Hace casi cuatro décadas que Pepa Flores (75 años), conocida artísticamente como Marisol, abandonó la vida pública tras 30 años de apabullante fama mundial. Una popularidad que le llegó en una época que no le correspondía, esto es, en su más tierna infancia. Estrella del cine y de la música con apenas 12 años, Marisol tuvo que lidiar con escalofriantes situaciones con poderosos empresarios, directores y productores que la dejaron marcada para siempre.
En el plano amoroso, tres hombres conquistaron su corazón: Carlos Goyanes, quien fuera su descubridor; Antonio Gades, afamado bailarín con quien tuvo tres hijas, María, Tamara y Celia; y en última instancia, Massimo Stecchini, su marido desde 1988. Este domingo pasado, día 3 de septiembre, el alma de Pepa se rompía en mil pedazos al tener que decir adiós para siempre a Massimo, que fallecía de un infarto a los 63 años.
La historia de amor de Massimo y Marisol se remonta a la década de los 80, cuando ella salía de su matrimonio con Gades. Su primer encuentro tuvo lugar en la pizzería Trastevere, ubicada en el mágico barrio de La Malagueta. Ese restaurante perteneció a la familia de Stecchini y se convirtió en un sitio de referencia de comida italiana en el corazón de Andalucía.
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Massimo entregó a Marisol todo lo que ella necesitaba: discreción, tranquilidad y un remanso de paz tras tantos años perseguida por las cámaras y los fanáticos. La actriz y cantante, que pasó de niña prodigio del franquismo a icono de la Transición, recibió el Goya de Honor 2020 el 25 de enero en su Málaga natal. No fue a recogerlo. Agradecida por el galardón con todo su corazón, envío un comunicado informando de que se sentía "muy honrada", pero declinaba la amable oferta de la Academia de las Artes Cinematográficas de España. Deseó, además, "mucha salud a nuestro cine".
"Mi madre tomó hace más de 30 años la firme decisión de bajarse de los platós y los escenarios para siempre. Hoy, muy contenta, nos está viendo en un lugar tranquilo y no podemos sentirnos más orgullosas de recoger este premio por ella. Ha hecho feliz a mucha gente durante su carrera, aunque no sea consciente, y creed que no lo es. Por eso queremos decirte, querida mamá, desde ese lugar en calma, que esta profesión que te ha visto crecer te entrega este reconocimiento. Disfrútalo, porque este Goya de Honor, querida Pepita, es para ti", pronunciaron dos de sus hijas.
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La relación de las tres hijas de Marisol con el marido de su madre era excelente. Desde que eran niñas, la figura de Massimo ha convivido en su hogar y el amor que sentía por Pepa -o Pepita, como la llaman cariñosamente- era imposible de medir. En la mañana de este lunes, día 4 de septiembre, Tamara, la más desconocida de las hijas de la artista, se dejaba ver recibiendo a dos hombres que le daban el pésame en el tanatorio. Se dieron un cálido abrazo dejando entrever el dolor ante la triste noticia.
Por su parte, Celia Flores, algo más tarde, llegaba, abatida, al lugar donde se citaron a familiares y amigos para despedirse de Massimo. Lo hacía acompañada de su hijo, Curro, y el padre del joven, Manuel de la Curra, quien corría a abrazar a sus seres queridos recibiendo de ellos el pésame y numerosas muestras de cariño. Sin poder contener las lágrimas, Celia encontraba consuelo en aquellas personas de confianza que no la dejaban sola ni un solo momento, besándola y dándole todo su apoyo en estos momentos tan complicados. Rota, se acercó a abrazar al hijo de Massimo, también en las inmediaciones del tanatorio.
El hijo de Massimo Stecchini recibía el pésame de todos a las puertas del tanatorio y conversaba con las personas que se acercaron a arroparle. Unas jornadas duras con las que dicen adiós para siempre al hombre que más amó a la mujer y mejor comprendió a la artista. Pepa, haciendo gala de su infranqueable coherencia, de su histórica decisión, conocedora de que habría medios de comunicación, no ha acudido al tanatorio. Su despedida fue como su amor: hermosa, íntima y privada.