Francisco Rivera (49 años) y Eugenia Martínez de Irujo (55) fueron una de las parejas más mediáticas de la década de los 90. Se casaron en 1998, pero pusieron fin a su matrimonio cuatro años más tarde tras una hija en común. Aquello también copó titulares de la prensa nacional y hoy vuelve a la actualidad con las nuevas declaraciones que ha hecho el torero.
Este 15 de diciembre, el diestro se ha sentado en el plató de ¡De Viernes!, donde se ha sincerado sobre algunos de los capítulos más complicados de su vida. Uno de ellos, el divorcio de la aristócrata.
El matrimonio duró poco porque, en sus palabras, no estaban preparados para dar el gran paso. "Ninguno estábamos enamorados, realmente", ha confesado Francisco Rivera.
Antes de casarse, el torero recibió una advertencia de su progenitora, Carmina Ordóñez, quien no veía mayor futuro en la expareja. "Mi madre me dijo 'Fran, yo creo que esto ha sido una equivocación, creo que esto te va a dar más problemas que alegrías, creo que esto no va a ir a ningún lado y lo que te vengo a pedir es que ahora mismo cojas un avión y te quites del medio 15 días. No te cases'".
Carmina Ordóñez le dio este consejo a su hijo tan solo un día antes de la boda, pero el diestro no hizo caso alguno y el 23 de octubre de 1998 contrajo matrimonio con Eugenia Martínez de Irujo en Sevilla. Un año después se convirtieron en padres por primera vez, de su única hija en común, Cayetana Rivera (24), quien es "lo más bonito" de su historia de amor. Así lo ha confesado el diestro en ¡De Viernes!
Aunque ha asegurado que la separación "fue terrible", Francisco Rivera ha expresado que su hija Tana "compensa tono".
Sobre su divorcio con la duquesa de Montoro, el torero ha reconocido que no es "inocente", pero tampoco "culpable cien por cien". "No le tengo rencor a Eugenia, pero como se portó después no estuvo bien y yo sufrí mucho. Y Cayetana sufrió mucho", ha asegurado el hijo de Paquirri.
En su relato, el diestro ha recordado que cuando pidió la custodia compartida, en ningún momento dijo que la hija de la duquesa de Alba "fuera mala madre". "Pero a mí siempre se me despellejó como padre, y Eugenia dio pie a eso", ha afirmado Francisco Rivera.
Una década después de la ruptura, el torero y la aristócrata comenzaron un proceso judicial por la custodia de su hija. En 2012 el diestro solicitó un cambio en la custodia y dos años más tarde, la Audiencia Provincial de Madrid confirmó que la niña seguiría viviendo con su madre, dándole a ella la guardia de la entonces menor.
Fueron momentos muy duros, que además coincidieron con el fallecimiento de su madre, en los que el torero se vio inmerso en una "depresión". "Fui al psicólogo-psiquiatra y me dijo 'no te medico porque tienes que torear, pero estás de libro'", ha comentado el torero. Entonces, ha reconocido, se aferró a su hija y a su profesión para salir adelante. Aunque han pasado más de dos décadas, Francisco Rivera todavía recuerda aquellos años como "terribles".