Aristócrata, economista, empresario y, especialmente, personaje televisivo. Durante muchos años José María Martínez-Bordiú y Bassó (60 años) ha sido uno de los miembros de la artistocracia española con más cuota mediática, aunque seguramente al gran público le costará reconocerle por su nombre de pila. La cosa cambia cuando se menciona su mote: Pocholo.
A pesar de contar con un apellido tan ilustre, Pocholo no fue objeto de la prensa rosa hasta su matrimonio con Sonsoles Suárez (56), la hija de Adolfo Suárez. Sin embargo, su verdadero trampolín llegaría recién iniciado el siglo XXI con su participación en Hotel Glam, de Telecinco, y posteriormente en Aventura de África, de Antena 3.
Ambos realities le abrieron las puertas de espacios de tanta audiencia como Crónicas Marcianas. Su mochila, sus andanzas en estos concursos o su acalorada discusión con Karmele Marchante (76) en Tómbola forman ya parte de la historia de la televisión de nuestro país.
Tras esos años de apogeo, sus apariciones televisivas se redujeron notablemente, pero el que tuvo retuvo y recientemente se le ha podido ver como uno de los entrevistados de Mi casa es la tuya, el espacio de Bertín Osborne (68). Durante esa charla se pudieron conocer algunos aspectos hasta ahora desconocidos de su vida, aunque llamó la atención uno de forma especial. "Me empezaron a llamar Pocholo de pequeño porque siempre decían 'este niño está pocho, se va a morir'…", reconoció el propio entrevistado.
Explicación
La razón que sustenta esos recuerdas aún está bastante presente en la vida de Pocholo Martínez-Bordiú. "A mi madre le inyectaron algo con unas agujas cuando estaba embarazada. Nací a los 7 meses porque le tuvieron que hacer cesárea y sufrió muchísimo", rememoró para acabar afirmando que "tengo una hepatitis vírica".
En concreto, nuestro protagonista de hoy padece hepatitis B. En líneas generales, las hepatitis hacen referencia a un problema de inflamación en el hígado, elevando de forma notable las transaminasas, aunque sólo en algunos casos aparecen síntomas patentes. Volviendo a Pocholo Martínez-Bordiú se trataría de un contagio vertical, concepto con el que se alude a los contagios que se producen de madre a hijo durante el embarazo.
Es importante destacar que aunque un alto porcentaje de las personas que padecen hepatitis B se suelen curar, hay un número de pacientes que tienen que convivir con la enfermedad al cronificarse. En estos casos la vigilancia médica y el correcto tratamiento se convierten en esenciales, ya que la hepatitis B puede derivar en cuestiones mucho más graves, como el cáncer de hígado, cirrosis o insuficiencia hepática.
En cuanto a su tratamiento, es importante matizar que no es lo mismo un paciente con infección aguda que con infección crónica. En este último grupo, donde estaría incluido Pocholo Martínez-Bordiú, se pueden emplear medicamentos antivirales o inyecciones de interferón para reducir el daño que puede producir este virus en el hígado. Para casos extremos se puede optar por el trasplante de hígado, especialmente cuando este órgano se encuentra bastante dañado.