Han triunfado en su primera entrevista conjunta televisada, que fue lo más visto del martes 23 de mayo. El Hormiguero consiguó reunir a 2.554.000 de espectadores y una cuota de pantalla de 17,4% lo que supone un gran triunfo para el programa gracias a Enrique Ponce (51 años) y Ana Soria (25). La entrevista dejó un sinfín de titulares y momentos cargados de romanticismo entre la pareja. Más allá de las palabras, los gestos y actitudes también hablan por sí mismos, revelando en ocasiones mensajes ocultos que no trascienden en el lenguaje verbal.
Por ello, EL ESPAÑOL ha contactado con un experto en comunicación no verbal para analizar su aparición televisiva. Javier Torregrosa, Director del Máster de Comunicación no verbal científica de la Fundación Empresa Universidad de Alicante, ha revisado la comparecencia del torero y su novia ante las cámaras, desvelando algunos de los rasgos de su personalidad y también las reacciones ocultas de parte de su relato.
En líneas generales, el inmenso amor que siente él por la joven almeriense destaca por encima de todo. También lo cómoda que se encuentra Ana pese a ser su primera aparición en un programa de máxima audiencia y el protagonismo que su novio le da. Cabe destacar también que el look elegido para la ocasión, atrevido y sensual, rompe un poco con la imagen dulce y tímida que se tenía hasta ahora de ella.
Durante la entrevista hubo varios momentos importantes en cuanto a la explicación de su relación. Cuando ella comenta que en un principio no pensaba que este romance fuera a ser tan mediático, quizá no esté diciendo toda la verdad. "Vemos una cierta incongruencia, porque realiza lo que llamamos un no falso. Es un no en el que tiene dudas, porque mueve la cabeza de derecha a izqueira, lo que indica que no tiene seguridad. No quiere decir que mienta, pero al menos tiene dudas de lo que esta diciendo", explica Javier.
Pese a que se muestra cómoda respondiendo a las preguntas de Pablo Motos (57), "en general su postura es de cierta inseguridad. Lo que está diciendo no lo tiene claro del todo, quizá porque esté exagerando o porque las cosas no hayan sido exactamente así". Lo que sí resalta es que el torero le da casi todo el protagonismo y mantiene una actitud algo más cauta y reservada. "Enrique está en situación de menos comunicación. Se muestra encantado escuchándola y la deja hablar a ella en un alto porecntaje. Mantiene durante casi todo el tiempo las manos entrelazadas, lo que quiere decir que se protege", añade el experto.
Cuando la pareja cuenta cómo se conoció y relata esas miradas que se cruzaron en la plaza de toros de Almería, en 2019, fecha en la que Ponce aún no había anunciado su divorcio de Paloma Cuevas (50), algo en sus gestos denota "protección u ocultamiento". Ana se rasca la parte posterior del brazo derecho, lo que es un detalle llamativo. Según Torregrosa, "podría ser que piense en la otra persona implicada, pero eso sería aventurarse demasiado. Al no haber ninguna pregunta directa sobre el tema ni alusión a Paloma no se puede dar una opinión concluyente al respecto".
Mucho más claros son los sentimientos que trascienden en el torero. "Las microexpresiones de felicidad por su parte son constantes, cuando Ana habla y dice que se para el mundo y que está enamorada. La mira con mucha admiración, con devoción. Enrique está mucho mas enamorado de ella, está clarísimo. Siempre hay uno que ama más y en este caso es él", explica.
En cuanto a la personalidad de Ana Soria dice lo siguiente: "A través de la investigación en este campo se ha comprobado que el rostro está muy relacionado con el comportamiento, que existe una relación entre la conducta y los elementos del rostro humano. En ella observo que es una persona con una resistencia importante, a la que le gusta culminar. Lo que se le mete entre ceja y ceja lo logra. Consigue las cosas por tenacidad e ímpetu. Estaría cerca de ser obsesiva en algunas cosas. Es emocional y materialista".