Quienes conocen a Óscar Tarruella (52 años) aseguran que es un hombre bastante íntegro y valiente. Seguramente por eso se haya granjeado tantos admiradores como enemigos a lo largo de su carrera como investigador y policía judicial. Tampoco se ha librado de las críticas de algunos su libro Diario de un agente de homicidios, en el que recoge sus éxitos, los detalles de algunos casos reales en los que ha colaborado, y las dudas y frustraciones que a menudo acompañan en su difícil labor.
Durante la presentación del ensayo, celebrada este miércoles, día 31 de mayo, en el madrileño espacio Habitant, Tarruella charló largo y tendido con el periodista Carlos Bustos sobre su etapa como agente de la Policía Autonómica de Cataluña.
Cuando el responsable del programa radiofónico El centinela del misterio le preguntó si sería capaz de matar a una persona en el ejercicio de sus funciones, Tarruella aseguró que "sí podría hacerlo y no me temblaría el pulso, pero debería ser algo muy justificado y que sucediera para salvar vidas, no solo la de algún compañero, sino también la de cualquier otra persona. He tenido enfrentamientos armados, aunque nunca llegué a matar. Creo que llevaría muy mal el haber matado a una persona, aunque estuviese justificado, y no sé si luego podría seguir ejerciendo de policía".
Sobre su labor como perito judicial contratado por las familias de personajes tan populares como Cristina la Veneno o Mario Biondo, Tarruella reconoció que la principal ventaja de ser perito judicial es que uno puede tener acceso al sumario completo de un caso: "Curiosamente, la Policía no puede tener acceso a él. No lo entiendo, pues se supone que el sistema judicial y el policial van de la mano. Pero sí, es una ventaja porque tú ya puedes observar el caso sabiendo todo lo que se ha hecho y lo que no se ha hecho. Así me resulta más sencillo explayarme en mi informe. Aunque eso que llamamos comitiva judicial debería funcionar como un sistema hermanado".
La frustración que le ha generado esa circunstancia le ha costado más de un disgusto. Así ocurrió cuando luchaba por intentar reabrir el caso de Cristina, la Veneno, algo a lo que se opusieron tanto la Fiscalía como la titular del juzgado de instrucción número 53 de Madrid. "El fiscal del caso de Cristina, la Veneno, me quiso dar una reprimenda que, de haber tenido él razón, podría haber servido para que se me tachara como perito, es decir, que podría haberme dejado sin seguir ejerciendo esa actividad. Al final no me tachó, pero tuvo las santas pelotas de hacer público un comunicado que tituló 'Sobre el caso La Veneno', como si esta mujer no tuviera nombres y apellidos. Parecía ofendido por el hecho de que yo hiciera de forma objetiva mi trabajo como perito experto en homicidios y muertes violentas. Luego comprobé que este era el mismo fiscal que solicitó dos años de prisión para dos periodistas de investigación, algo que me pareció dantesco. Menos mal que la Fiscalía General del Estado le corrigió públicamente y señaló que ahí prevalecía el legítimo derecho a la información de aquellos periodistas".
El autor tampoco ceja en su empeño de esclarecer la muerte de Mario Biondo, quien en mayo del 2013 apareció colgado en su domicilio. Las autopsias lo calificaron como un caso de suicidio, aunque la familia del cámara italiano está convencida de que Biondo fue asesinado. El pasado verano, la justicia italiana archivó el caso por el fallecimiento del joven, pero sugirió que pudo tratarse de un asesinato y cuestionó las investigaciones realizadas en España.
En el momento de su muerte, Biondo estaba casado con Raquel Sánchez Silva (50). La entonces presentadora estrella de Telecinco se ha negado a continuar investigando la muerte de su marido y llegó a demandar a su familia política por lo que consideró una campaña de odio, amenazas e injurias contra ella. Para Tarruella, la de Plasencia ha sido su peor enemiga, al incurrir en varias contradicciones durante la declaración que ofreció ante los fiscales italianos Calogero Ferrara y Claudio Camilleri. Esto, unido a algunas de las cosas que comentó ante los medios, ha llevado a que mucha gente piense que Sánchez Silva sabe bastante más de lo que cuenta.
En su libro, el de Gernika apunta que le llamó bastante la atención el hecho de que, el mismo día en que el cuerpo de Biondo fue llevado al Instituto Anatómico Forense de Madrid, alguien borrara una gran cantidad de información de la memoria de su ordenador personal. Eso le hace pensar que el italiano pudo descubrir algo que no debía saberse (o que molestó que descubriera), y que ese hecho pudo llevar a su muerte violenta. "Si el sistema judicial lo permite, sí", respondió Tarruella cuando se le preguntó si el culpable de la muerte de Biondo acabaría en la cárcel. "Cada vez tiene más papeletas el que sí lo hará y que, además, no será una única persona. Si no, me rebelaré. Su familia encargó una investigación que es bastante buena, y ya veremos qué ocurre. Gracias a Dios, los malos no tienen esa información".
Tanto Tarruella como Bustos comentaron ante los asistentes a la presentación que habían recibido amenazas de muerte por algunas de las cuestiones que han desvelado sobre el polémico caso. "Durante ocho años, Mediaset no dedicó ni un solo minuto a hablar del caso Biondo", apuntó Bustos. "De pronto, cambió la directiva, grandes directivos salieron de Mediaset y, un buen día, alguien tomó la determinación de empezar a hacer un programa sobre Biondo. Detrás de su asesinato hay poderes fácticos y también una persona con un gran poder dentro de Mediaset que sabe muchísimo". Tarruella apostilló que Antena 3 y TVE también se sumaron a aquel extraño pacto de silencio para no hablar del caso Biondo (según algunos, dichas cadenas entendieron que hablar de un suceso así perjudicaba la imagen de Sánchez Silva).
Hace poco, varios medios se hicieron eco de que tanto Tarruella como los padres y hermanos de Biondo han declinado participar en el documental que Netflix prepara sobre el truculento caso, pese a que en un principio sí pensaban colaborar. Cambiaron de opinión tras descubrir que uno de los productores ejecutivos del proyecto es Guillermo Gómez, exrepresentante y amigo de Sánchez Silva.