El 7 de octubre de 2010 marcó un antes y después en la historia de Adriana Abenia (39 años). La presentadora "frenó en seco" y la vida se le complicó más de lo que habría imaginado. Así lo cuenta en su nuevo libro La vida ahora, al que ha tenido acceso EL ESPAÑOL. El texto está disponible desde este pasado jueves, 26 de octubre, y narra los episodios más dolorosos de la televisiva, teniendo como punto de inflexión un traumático momento que vivió en Miranda del Ebro cuando era reportera de Sálvame.
Un día antes de aquella fecha sombría, tuvo la misión de cubrir la visita de Felipe VI (55) y Letizia (51), entonces Príncipes de Asturias, a Miranda del Ebro y Medina del Campo. En un reportaje para el extinto programa de Telecinco, Adriana Abenia tenía que hacer hasta lo imposible para situarse frente a los actuales Reyes de España. No importaba la marea humana ni el peso de las cámaras. Consciente de su trabajo, así lo hizo. No obstante, confiesa en el texto, la cegaba "un mal presentimiento".
Entre codazos y el fanatismo de los burgaleses que buscaron hacerse fotos con ella, Abenia vivió un momento de especial angustia en el que incluso Casa Real la observaba con detenimiento. "Me chivan que esté prevenida, los Príncipes están a punto de entrar, les doy las gracias, una vez más", cuenta la presentadora.
Parecía que todo iba a mejor, pero incluso así, Adriana Abenia seguía con un mal presentimiento. Independientemente, la presentadora consiguió su cometido: captar las imágenes del los entonces Príncipes de Asturias y hasta intercambiar palabras con Letizia. Aunque concluyó su misión con éxito, aquella fue una jornada traumática. Su intuición no falló. La zaragozana vivió uno de los peores episodios que recuerde. No hace referencia a la palabra abuso, pero cuenta cómo sucedieron unos hechos que cambió su vida para siempre.
Un grupo de jóvenes la increpó. "Los que están más cerca se rifan el meter las manos bajo mi falda, trago saliva. No me puedo creer lo que está sucediendo. Otros comienzan a tocarme el pecho o a tirarme del pelo mientras me llaman 'puta' o 'zorra'", cuenta.
No pudo pedir ayuda. El pánico se apoderó de ella. Le costaba respirar. Mucho más hablar. Su cuerpo se paralizó. Pero en algún momento, aún inestable, intentó seguir su rumbo custodiada por la guardia civil. "Miro atrás. Y así, con el sabor amargo todavía de miles de vidas y miradas que se agolpan, veo a los hijos de puta que han quebrado mi voz y roto en dos mis ilusiones. Esos mismos que precipitarán que al día siguiente por fin todo se joda", confiesa.
Llegó el jueves 7 de octubre de 2010, día de trabajo. Otra vez en Burgos para un nuevo directo con Sálvame. La televisiva lo asumió casi en automático y cumplió. Por la tarde volvió a Madrid, cenó y cuando pensaba descansar en su piso, situado en el barrio Salamanca, ocurrió lo peor.
Mientras estaba al teléfono con Sergio Abad, su novio y actual marido, fue víctima de una angustiosa situación. Esta vez relacionada con su salud, aunque desencanada por los episodios anteriores. "Pienso una cosa y mi boca dice otra. No lo entiendo. Vuelvo a intentarlo. No lo consigo. Me pongo muy nerviosa. Sergio me llama al otro lado... Sabe que nunca bromearía con algo así. Me esfuerzo en explicarme, pero lo cierto es que nadie más podría entender lo que trato de decir salvo él. Mi voz solo reproduce una palabra. Mi cerebro se ha desconectado de mis labios", cuenta.
Como pudo, Adriana siguió las instrucciones de su novio. Abrió la puerta de su piso y se tumbó en la cama mientras Sergio, desde Zaragoza, llamó a la ambulancia. Las autoridades y sanitarios concluyeron que se trataba de una crisis de ansiedad, pero no conforme con el diagnóstico, al día siguiente su pareja, ya en Madrid, la llevó a Urgencias. "He sufrido una afasia del habla. La resonancia cerebral no sale bien. Mi mundo del revés. Me ingresan en la séptima planta y decido llevarme el secreto conmigo", revela la presentadora.
Estos episodios terroríficos salen a luz en el prólogo de La vida ahora, pero son el hilo conductor de un relato en el que Adriana Abenia se muestra vulnerable para contar, desde su experiencia, que nada ni nadie puede hacer olvidar lo que realmente es importante: "Tu familia, tu ciudad, tu pareja, tu ocio tu salud", expresa ella misma en sus redes.
Adriana Abenia no pretender ser psicóloga, psiquiatra ni coach. Solo quiere contar su historia. Cómo cambió su vida de un momento a otro y cómo consiguió superar cada uno de sus baches, hasta convertirse en quien es hoy en día. Ahora, la presentadora enfoca la vida de manera diferente, dando prioridad a lo que realmente es prioritario, valorando lo que realmente se debe valorar. Sigue en la televisión, pero también es madre, esposa y sobre todo, mujer.