que fue la única que le aplaudió la elección. La colaboradora habló de silencios incómodos en dicha reunión porque el vestido había cambiado por completo, tanto es así que cuando se lo probó dijo: "No es el mío".
Tamara quiso aclarar que ella no tenía un contrato con la firma para los vestidos de novia, sino "por el contrato de imagen en global" que duraba un año prorrogable a dos años. También detalló que sus abogados añadieron al contrato "que si a mí no me gustaba el vestido, no me tenía por qué casar con él" y, entonces, cuando "se empezó a torcer la cosa, fue todo muy desagradable" porque "me desanimé". Cuando su abogado le preguntó si le gustaba el vestido, ella contestó un "no" rotundo.
"Lo siguiente que sé es el comunicado de prensa", añadió, dejando a entrever que se enteró de que rompían la relación laboral por la prensa. "Lo que no me iba a casar es con un vestido de novia que no me gustaba" ha asegurado la colaboradora y ha mostrado su enfado porque "se han dicho cosas horribles que están en manos de mis abogados ahora mismo".
Por último, su compañera de tertulia, Cristina Pardo, le preguntó si considera que su boda está gafada y ella, entre risas, ha contestado que "todo lo que vale la pena nunca fue fácil" y que ahora "estoy valorando" opciones de vestidos.