En un determinado momento, el añorado actor y dramaturgo Adolfo Marsillach le aconsejó a su íntima amiga Concha Velasco (83) que no se casara con Paco Marsó, con quien terminó viviendo un tormentosa historia de amor. La Chica yeye ha fallecido este sábado, 2 de diciembre, a los 84 años, en el Hospital Puerta de Hierro de Majadahonda. Así lo han confirmado sus hijos, Manuel y Paco Martínez a través de un comunicado.
A Concha, el consejo del dramturgo por uno oído le entró y por el otro le salió. La actriz estaba enamorada hasta las trancas de aquel almeriense morenazo y guapérrimo a quien dio largas cuando se conocieron en 1964 durante la obra teatral La alondra en los populares Estudios 1.
Concha quedó impactada por aquel bellezón. Pero había un problema. El joven era meritorio y tenía 16 años y ella era una estrella de 27. No hubo nada que hacer. Poco después coincidieron en Don Juan Tenorio y en 1967 en Una chica en mi sopa, pero no fue hasta el rodaje de la película Mi mujer es muy decente (1975) que la cosa ya pasó a mayores. La Chica ye ye se había enamorado hasta las trancas de aquel hombretón. Como suele decirse, se quedó colgada. El 18 de abril de 1977 se casaron en la iglesia de Pinar de Chamartín con la asistencia de dos invitados de excepción, Manuel, el hijo de la novia de nueve meses y Diana Patricia, la hija del novio de tres años.
[Muere la actriz Concha Velasco a los 84 años]
A la cena en Mayte Commodore acudieron íntimos amigos como José Sacristán, José Luis López Vázquez, Víctor Manuel (75) o Pilar Bardem, a quien Concha veneraba tanto que prohibía que se pudiera hablar mal de ella. Lo mismo le ocurría con Celia Gámez, de quien había sido vicetiple. Pero aquella misma noche vivió el primer tormento de la relación porque su marido no terminaba de llegar a casa. La actriz llamó a su suegra, Ernestina, para explicarle lo que estaba ocurriendo, a lo que esta le contestó: "¡Hija mía, ya te acostumbrarás!".
Esta simple anécdota ilustra los pilares en los que se iba a sustentar la relación de pareja. Juergas, infidelidades, amor, desapariciones… Ni tan siquiera la llegada de su hijo Paco (43) calmó las locuras de Paco Marsó, que había adoptado a Manuel y que siempre ha dicho de él que "fue un padre maravilloso". La intérprete vallisoletana estaba obstinada en que su matrimonio funcionara a toda costa ya que pasar por la iglesia había sido uno de sus grandes sueños que no pudieron satisfacer sus tres anteriores parejas, el realizador José Luis Sáenz de Heredia -primo de José Antonio Primo de Rivera- porque se negaba a separarse de su esposa; el actor Juan Diego, que no estaba por la labor del compromiso y el director de fotografía Fernando Arribas, a quien conoció durante el rodaje de Las largas vacaciones del 36 (1976).
Concha se quedó embarazada de Manuel y pidió matrimonio al especialista, pero este tuvo que rechazar la proposición porque también estaba casado. A pesar de que ser madre soltera estaba mal visto, la actriz guardó el secreto que desveló tras su muerte en marzo de 2021, despejando los rumores que atribuían tal paternidad a uno de sus compañeros de rodaje favoritos, Manolo Escobar (con permiso de Tony Leblanc).
No contentos con formar una familia, Concha y Paco también quisieron probar fortuna en el caprichoso mundo de las artes. Fundaron la editorial Marsó-Velasco que no llegó a buen puerto -publicaron la biografía de Mary Carrillo- y, sobre todo, se metieron de lleno en la producción teatral. Esa experiencia fue tan enriquecedora por la calidad de las obras como empobrecedora, ya que arruinó al matrimonio. El musical Carmen, Carmen (1988) tuvo un éxito tan atronador que con los beneficios montaron La Truhana (1992), con la que perdieron algo más de 720.000 euros. Posteriormente representaron La rosa tatuada (1997) que tampoco salió como tenían previsto.
En 2001, Concha y Paco tuvieron que vender su posesión en La Moraleja (2.500 metros cuadrados de parcela y 431 metros cuadrados de casa) para saldar la deuda de Hacienda de 138.000 euros, así como el impago de la hipoteca de algo más de 360.000 euros. La vivienda estuvo a punto de salir a subasta por segunda vez (precio de salida 937.000 euros). Posteriormente se trasladaron al piso que tenían en Madrid y que Paco había estado usando como despacho. Ese mismo año materializaron su sueño de emular a Barbra Streisand con el musical Hello, Dolly!. Aquello fue el acabose. Un decorado multimillonario y los sueldos de una gran plantilla terminaron casi por arruinar a la actriz, que aceptó todas las series, anuncios, y programas de televisión que pudo para intentar salir del socavón financiero.
La relación de Concha y Paco se fraguó en fuego y hielo. Entre ambos hubo pasión, pero a Paco le gustaba demasiado su otra gran amante, la noche. En ella se perdía y se confundía, se acostaba con prostitutas, bebía más de la cuenta, en bastantes ocasiones no iba a dormir a casa e incluso llegó a perder un millón de pesetas diarias (6.000 € de la época) en el casino. Las broncas en casa eran de armas tomar, pero luego Concha hacía pelillos a la mar. Sin embargo, en 1990 se armó de valor para presentar la demanda de divorcio. Pero luego se echó atrás. Hubo otros conatos, pero tampoco llegaron a buen puerto porque, como decía la actriz, "no teníamos dinero para el divorcio, qué nos íbamos a repartir, ¿las deudas?".
Pero llegó un momento en que la protagonista de Teresa de Jesús (1984) ya no pudo más y en 2005 dijo que esa era la (re)definitiva. ¡Y cumplió su palabra!. Tras veintiocho años de matrimonio, Concha y Paco se separaron de común acuerdo. Hasta ese momento, e incluso después, los reproches en los programas de televisión de corazón eran constantes. Incluso los llegaba a protagonizar personas que ti tan siquiera conocían a la actriz. Pero así es el negocio de la tele. La separación fue dura, pero necesaria.
En noviembre de 2010 Paco Marsó falleció en un hospital de Málaga a causa de una hemorragia cerebral. Su exmujer se encargó de todos los papeles y, según confesó a quien escribe estas líneas, "¿dónde te crees tú que están sus cenizas? Allí, en mi casa", dijo sin buscarle tres patas al gato. El amor hacia su marido no había perecido. Hoy es Concha Velasco quien ha dicho adiós.