El día 15 de enero estaba marcado como el comienzo de una nueva vida para Carlos Franganillo (43 años). El mítico presentador de TVE decía adiós a la cadena después de 15 años siendo uno de los rostros más conocidos de los informativos para sustituir al veterano Pedro Piqueras (68) y ser la cara visible de su homónimo en las noches de Telecinco.
Mediaset revolucionaba por completo el espacio de noticias con el asturiano, siendo éste el nuevo fichaje estrella en pantalla. Sin embargo, no es un personaje para nada desconocido. Mucho se sabe de la trayectoria profesional del comunicador nacido en Oviedo.
Inició su trayectoria en el mundo del periodismo en 2003, como becario en La Nueva España, en su tierra natal. Tan sólo cinco años después ya ingresó en Televisión Española tras aprobar las oposiciones. Desde entonces, ha cubierto eventos de gran envergadura como el tsunami y terremoto de Japón de 2011, las protestas en Kiev, la anexión de Crimea, corresponsalías en Moscú y Washington. Un desenfrenado de la vida al que le movía pisar el terreno y estar al pie del cañón.
Sin embargo, poco se sabe de su vida privada. Carlos mantiene su faceta personal lo más alejada posible del ruido mediático. Aunque si bien es cierto que, entre tanto, ha dejado vislumbrar algunos aspectos de su lado más íntimo.
Franganillo contrajo matrimonio con el amor de su vida, Ana Ortega, ese mismo 2011. Ella, natural de Galicia, trabajó durante un tiempo en el sector de la banca y después se unió al Grupo ONCE, encargándose así de la sección de eventos, emprendimiento e innovación. Su luna de miel la vivieron a más de 10.000 kilómetros de distancia de España: en Tailandia. El presentador denomina a su mujer como una "santa".
Fruto de su relación se convirtieron en familia numerosa, trayendo al mundo a cuatro pequeños: el primero, Mateo, que nació en Moscú cuando su padre todavía era corresponsal en la capital rusa; el segundo, Santi, quien lo hizo en Washington durante la sustitución de Franganillo a Lorenzo Milá (63) en Estados Unidos.
Después, ya en España, llegaron los otros dos, cuyos nombres se desconocen. Fue en 2021 cuando su desaparición de los telediarios llamó la atención. Se debía a su baja por paternidad de su tercer vástago.
Su esposa y sus pasiones
Su esposa es Ana Ortega, licenciada en Administración y Dirección de Empresas por la University College of Dublin. Durante más de ocho años, acumuló una experiencia internacional en países como Reino Unido, Rusia y Estados Unidos, trabajando en Organismos Internacionales como la Organización Panamericana de la Salud y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), donde desempeñó la función de Especialista en Partnerships y Asesora del Secretario del Banco Interamericano de Desarrollo (Grupo BID).
En 2019 se incorporó al IE PublicTech Lab, una iniciativa de la IE School of Global and Public Affairs que aborda la transformación digital de los gobiernos. Ahora, se ocupa de la implementación de la estrategia de innovación de la ONCE. En su perfil de LinkedIn se denomina como "madre de cuatro" y toda su información está publicada en inglés.
"Tengo cuatro hijos, uno muy pequeño, así que todas mis aventuras acaban repercutiendo en mi mujer", declaró Franganillo al diario El Mundo en febrero de 2023. Debido a las horas en las que se ausenta de su hogar por su trabajo, intenta compensar a su familia dedicándole sus mañanas, especialmente al más pequeño, que "no va ni a la guardería".
Han pasado casi 13 años desde que Franganillo y Ortega se dieran el 'sí, quiero' y su amor sigue más fuerte que nunca. La familia, que vive en Madrid, de vez en cuando necesita desconectar del ajetreo de la capital y de su trabajo, y se aísla en su refugio asturiano, escapándose a su chalé ubicado en el pequeño pueblo de Poó, en Llanes.
En cuanto a las grandes pasiones del periodista, destaca la música, la comida y el deporte. Le gusta escuchar folk, country o copla y ver algún que otro partido de fútbol. No obstante, siempre que tiene tiempo, le dedica sus horas libres a uno de sus mayores hobbies: cocinar. Como buen asturiano que se precie, le encanta la fabada, los erizos de mar y se le da muy bien deleitar los paladares de su círculo más íntimo con platos como los callos o el arroz.