El pasado 13 de enero de 2024 el emblemático locutor de radio Andrés Caparrós Martínez alcanzó la simbólica y redonda cifra de 80 años. Un aniversario, qué duda cabe, muy especial que el comunicador almeriense, natural de Garrucha, festejó rodeado del amor de su familia; su esposa, Julia Araújo, sus vástagos, Alonso (53) y Andrés, y sus adorados nietos.
Sostiene Andrés, en su atalaya particular que le otorga la sabiduría de la edad, que la vida le ha tratado razonablemente bien, aunque, claro está, ha habido momentos de todo tipo; buenos, malos y regulares. Eso es estar vivo y estar en la vida, y Andrés está y se siente vivo. Lo demuestra cada día con su amor a la radio, esa vocación, voraz, que se le despertó con 16 años.
La profesión de comunicador no siempre es justa o agradecida con los profesionales veteranos, pero Andrés descubrió un buen día que a través de un ordenador y de un "taller de orfebrería radiofónica" que montó en su propia casa podía llegar a los demás, y hacer "canastitos de radio".
A Caparrós nadie lo jubila porque en su vida manda él: un lujo que no todo el mundo puede decir. Su día a día nada tiene que envidiar al de ningún periodista o presentador en activo. Su mente bulle sin parar y sostiene Andrés, en su conversación con EL ESPAÑOL, que en breve va a publicar una novela trepidante. Hablar con él es aprender constantemente.
¿Cómo se encuentra Andrés Caparrós?
Bien, estoy aquí delante del folio en blanco.
Acaba de cumplir 80 años. Un aniversario que no acontece todos los días...
No, 80 años no se contabilizan como ya vivimos todos los días.
¿Qué balance hace si mira para atrás?
Pues, es difícil que puedas encontrar a alguien que pueda decir de pronto que sí, que es positivo. Porque la vida tiene de lo uno y de lo otro. Y, bueno, ha sido y está siendo una vida llena de aventuras, de retos... Cuando llega esta atalaya, se da uno cuenta de lo tonto que fue, lo tontos que somos pensando que la juventud no se va a acabar nunca y que vas a tener siempre la misma fuerza, y la misma capacidad para desarrollar las ilusiones y los proyectos que vayan surgiendo. Es una buena edad.
Llegar razonablemente bien es clave.
Sí, es importante. Primordial. Si no, no podría decir ninguna cosa alegre.
La vida, imagino, consiste en que en la balanza haya más cosas buenas que malas...
El tiempo vuela y hay que tener claro lo que uno quiere en la vida y desarrollar y planificar los movimientos para conseguir el objetivo final. Yo creo que el objetivo final no debe ser otro tan importante como ser una buena persona. Ser leal, hacer las cosas bien y con el nivel de exigencia de cuando amas un oficio. Saber que eres un ser humano y que te vas a equivocar.
¿En qué ocupa su tiempo libre Andrés Caparrós, que ha hecho de todo?
Pues trato de hacer de todo, precisamente. Estar activo. Es que no hay alternativa. Cuando has tenido el privilegio de encontrar a los 16 años cuál era tu camino y decir 'aquí estoy yo'... Sé que es muy difícil. Yo tuve un profesor de matemáticas que quiso apartarme de mi vocación por la radio porque creo que era buen estudiante. Que hiciera ingeniería. Me planté delante de él y le dije que tenía claro lo que quería.
La música también ha sido importante para usted...
Fíjate, ahora, con los problemas que tenemos con los agricultores me mandan mi canción, la que escribí, Campesino, tu queja. La hice en un cuarto de hora y cómo iba a saber que en el futuro se iba a producir una situación así. Aquello que hice con el pellizco de saber de dónde viene uno... ojalá le sirva a algún agricultor para darse cuenta de que estoy -estamos- con ellos.
¿Usted sigue haciendo radio?
Bueno, yo tengo mi estudio. Mi taller de orfebrería radiofónica (Risas). Yo hago canastitos de radio para la gente que nos quiere. Los oficios manuales me encantan. Y yo realmente el oficio del que hago gala con mayor razón es el de tornero. Con 15 años fui campeón de España de torno en madera y por aquí tengo los trofeos. Me encantaría tener algún rincón en casa para instalarme un torno.
Hace tiempo EL ESPAÑOL lo entrevistó y usted dijo 'o te retiras o corres para no perderte'. ¿Sigue pensando igual sobre los profesionales veteranos?
Totalmente. Pues, oye, es una frase muy bien repetida. Yo tengo compañeros que están rabiando por un micrófono, por una oportunidad. No se puede vivir sin el medio en el que has estado toda la vida. Estos oficios crean adicción porque nos permiten crear puentes con la gente. Es tremendamente fascinante ahora que haya tantos medios. Ya no hace falta que te contrate una gran cadena; tienes ahí, en tus manos, el mundo si sabes manejar una cámara o un ordenador.
Vamos, que es autodidacta.
Desde mi estudio me apaño, con mi ordenador y mi ratón. Todo el tiempo estoy con los tutoriales, aprendiendo. Con los micrófonos y con las luces me invento un mundo. Cada día estoy en conexión conmigo. Te asomas a ti mismo, no sólo a la gente. Tanto el micrófono como la cámara son espejos, a través de los cuales nos empeñamos en ver y en tocar las palabras. Las palabras deben ser un sentido.
¿En la radio hay más calidad que en la televisión hoy en día?
Hablar genéricamente de la calidad no me gusta. Calidad en televisión en cuanto a informativos ninguno como Vicente Vallés. ¿Entretenimiento? El Hormiguero, aunque me da a mí que corre peligro de adocenarse.
Usted pasó problemas con su voz hace un tiempo. ¿Cómo se encuentra de salud?
Con la voz... Hay que comprender que con los años la voz se ensancha y pierde los timbres de la juventud. Pero gracias a Dios no he tenido grandes problemas o serios con la voz. Tengo que cantar en un tono bajo. La vejez y la madurez de la voz también tienen su encanto.
¿Qué mensaje le enviaría a los jóvenes que están estudiando periodismo?
Si quieren dedicarse a la radio, en cualquier vertiente, sepan que lo más importante, lo único importante, es que uno sienta que este medio te va a permitir crecer individualmente. En todos los ámbitos. Conseguir la posibilidad de crear puentes de eternidad. Estar en la memoria de la gente, que te recuerden con cariño.
Siempre se ha dicho que esta profesión no es para hacerse rico. ¿Ha hecho fortuna Andrés Caparrós?
Yo puedo decir que Dios y mi trabajo esforzado me han hecho rico, en ese aspecto. También lo soy porque tengo una familia muy consolidada y llenar de amor. Pero también puedo decir que estoy arruinado desde el punto de vista crematístico por culpa de la anterior Junta de Andalucía. Concretamente, por culpa del que fue consejero todopoderoso, Gaspar Zarrías.
¿Qué pasó?
Eso fue por una emisora de radio. Cuando quise retirarme a mi pueblo, en Garrucha, puse el nombre del pueblo a una radio. Creyendo que por haberme dedicado toda mi vida a expresar mi añoranza y orgullo de ser de donde soy se me iba a permitir tener una emisora de radio en mi pueblo. La llamé Radio Garrucha La Marinera. Eso me generó unas multas millonarias de casi medio millón de euros que me puso la Junta de Andalucía.
Es muy valiente por su parte reconocer esto...
No me importa decirlo. Soy un hombre pobre, pero rico porque ese castigo, entre comillas, se debió, entre otras cosas, porque nunca he renunciado a decir lo que pienso y lo que siento. En cualquier emisora en la que he tenido oportunidad de trabajar.
Usted ha ayudado y encumbrado a muchos rostros conocidos del periodismo, ¿han sido agradecidos con su persona?
Rotundamente no. Te diré que ninguno. Al contrario. Han sido muy olvidadizos conmigo. Creo que puedo decir lo contrario de mí mismo: nunca me cansaré de decir que Pedro Úbeda del Águila fue mi gran maestro en Almería. Y luego, por supuesto, en Radio Madrid, en la Cadena Ser... Siempre tuve el aprecio y el respaldo de Vicente Marco o de Joaquín Prat. O José Luis Pécker o Juan de Toro. Todos me ayudaron y lo digo orgulloso.
¿En qué cree que se ha equivocado en su vida?
Me he equivocado mucho. He cambiado mucho de emisora, lo cual puede verse como una cosa mala. Para mí ha sido positivo porque cada vez que empiezas en una cosa nueva pones lo mejor de ti mismo. Se trata de empezar desde cero. Aunque estemos siempre en la misma casa, empezar de cero es clave. No es fácil vencer a la rutina, pero hay que intentarlo.
Se presentó al Grupo Independiente de Almería, en 2006, porque quiso ser alcalde de Garrucha. ¿Cómo fue aquello?
Quise cambiar al alcalde de Garrucha, que no es lo mismo. Quise cambiarlo porque el alcalde no se portó bien conmigo. Fue una cosa seria y grave. Es una persona que no consideré que fuera el mejor alcalde posible para mi pueblo.
Sus hijos, Alonso y Andrés, están en el mundo de la comunicación. ¿Les da usted consejos o se los dan ellos?
He dejado de darles consejos porque la sensación es que no sirve de nada. Ellos van a su bola. Después, a veces me dicen 'papá, ¿te acuerdas aquello que me dijiste?'. Y yo ni me acordaba. El ejemplo es que vean que estás enamorado de tu trabajo y que te gusta que tu nombre lo escriban con acentos.
Por último, ¿qué significa para usted ser abuelo?
Ser abuelo es una segunda oportunidad, la que te dan los años y la que te dan tus hijos. Una segunda oportunidad de ser buen padre. Si no has tenido tiempo, o no has sabido porque nadie te enseñó. Todo ha sido una improvisación, priorizando la urgencia de conseguir lo que fuera necesario para una familia numerosa. Los nietos son una segunda oportunidad. Es inevitable sentir una cierta culpabilidad por lo que hubiera podido hacer mejor. A veces puede que me pase de cariñoso, de estar siempre pendiente. Ser abuelo es formidable.